Con una amplia sonrisa Mikael hace un gesto teatral frente a las escaleras indicandolas con un brazo mientras hace una ligera genuflexión:
Rhogar, Merhin, os cedo el honor, jeje... dice indicando a sus compañeros que pasen delante.
Zenram parecía un poco molesto por mandarlo siempre por delante, así que con el decide no bromear esta vez.
Bueno, me pido atrás con Morodar.
Morodar se quedó mirando la luz de las escaleras, parecía preocupado de que fuera tan evidente...incluso en una zona abandonada.
- No nos confiemos, puede haber trampas.
Merhin se puso en cabeza, pero esperó a que Zenram le ordenase avanzar.
El dracónido se coloca detrás del enano y espera también una señal del pequeño.
El mediano avanza sin decir ni una palabra, no quiere encontrase con que un desliz le ponga frente a la boca de un dragón... O quizá si?piensa... Con mucho cuidado Zenram hace acopio de toda la agilidad y habilidad que sus padres le heredaron y sin detenerse mas que lo necesario, se interna cada vez mas en las inexploradas ruinas...
Desciendes por las escaleras hasta llegar a una sala amplia con cuatro columnas y tres salidas (además de las escaleras por las que estás bajando). Justo enfrente de ti en la otra punta de la sala a casi 10 metros de tu posición ves a un goblin que parece estar haciendo de vigía. No parece haberse dado cuenta de tu presencia.
Tirada: 1d20(+9)
Motivo: Sigilo
Dificultad: 13+
Resultado: 7(+9)=16 (Éxito)
Veis descender a vuestro pequeño compañero por las escaleras...
Merhin comienza a ponerse nervioso, sin ninguna confianza decide avanzar un poco hasta lo alto de las escaleras, para no tener a su parlanchín amigo demasiado lejos por si sucede algo.
El mediano se detiene un instante ante la disyuntiva de regresar sobre sus pasos con la posibilidad de ser visto o escuchado que eso implicaba o atacar al enemigo...
Tengo linea libre para un ataque a distancia... Me refiero, no tiene el cobertura?
Mira en la otra escena porque ya te devolví con tus compañeros. Había leído en el foro que estabas ausente...
Vuestro regreso a Winterhaven es rápido y al llegar allí, notáis que los efectos de vuestra victoria se han sentido enseguida, la población ha sentido como si se les quitara un peso de encima y ese pesimismo sobrenatural ha desaparecido por completo.
Lord Padraig acude a recibiros en cuanto se entera de que llegáis y ofrece su mansión para que descanséis y os curéis. Además, mañana celebrará un banquete en vuestro honor...
Bueno, postead vuestros comentarios finales como PJs en esta escena o en la otra :-)
Zenram vuelve exultante a Winterhaven, aunque fuera el golpe del enano el que acabara con Kalarel está claro que él lo debilitó primero y además lo colocó en la posición correcta....vamos que el enano solo tuvo que dejar caer el hacha. No es algo que le vaya a decir a la cara a Merhin pero seguro que corren historias por ahí del gran Zenram Fasthand azote de Orcus.
Morodar fue el último en salir de la sala donde habían derrotado a Kalarel. A pesar de que Mikael y él habían sellado de nuevo el portal se preguntaba cuánto tiempo seguiría así....seguro que en la antigüedad pensaron que para siempre y el pobre sir Keegan había sido la muestra de que se equivocaron.
De vuelta a la ciudad explicó cortésmente los entresijos de sus aventuras a un interesado Lord Padraig y a Valtrun, el erudito local. Se reunió con sus amigos en la cena que les dio Lord Padraig y luego en la taberna local donde los lugareños les agradecieron sus esfuerzos.
El mago pasó esos días imaginando cómo sería el resto de su vida.
El draconido desborda alegría todo el camino de vuelta, parece que también se hubiera desecho de un gran peso. Recibe las muestras de cariño de la población con humildad y agradecimiento.
Un poco cansado de los festejos es el primero en retirarse, cuando llega a su morada deja contra su costumbre sus armas y armaduras tiradas en el suelo, se tumba rápidamente en la cama y cierra los ojos sin dormir, disfrutando de la paz.
- Señor, gracias por estos momentos de paz, y permite que duren lo mas posible. Deja descansar a mi brazo un poco antes de volver a tu servicio.- murmura - A cambio mantendré un ojo encima al pequeño Zenram para evitar que se meta en líos. - una sonrisa irónica aparece su cara mientras cae en el sueño, sabe que esa promesa lo alejara de la paz que busca. Sus sueños son de sangre, dolor y acero, pero están lejos de ser pesadillas porque a su lado luchan un enano gruñon, un mago temible, un sacerdote con palabras de animo y poderes de curación y sobre todo su señor, el gran dragón, Bahamut.
Curiosamente, el enano caminaba silencioso de vuelta al pueblo, había encontrado verdadera camaradería en aquel grupo tan extraño, como no la había encontrado desde que había dejado a su clan allá en las montañas. Había resultado muy dura aquella experiencia, sobre todo al final cuando por momentos, inmovilizado como estaba, creyó que morirían todos a manos de aquel malnacido.
Pero entonces el pequeño metomentodo había hecho el movimiento perfecto para dejar al sacerdote a su alcance. De no ser por él... A pesar de que no soportaba su palabrería constante, sin duda era un compañero formidable y un excelente trampero. Como Mickeal era un excelente sacerdote, siempre pendiente de curar las heridas de los demás, como Morodar era un excelente mago y sus lluvias de fuego arrasaban enemigos amontonados. Y Rhogar, todo un ejemplo de valentía, con el que se sentía muy a gusto luchando codo con codo a pesar de su piel escamosa.
Bueno, ahora tocaba descansar, pero después... bueno, le gustaría seguir de aventuras con el mismo grupo.
Para Mikael, el final incierto de Kalarel parecía no ser suficiente, y solo su amigo Morodar y su propio sentido común le convencen de que marchar tras él sería una auténtica locura, así que pronto accede a sellar de nuevo la grieta al Páramo Sombrío, esta vez definitivamente, o al menos eso les gustaría pensar. En cualquier caso no sería por ahí por donde Kalarel u Orcus volverían al mundo, no mientras él siguiera con vida y vigilante.
De hecho, esta es una de las principales preocupaciones del clérigo cuando ya de vuelta exponen los hechos a la gente de Winterhaven. Esa fortaleza abandonada no podía dejarse a manos de cualquiera que pudiese querer seguir los pasos de Kalarel, y alguien tendría que quedarse allí para cuidar de que esto no pasase. Por supuesto, conociendo el destino de sir Keegan, tomarían precauciones para que la tragedia no se repitiese, aunque sinceramente dudaba que Bahamut permitiese esto una segunda vez.
Con esta idea en mente, el sacerdote pide a lord Padraig que le permita disponer de las ruinas de la fortaleza, con la intención de reconstruirla y volver a llenarla de fieles seguidores del Dragón de Platino, no sólo clérigos como él, sino también caballeros como Rhogar. Sí, podría volver a ser una fortaleza del bien tan imponente como antes o aún más, y el podría volver a la vida tranquila que después de tanta aventura había empezado a añorar como lider del templo a Bahamut que allí se instalaría... claro que con el tiempo tal vez echase de menos tales aventuras, y que mejor base de operaciones que la fortaleza para reunirse con sus antiguos compañeros y emprender una nueva campaña contra el mal.