Partida Rol por web

Cuando vi volver a nuestros compañeros, sonreí contenta y le di una palmada al viejo para avisarle. Al final, nuestras preocupaciones no tenían nada que ver... estaban bien y con el cargamento preparado. Sin embargo, cuando Dallas se puso a echarnos la bronca.

—«Quimi quinsiguirin insicir TIDI li nivi» —la imité, enfurruñada—. Mira, listilla... en el tiempo que vosotros habéis conseguido dos simples cajitas nosotros hemos conseguido herramientas para modificar-arreglar la nave, descubierto 8 armas _{una de ellas ya es mía,} encontrar el localizador y descubrir que no van a tener manera de rastrearnos nadie nunca más, y camuflar un poquito la nave con algunas manchitas de aceite.

Para concluir, le saqué la lengua a Dallas. Estaba enfadada, pero contenta a la vez. Por un momento habíamos llegado a pensar que les había pasado algo, pero... menos mal. Estaban bien.

—Mirad: tenemos un jodido aparatejo en la nave que nos permite cambiar el código identificador de la nave siempre que queramos —di un segundo para que lo procesaran, aunque luego traté de volverlo a repetir en lenguaje para idiotas—. Seremos como fantasmas. Además, el viejo ha encontrado hasta un puto lanzagranadas. ¡UN LANZAGRANADAS! ¿Sabéis lo que significa eso? ¡PUUUUMMM!

Para hacerlo más gráfico, acompañé mis palabras gesticulando una implosión con los brazos. Aunque luego centré mi atención en lo que llevaban ellos...

—¿Qué es lo que contienen?

- Bueno, Dallas, yo no quiero volver a ser pillado, si tu quieres, conmigo no cuentes, bfffff, que no tengo ganas. Así que Knox cubrió la nave, bueno, hizo lo que pudo, tampoco es que sirva de mucho, pero a lo mejor a un primer vistazo, pasa desapercibida, o no. 

Miraba aquellos dos contenedores, más pequeños de lo normal, y pensé: Encima, pequeños, seguro que no nos dan nada útil... y además, será difícil asegurarlos en la parte de carga, si es que, las cosas no nos salen bien. No no no. mehhh. Levanté la cabeza, y parecía que estaban los dos bien, y que Knox se había puesto picajosa con las palabras de Dallas, y la entendía. Por una vez que hacían lo que debían y esperaban... 

- A ver, Knox, calma. Yo soy el que protesta, y es que ni siquiera protestas bien. Bffff, a ver, hay algunas armas, pero bah, quizás no sean lo más adecuado. Por ejemplo, si quisiéramos asaltar algo, sólo hay dos rifles, un fusil y una ametralladora. Pfff. Individual, y portátil, sólo una pistola y dos espadas de energía. Y bueno, el lanzagranadas. Grrrr. No se de qué servirá.  - Luego les miré a los dos y les pregunté: - ¿Se puede saber qué hay ahí dentro? Y habéis tardado mucho. Mucho. 

Mi cuerpo, como por inercia, entraba en la nave. Algo había cambiado en mi interior aquellas palabras, aquel lugar, las mujeres, el sacerdote... no las olvidaría jamás.

Sólo el rifirrafe entre Dallas y Knox me devolvió a la realidad y caí en que ni siquiera me había dado cuenta del aspecto de la nave, no suelo andar tanto en las nubes

Todos estaban expectantes por ver qué contenían las cajas, sonreí, me sentía muy poderoso porque sólo yo sabía lo que había dentro. Busqué algo con que poder abrirlas.

-Pues esto es con lo que nuestro queridísimo capitán Hover nos ha obsequiado- metí las manos y las saqué repletas de piedras preciosas -Maravilloso, todo ha salido justo como lo había planeado. Es un buen comienzo, ahora nos convertiremos en los dueños de todo y se crearán leyendas con nuestra historia JAJAJAJA-  y contemplaba las caras de mis compañeros

Las armas que han encontrado en la Kamal son estas:

Al abrir las cajas, os encontráis con dos grandes y valiosísimos tesoros de lumins, unas piedras preciosas cúbicas que emanan una hipnotizante luz azul (no podéis ni sabéis calcular su valor, pero es mucho mucho mucho):

Esta vez me quedé como un pez fuera del agua cuando me mostraron aquel verdadero tesoro, boqueando como si me faltara el aire. No me lo podía creer, Lumins. Eran escasos, caros y muy deseados, había visto alguno, pero, ¿tantos? Durante unos segundos pareció que no respiraba, hasta que alguien me dio una buena colleja. Agité la cabeza, y refunfuñé un poco. 

- ¿Cómo vamos a vender esto? ¿Sabéis su valor? Bah, quizás nos traigan más problemas que soluciones. - Fueron mis palabras exactas, una vez perdido el embrujo del valor de aquel tesoro. Me dirigí a la cabina, grité un par de instrucciones para que colocaran aquellos contenedores, y me puse a hacer volar a la Kamal II. Si señor, podríamos ser muy ricos...