Sigo a Steve hasta el autobus del aeropuerto y espero a que fuerce la entrada trasera. Cuando finalmente entra, no tardo en seguirle, escopeta en mano.
- Puedo intentar poner en marcha esta cosa, si quieres... - le digo mientras avanzo hacia la posición del conductor. Torpemente, salto hasta el asiento y me agacho debajo del volante, agarrando la escopeta como puedo. Incluso si intentamos mantenernos escondidos aquí, éste será un buen sitio para estar a cubierto. De todas formas, cojo mi navaja para desmontar el cuadro y preparar los cables para hacer un puente en el vehículo, por si esas cosas llegan hasta nosotros y hay que salir rápidamente.
Motivo: Ingeniería
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+8)=10
Motivo: Sigilo
Tirada: 1d20
Resultado: 4(+1)=5
Buen momento para sacar estas tiradas.
De camino a los hangares os topáis con un autobús para transportar pasajeros entre las diversas terminales. Al entrar veis que está lleno de maletas, seguramente debido a la huida o desaparición de sus ocupantes. La buena noticia es que, como estaba en uso, las llaves están puestas aunque el motor apagado.
Duncan se pone al volante mientras el resto del grupo sube y arranca para descubrir que la velocidad máxima de ese vehículo no es precisamente elevada. De hecho a duras penas alcanza los 30 kilómetros por hora, posiblemente por razones de seguridad o por algún tipo de daño tras los constantes pulsos electromagnéticos.
Lo que está claro es que las masillas son más rápidas, su velocidad parece superar la de un humano medio y no muestran síntomas de cansancio en vista de su constante aproximación.
El almirante abre su bolsa de armas y se dirige a la parte trasera para comenzar a abrir fuego, Henry hace lo mismo en vista de que la oleada os alcanzará inevitablemente.
Yu-ri se acerca a Duncan y solicita su puesto como conductora.
- Por muy mal que lo hagas serás mejor que yo disparando, puedo conducir si quieres.
Sarah comienza a colocar las maletas contra las puertas para formar un muro de contención. De repente se detiene y se queda mirando hacia el frente del vehículo, paralizada. Al mirar en esa dirección veis otra marabunta de masillas procedentes del otro lado del aeropuerto. Ahora un grupo se aproxima desde el principio de la pista y otro desde el final, incluso en el cielo se ve alguna de esas medusas planeando.
A la derecha de la marcha queda una de las terminales del aeropuerto, las persianas metálicas están subidas y es totalmente accesible, aunque parece difícil llegar mucho antes que las masillas.
Al otro lado hay un pequeño bosque, pero antes está la valla metálica.
Algunos de los vuestros ya están disparando, las masillas van cayendo aunque no a un ritmo que os pueda salvar. Al menos los buenos disparos sirven para abatir a los más adelantados, que son los que corren más libres y por tanto más rápido.
Me encojo de hombros. No tengo muy claro que yo sepa disparar mejor que Yu-ri, pero si ella prefiere conducir, así no tendré más pesadillas imaginándome atropellando a esas cosas. Claro, soñaré con dispararles con una escopeta, mucho mejor...
- Todo tuyo - le digo dejándole el asiento del conductor con la escopeta en la mano.
Miro a Sarah y me parece buena idea acumular las maletas para impedir los accesos, así que hago lo propio frente a la puerta delantera y me quedo junto a Yu-ri. Después de todo, más nos vale a todos que sólo tenga que disparar a quemarropa y hacia el exterior, porque de otra forma tendría las mismas opciones de darle a una de esas cosas grises que a cualquiera de mis compañeros.
Viéndoos rodeados solo quedan dos salidas, hacia la terminal o hacia el bosque. Yu-ri opta por dirigirse hacia la terminal y hace un giro más brusco de lo necesario, por suerte el vehículo mantiene la estabilidad aunque algunos estáis a punto de caer al suelo.
Disparar a las masillas resulta tan sencillo como ineficiente, debido a su gran numero las balas acaban encontrando a alguno de ellos. Aunque os centráis en los más cercanos incluso fallando termináis acertando a otro. Sin embargo no parece suficiente, se van acumulando detrás del vehículo formando una masa gris que os persigue por la pista.
- ¡Quitad las maletas, quitad las maletas! - grita Yu-ri sin apartar su mirada del frente.
No tardáis en ver cuál es su intención, si logra aparcar en el acceso a la terminal las puertas coincidirán con la entrada y eso bloqueará el paso a todo aquel que no esté dentro del vehículo.
Apartáis las maletas a tiempo y la enfermera pulsa varios botones hasta que se abre la puerta libre. En cuanto las masillas os alcanzan comienzan a golpear las ventanas, el autobús incluso se balancea debido al empuje de tantas criaturas.
Salís corriendo hacia el interior de la terminal para comprobar que nada de lo que habéis hecho ha servido de nada. Dentro hay otro grupo numerosos de masillas y en cuanto os ven corren hacia vosotros.
Improvisáis un pelotón de fusilamiento intentando acabar con ese grupo ya que tapa vuestra única salida, sin embargo no caen con la suficiente velocidad y la gran masa comienza a entrar a través del autobús.
Como una enorme ola gris se abalanzan sobre vosotros y de repente todo es oscuridad.
- Enhorabuena, son el grupo que ha llegado más lejos. - oís una voz masculina aunque no podéis ver nada.
Notáis como alguien os toca, oís algunos pitidos electrónicos y de repente se hace la luz. Cuando vuestros ojos se adaptan a la nueva iluminación os descubrís tumbados en algún tipo de capsula. En vuestros brazos hay vías con lo que parece ser suero y estáis completamente desnudos.
Personal con uniformes blancos parecidos a los de los enfermeros os están ayudando a salir de allí, os han quitado de la cabeza una especie de casco y ahora os están despegando ventosas de las sienes y la parte superior de la cabeza.
- Es evidente que ha habido errores, por ambas partes de hecho, pero creo que podemos estar contentos con el resultado.
La persona que os habla lo hace a través de un intercomunicador, su voz resuena por un altavoz pero lo podéis ver al otro lado de una ventana enorme.
Os encontráis en un laboratorio, hay seis capsulas abiertas y todos os estáis bajando de ellas. Todos excepto uno, alguien sigue tumbado dentro pero está tapado con una sabana. Viendo el monitor no tiene pulso ni constantes vitales. Mirando al grupo deducís que se trata de Aaron.
- Ha sido un placer grupo 136, mañana lo volveremos a intentar.
Entran en la sala una docena de hombres armados con porras eléctricas, por su aspecto parecen guardias de prisiones. Con total violencia os esposan y os arrastran fuera del laboratorio, al salir al pasillo veis cientos de puertas, cada una con un numero escrito y una pequeña ventana de poco más de un palmo.
Al abrirlas descubrís que son celdas, os quitan las esposas y os empujan dentro. La diminuta ventana de la celda os muestra un desierto que os parece infinito.
No sabéis como habéis llegado hasta aquí, si realmente sois quien creéis que sois o que ha sido todo lo que habéis vivido en Anchorage. Pero tenéis claro que se va a repetir hasta el fin de vuestros días.
Fin de esta irregular aventura, muchas gracias por haber participado y sobre todo por la paciencia demostrada.