Jax lanzó un aullido eufórico en el momento en que el TIE estalló en una nube de fuego y metal. Antes de abandonar su puesto, dio un par de vueltas al giroscopio de la torreta para asegurarse de que no les seguía ninguna nave más. Tras salir del pozo de artillería subiendo por la escalera, se dirigió hacia el puente de mando a media carrera. Galek silbaba y gorgoteaba en su lengua gutural, coreado por los pitidos de satisfacción de R5. Asha mantenía la vista fija en el océano de estrellas que llenaba por completo el ventanal de la carlinga.
—¡Libres, joder! ¡Libres! —rugió Jax, chocando la mano con el rodiano. Después posó la mano en el hombro tenso de la piloto y le dio un ligero apretón de complicidad—. Buen trabajo, niña. No hay duda de que eres una Skaden. Y ahora sácanos de aquí antes de que Teemo nos suelte a sus perros. Cuanto más lejos, mejor...
Y se quedó mirando al brillante firmamento con una sonrisa soñadora.
La estabilidad de la nave en conjunto con los gritos de victorias de unos y otros hizo que la mecanica diera un suspiro. Siguió las ordenes de sus amigas habiendo cambiado los escudos de lugar, pensando lo mal que sería esa idea imaginandose que embestiría al caza, pero por suerte no se notó ningún choque ni tampoco parecía que el escudo hubiera sufrido grandes daños. Así que obviamente pensó que había sido un disparo certero de uno de sus compañeros.
Cansada de ir al ritmo de Asha pero en versión reparación y control de sistemas, Raine se tiró al suelo y se empezó a reir mucho - No me lo creo... Al fin libres... - Con esa frase, dio la vuelta y fue corriendo a la cabina para ver a través de los paneles de cristal el espacio y los planetas, concretamente el que dejaban atrás - Adios Tatooine. - Dijo sonriendo y casi mostrando unos ojos cristalizados antes de mirar al grupo que había allí.
-Menudo grupo somos... Pero parece que lejos de la espectativa, podemos trabajar bien juntos. Eso si, Asha, dame un respiro. Ahora voy a tener que reparar la nave. - Intentó reñir a su amiga pero... acabó sonriendo quitandole hierro al asunto - Por suerte con R5 todo será menos. - Y volvió a acariciarlo - Buena puntería chicos - pero sin olvidarse de todos, acabó incluso felicitando a Fay y Jax.
Ahora todo lo que tenían por delante, era su proximo destino, e ironicamente a Raine le daba igual donde fuera, ahora que estaba fuera de Tatooine, quería explorar, conocer y progresar tanto como pueda... Eso si, asegurandose primero de arreglar un poco a R5, pues se lo merecía.
Capitana…
Había sido del todo inesperado, pero se le subió a la cabeza menos de lo que tardó en escucharlo. Los Skaden tenían muchas virtudes, pero la humildad no figuraba entre ellas.
Hasta que llegó Jax a pinchar la burbuja con ese niña. ¡¿Niña?!
- Para ti, Capitana Skaden, muchacho. – le replicó con aire altivo girando la cabeza al frente y ajustándose una gorra de capitán imaginaria. Se tenía que hacer con una gorra bien chula.
Estaba claro por el tono que quería dejar las cosas claras, para empezar que no fueran a mangonearla, algo muy propio de los machos humanos con las hembras de cualquier especie, pero también que le estaba respondiendo con humor y sin mala sangre.
Por último se giró a Raine tras aguantar su regañina con una sonrisa.
- Sabía que podía contar contigo para que la nave aguantara la caña que necesitábamos – le sonrió – Por algo eres la mejor – le guiñó un ojo.
- Bien, pongamos distancia con el planeta para poder dar por fin el salto y vayamos pensando en que hacer con nuestra libertad. Vamos a necesitar ganarnos unos créditos para comer y otras cosas. – dijo con los pies en el suelo, pero con un tono de buen humor y optimismo que imprimía la sensación de que Asha tenía en mente algunas ideas al respecto; los años viajando con su padre le habían dado para aprender un par de cosas además de pilotar naves.
—Grgrgrnnnnnnnnnnhfgg!* —bramó triunfante.
Los gruñidos de la wookie resonaron por los pasillos del carguero junto a los vítores del resto de pasajeros. Fayyn se encontraba pletórica tras la huida victoriosa, aunque lamentaba no haber podido acertar a ninguno de los cazas. Por fortuna, Jax era lo suficientemente habilidoso como para suplir las carencias de su peluda compañera.
Por fin abandonaban aquel horrible planeta. Aquel maldito sistema binario del borde exterior.
De un salto, Fayyn salió de la torreta para encontrarse con el resto en la cabina de mando. Al contemplar la refracción de la luz en el túnel hiperespacial, a la wookie le asaltó un pensamiento lleno de esperanza.
—Grrick, Brrrrn grrn fgbbb, grfffffbb**
*—¡AL FIN! (Y algunos improperios que no traduciremos).
**—Grrick, voy a por ti, cariño.
No cabían en gozo de alegría después de la explosión del último caza TIE imperial, los gritos de jubilo pudieron escucharse en toda la nave, desde la cabina de mando hasta las torres de artillería. Corrieron todos a encontrarse a la cabina para felicitar a Asha por sus acrobacias en la nave y congratularse de lo bien que habían cumplido con aquella huída.
Tatooine quedaba atrás mientras se alejaban hacia el inmenso firmamento que había frente a ellos en aquel mar de oscuridad. Pero no tenían mucho tiempo para regocijarse, pues temían que en cualquier momento pudieran venir más naves imperiales o alguna enviada por el propio Hutt que les complicaran todavía más la vida. El módulo de arranque estaba instalado y el reactor de hipermateria había calentado lo suficiente como para poder dar el salto a la velocidad de la luz sin problemas. Asha no tardó en empujar la palanca que convertía los puntos de las estrellas que salpicaban el espacio exterior en largas líneas brillantes que pasaban a velocidad de vértigo junto a ellos. Cuando el Colmillo al fin dio el salto, se sintieron tremendamente agotados, pero inmensamente felices.
Pero... ¿qué era ese endemoniado hedor? Con la emoción de la huía y lo trepidante de su estancia en el Colmillo no se habían percatado pero, ahora que respiraban aliviados y se alejaban a velocidad lumínica de sus potenciales perseguidores, aquel olor les invadía las fosas nasales. Era un olor nauseabundo pero creían que podrían aguantar hasta que finalizara el viaje, aquel con el que empezaba su ansiada libertad.