Se veía en mi cara que estaba contento de ver al interlocutor, lo que daba pistas de quien podía ser... Se escuchó la voz que contestaba, y de nuevo, a mi respondiendo:
- Ehh, espera, espera, ¿sabías que estabamos aquí? ¿Segunda planta? Hmfff, ¿este lugar tiene segunda planta? ¿Subir escaleras? - Hice algunos aspavientos de protesta, pero en mis ojos me quedaba más tranquilo, o eso parecía... - Si, solo Dallas, una loca con armadura le pegó unos cuantos tiros... La Knox la destrozó, si señor, pero que mierda de tipa, buffff... ¿Algo más que deba saber? Porque menudo día, ajum. La podremos mover más o menos, ¿hay botiquín o algo? - Miré al mini - Gustav de la pantalla. Entre desesperado y aliviado
Conversación telefónica
Siento el clásico saber metálico de la sangre en la boca. En ese momento me saco la máscara para respirar mejor, ya nos han reconocido. – Esas tipas sólo nos conocen a Gustav y a mí. Él y yo deberíamos escondernos mientras ustedes echan un vistazo a la nave y consiguen un médico. – Después de esas dos frases que me cuestan un horror pronunciar, comienzo a avanzar como puedo para salir del café. En cualquier momento llegarán las autoridades y preferiría no estar ahí.
A ver que me aclare. Knox ha dicho que va a buscar a Gustav. Dallas también, por el tema del botiquín. Y Hubo me imagino que también.
De pronto, me quedé como parado medio segundo, cuando me colgaron al otro extremo del teléfono... Miré a Dallas y Knox, y les dije: - Era Gustav, está aquí arriba. Hay que subir arriba por los ascensores, al despacho... hmfff, ¿cuál era? No me ha dado tiempo a confirmarlo, hmfff, el ¿1 D? No no, seguro que no, era el 1 B. Despacho 1 B. - Me intenté ubicar en la cafetería con las indicaciones de Gustav, y creo que lo conseguí, pues les dije a las dos: - Diría que es por allí, por detrás del ventanal ese, a los ascensores. A la segunda planta. Vamos, vamos, allí está el Gustav. Y allí nos esconderemos... aunque ni a ti ni a mi nos conocen, creo, Knox. ¿podrás, Dallas? Espero que si. - Me acerqué a ayudarla, a ver si podíamos llegar cuanto antes a un lugar seguro...
Desde que Hub cogió el teléfono y empezó a hablar, yo me quedé parada a medio camino entre la salida del establecimiento y el pasillo de entrada. Sobretodo cuando empezó a hablar como si fuero Gustav... y es que, ¡al final era Gustav! ¡¿Qué cojones?!
—Espera, viejo —dije, cuando terminó—. ¿Le has dicho que han cosido a balazos a Dallas y ha dicho que subamos a no-se-qué de un despacho que si ni siquiera te ha dejado claro qué número era? ¿Para qué quiere que subamos al despacho? Lo que deberíamos hacer es llevar a Dallas a que le curen y luego largarnos de aquí a toda prisa.
No entendía nada, la verdad... Pero bueno, imaginaba que Gustav tendría algún plan o algo, y que el escondite que había buscado fuera de verdad bueno.
¡Vamos al despacho!