Saliste de tu casa, tu padre ya no te dijo nada más.
Caminabas cabizbaja un poco ajena a todo, por lo que casi te da un sobresalto cuando escuchas la voz de alguien que se acerca.
- ¡Hola! – Era Ben, debió de notarte algo raro pues te preguntó - ¿Estás bien? ¿Te importa que te acompañe al colegio?
Me sobresalté cuando me habló Ben y lo primero que hice instintivamente fue mirar atrás por si mi padre me estaba viendo. Pero ya estaba lejos como para que me distinguiera, así que suspiré aliviada.
- ¡Hola! dije secamente aunque traté de sonreír. Claro, vamos en la misma dirección.
- Bien, genial… - Ben te sonrió y no se atrevió a preguntar que era lo que te pasaba, si necesitabas decirlo ya lo dirías y si no… pues nada.
Caminasteis en silencio hasta llegar a clase, por suerte Henry no había venido, algunos de tus compañeros murmuraron si había sido expulsado, otros que su padre le había obligado a trabajar, en todo caso el día parecía avecinarse tranquilo.
El día se pasó tranquilo, así que me fui animando y charlé más con Ben, que se sentaba a mi lado, y al que había dejado algo preocupado.
- Estoy bien le dije durante el almuerzo. Pasó algo y mi padre... me pasé la mano por la mejilla y sonreí con un poco de mueca. ¿Cómo llevamos el tema del dique? ¿Has podido conseguir algo? Yo no creo que consiga nada, pero os ayudaré en todo lo que pueda.
- Ostras… - Dijo con el pronto de su edad – Lo siento mucho Beverly, yo tengo algunos problemas con mi tía, la dueña de la casa donde vivimos mi madre y yo, pero… supongo que no tiene comparación con lo tuyo.
Sus ojos brillaron en el tema del dique - ¡Si! He conseguido tres tablones, me podrías ayudar a llevar uno… si quieres, claro que puedes ayudar, Bill y Eddie parecen buena gente ¿Verdad?
Sonreí ante el comentario de que eran buena gente, pero obvié lo otro, no tenía ganas de comentarlo.
- ¿Dónde tienes los tablones? dudé un poco, mi padre no me dejaría ir a tu casa, pero te espero en el camino y desde allí te ayudo hasta el río. dije emocionándome de nuevo con la aventura.
- Los dejé en el jardín de la casa de mi tía… - Aunque luego frunció el ceño un poco extrañado - ¿Qué no te dejaría…? - El chico seguramente no tenía ni idea de cómo se las gastaba tu padre, pero tu estabas convencida de que lo mejor era curarse en salud.
Finalmente levantó los hombros – Vale, haremos eso – El chico también se emocionó, era como una misión, algo entretenido y con amigos mejor aún.
- Estupendo, pues podemos ir en cuanto salgamos de clase. Busquemos después de clase a los chicos para decírselo. estaba emocionada, sonreí a Ben. Estoy deseando que terminen las clases hoy.