El grupo que os sigue no lo hace como si meramente quisieran ver hacia donde os dirigís o qué hacéis. Buscan encontrarse con vosotros y si andasen apenas un poco más rápido, estarían ya corriendo. Qué harán cuando os intercepten, si hablar o combatir, no se puede adivinar a tanta distancia.
La vista privilegiada de Johsua, sin embargo, ve entre ellos cuatro largas lanzas y lo que podrían ser un par de arcos. Son todos hombres, bajos, recios y llevan, no estás seguro, unos tocados o capuchas abultadas, de curiosa forma y colores verde y azul. Están todavía lejos para más detalles.
La distancia pero no el tiempo que os separa de ellos, se reduce mientras ascendéis por la ladera y ellos caminan rápido por la llanura. Desde algo más cerca, parece que lo que llevan a modo de crudo casco o capucha tiene un razonable parecido a la cabeza de una serpiente.
—He cambiado de opinión, primero sufrirás un poquito—respondió a Joshua y ante el ofrecimiento de Mwoge, intervino—. Avisa a Khytya que hemos cruzado ya el límite y todo lo que hay es devastación, que avanzaremos hacia la zona de las montañas para encontrarnos con quien provoca este mal. Incluso solicitamos ayuda para que asistan a estas personas. Nada más, y gracias por ofrecerte.
En un gesto total de agradecimiento dejó un beso en la mejilla de aquel muchacho y sin más que hacer o decir, emprendió el camino junto a sus compañeros mientras el paisaje hostil como ninguno ofrecía una imagen devastadora para alguien que amaba la naturaleza en su total plenitud. Aunque la situación comenzó a inquietar al observar el comportamiento de aquel grupo y decidió detener sus pasos.
—¿Qué buscan de nosotros?—preguntó a sus compañeros—. No me gusta esto.
Mwoge se queda paralizado tras el beso de Kyora y tardó unos segundos en conseguir articular unas tímidas palabras..
—E..Eso haré, Kyora. Diré e.. exactamente eso. Era un mensaje inesperado. ¿Ayudar a los salvajes?¿Preocuparse por lo que se hallaba al otro lado del límite? Pero no discutió, en las miradas los tres enviados de la Capital le pareció ver que sabían cosas que escapaban a su entendimiento. La seguridad en cada sílaba que Joshua pronunciaba, el hecho de que alguien tan misterioso, casi legendario, como Uren diese un paso atrás. Todo se sumaba para que aparcase por completo las dudas que pudiese haber tenido.
Númbe, por su parte, escuchaba a los cuatro seres altos, perfectos, casi divinos, con una mirada de reprimida adoración y una punzada de lógico temor ¿Qué pasará ahora que han llegado?
—No desperteis la ira del Demonio Cobra. Nadie puede vencerle, ni escapar mucho tiempo de él. La próxima noche en que la segunda luna pase por delante de la primera será dentro de veinte días. Si no sois diöses, debéis evitarle a toda costa.
................
Mientras observáis como se aproxima el grupo que os persigue, llegáis a lo alto del abrupto valle y un profundo cañon en el que no llega la luz del sol, se muestra ante vuestros ojos. Ahí al fondo hay agua, pero su color es de un verde estéril. Y junto a una lago desprovisto totalmente de plantas, una extraña construcción de tubos, calderos y rejas de metal, alta como una colina. Conductos de metal bruñido surgen de la estructura y se hunden en el lago como buitres sedientos. Tras cruzar las entrañas de la Montaña de Hierro y Luces, el agua del lago surge en pardas, espumosas y sucias oleadas por un ancho desagüe. Desde donde estáis se oye un monótono y estruendoso sonido, similar al que harían enormes tambores. No hay nadie a su alrededor, pero tampoco se ve ninguna entrada obvia en la estructura diabólica. Aunque junto a un grupo particularmente numeroso de conductos hay una especie de lo que diríais que es una carreta de metal, sin perros de arrastre, cerrada, con gruesas ruedas hechas de metal y pequeños ventanales de vidrio negro.
El grupo que os persigue llegará en unos pocos minutos. En el cañon sombrío hay más sitios para esconderse, pero desde donde estáis tenéis a favor el terreno, momentáneamente al menos, si llegáseis a combatir. La montaña de Hierro y Luces queda a unos buenos veinte minutos andando ¿Qué decidís?
Tirada oculta
Motivo: Vigias
Tirada: 2d6
Dificultad: 5+
Resultado: 6, 2 (Suma: 8)
Exitos: 1
Uren observó con solemnidad aquella fortaleza extraña, iluminada de forma enfermiza pero también de alguna manera hipnótica. Quería ir allí, ver de cerca ese carro, el agua, el material del que estaba hecha.
Pero antes había que lidiar con otro asunto. Aquel grupo los seguía para algo. No le resultaba fácil adivinar las intenciones, pero si en aquella zona no había hombres con capacidad de trabajar, y aquellos parecían serlo, debían ser tomados como una posible amenaza.
- Hayt, busca! -ordenó a su amigo. No caces -indicó.
Quería que su compañero fuera hacia allá, manteniendose a una distancia segura, pero para ver que reacción provocaba en el grupo que se acercaba. Al menos podrían ver si era agresiva, temerosa, o cualquier otra.
- No creo que podamos perderlos, no en este terreno, creo que debemos aprovechar la ventaja de la distancia y prepararnos. Miró el arco de Joshua. Tú y yo podemos mantenerlos a raya si es necesario con los arcos. Si Kyora está de acuerdo, ella debería hablar. Desde lejos.
Perdón el retraso.
Tira por vínculo simbiótico. Cada éxito es un dado adicional para Hayt
Motivo: Vinculo
Tirada: 3d6
Dificultad: 5+
Resultado: 5, 5, 5 (Suma: 15)
Exitos: 3
Bien!!!
La enorme y vieja hiena, un macho solitario más grande que las matriarcas de su propia especie, salta como un resorte tras las órdenes de Uren. Descendiendo en Diagonal por la ladera, parece tener claro en todo momento cuánto y cuando acercarse a vuestros perseguidores. Debaten, uno de ellos duda si disparar una flecha o no, pero Hayt no ofrece un blanco claro, siempre anticipándose a los intentos de apuntar del guerrero y éste desiste. La distracción que provoca la hiena provoca que el grupo ralentice su marcha un momento, hasta que uno de ellos ladra unas órdenes y todos menos un arquero, que se queda atrás cubriendo a la hiena, siguen avanzando.
Recios, pero más bajos y menos atléticos que vosotros, los seis se plantan a unas decenas de metros de vuestra posición. Bajo sus cascos que imitan la cabeza de una cobra verdeazulada, sus ojos muestran tensión, pero también determinación.
—Parad — ordena uno de ellos, más fuerte y de aspecto más salvaje que los demás. —¿De donde salís? No se puede negar, de Kitia vienen vuestros pasos. Nuestro amo nos avisó, nos dijo que vendríais. Dejad las armas - dice mientras alza un objeto metálico del tamaño de un puño que imita la cabeza de una serpiente, para que lo veáis. —O llamaremos al Hombre-Cobra y será mucho peor.
Tenéis tiempo de preparaos y realizar varias acciones antes de que lleguen.
Aquello dejaba las cosas mucho más claras. Uren silvó para llamar a Hayt a su lado, lo que deseaba averiguar ya estaba hecho, no quería que se expusiera al peligro más de lo necesario.
Como cazador, sabía lo que había que hacer para aprovechar la ventaja que tenían y no ceder ante la desventaja numérica. El interrogante era lo que querían hacer sus compañeros.
- Ya sabemos que son hostiles -reflexionó con calma. Creo que somos más rápidos. Si mantenemos la distancia y dosificamos nuestro esfuerzo, creo que podemos derrotarlos a la distancia. Joshua, tienes fama de ser un gran arquero, y yo confío en que sabré defenderme. Si no dejamos que se acerquen y combatimos a distancia, creo que podemos derrotarlos. Otra opción es si debemos, casi que son un blanco muy fácil. No sé a lo que se refieren con el hombre cobra, pero hasta que un aliado llegue también tenemos esa ventaja. Si huimos deberemos dar un rodeo muy grande y nos agotaremos, y si avanzamos nos toparemos con la fortaleza. Yo voto por advertirlos y si no ceden, acabar con ellos. ¿Qué dicen?
La situación se había complicado y mucho, no era algo que pudo sorprender a Kyora aunque la tensión hasta era respirable y no la dejó muy tranquila. A medida que fueron avanzando, aquella estructura de metal generó repulsa a la joven intérprete dado que no concebía como la mano del hombre podía ser una fuente de destrucción de todo recurso natural.
Sólo que antes de decir algo, ya Uren envió a su hiena e indicó unos pasos a seguir. El asunto es que la violencia llama a la violencia y por alguna curiosa razón los dejaron llegar a este ese punto ya que pudieron ser atacados con anterioridad y era algo que al menos la intérprete tuvo en cuenta. Por esa razón tomó la palabra tras escuchar al grupo.
—Calma, si hemos llegado hasta aquí es porque lo han permitido—dijo en un tono serio—. Llamen al hombre-cobra, queremos conversar con él.
La diplomacia ante todo, no tenía miedo realmente sólo que quería hacer esto a su manera.
Joshua frunció el ceño, observando aquella estructura que no alcanzaba a comprender. No sabía exactamente por qué, pero podía decir con total seguridad que no le gustaba. El color del agua y la forma en la que los conductos de metal se doblaban y entremezclaban entre sí en formas aparentemente aleatorias le traía escalofríos. A su ver, era el opuesto al arte y la estética.
Retiró dos flechas del carcaj y sostuvo cada una de ellas entre dedos diferentes. El arco no colgaba ya de su espalda, si no que en su lugar lo tenía en la mano, acariciando vagamente el acabado con el pulgar. A primera vista habría podido parecer que su postura era tan despreocupada como siempre, pero para Kyora y Uren, que habían pasado a conocerlo durante el viaje, su tensión resultaba aparente en los pequeños gestos.
—¿Estás segura de que es una buena idea, Kyora? —cuestionó en voz baja. acariciando un poco las plumas de las flechas—. De por sí no tenemos la superioridad numérica. Si les permitimos dar el aviso, las cosas pueden ponerse todavía más negras.
Pese a ello, siguió su plan. No tensó la cuerda ni cargó una flecha. En su lugar, se limitó a observar a aquellos hombres. Le parecían humanos menos dignos que ellos, pero quién sabía.
Uren asintió ante las palabras de Kyora. Ella era la intérprete, él seguiría el camino que ella le indicara. Se quedó atento, con Hayt a un lado, de lo que sucediese. Al ver que Joshua tenía el arco preparado, hizo lo mismo, aunque no lo tensó aún, sólo ahorraba tiempo por un posible conflicto.
El líder de los guerreros se envaró, sorprendido y confuso por las palabras de Kyora. Su gesto de determinación se quebró unos instantes, ¿Quien en su sano juicio querría enfrentarse al Hombre-cobra? Sin embargo mantuvo el artefacto en alto, en silencio, sin que ninguno de sus músculos ni un ápice, como si estuviese aguantando la respiración. Decidió seguir hablando.
—Dejad läs armas — repitió. Apretó los dientes y rió con desprecio— No sabes de qué hablas mujer, da igual si sois hömbres o diöses, el Hombre-Cobra vendrá y os matará. O se os llevará a su tierra más allá del mar para nunca volver.
El resto de los perseguidores os miraban alternativamente a vosotros y al artefacto que podía llamar al Demonio al que obedecían. O temían, aunque ambas cosas no eran en absoluto excluyentes. De hecho la idea de que el Hombre-cobra apareciese no parecía gustarle a ninguno de ellos.
—Acabemos con ellos. Apresemos a la mujer— exclamó uno de los arqueros, delgado y fibroso, de gesto cruel. De esos que parecen habituados al mal —El Hombre-Cobra nös recompensará. No son diöses, míralos, mira sus armas: Arcos y flechas, lanzas y dagas. Son hombres como tú y como yo. Cansados y asustados como conejos.
El líder escuchó con atención las palabras del cazador. Como única respuesta, os miró y movió el artefacto que llevaba en alto, recordándoos la amenaza que había proferido antes. Los demás aprestaron sus armas, preparados para lo que fuera.
Si intentáis salir de ésta hablando, necesitaré que hagáis una prueba de un rasgo apropiado. (Recordad que siempre tenéis al menos 1d )
—No dejaré las armas hasta que no vea al mismísimo hombre-cobra aquí.
Era determinante en su postura, incluso cuando Joshua hizo aquel cuestionamiento que tal se había planteado ella misma. Sólo que la mujer estaba dispuesta a todo y no tenía intención alguna de rendirse. Además era evidente el pánico que manifestaron ante ese ser al que respetan.
Kyora era una buena persona, la naturaleza era la que sufría en manos de esta gente y no estaba para la labor de aceptar aquello sin más. Quería ir por la vía del diálogo, buscando la forma de establecer un acuerdo o tener delante suyo al monstruo que atenta contra lo que más ama. Daba igual, ella se plantaría si total luchar había que luchar.
Motivo: Leal, de buen corazón (mente)
Tirada: 2d6
Resultado: 5 [3, 2]
—Puede que en aquella tierra más allá del mar también haya mujeres bonitas —bromeó, dejando caer ligeramente los hombros.
Pero, pese a todo, a Joshua no le había hecho ninguna gracia lo que había escuchado. Respetaba el estoicismo de Kyora, pero él se aseguraría de dar un pequeño empujoncito en la dirección que él consideraba correcta.
—¿Te parece que estemos asustados? —Sonrió encantadoramente Joshua, tensando la cuerda de su arco con una de las flechas y soltando antes de llegar a tensarlo del todo. No estaba apuntando a dar: En su lugar, quería que la flecha cayera justo frente a los pies del grupo. Era una advertencia—. Ya sabeis lo que queremos. No obliguéis a los enviados de los dioses a pedirlo por la fuerza. Os sorprendería comprobar lo que pueden hacer una flecha, una lanza o una daga cuando son empuñadas por las manos adecuadas.
Motivo: Pico de oro (Persuasivo)
Tirada: 4d6
Dificultad: 5+
Resultado: 5, 3, 6, 2 (Suma: 16)
Exitos: 2
Motivo: Ojo de halcón
Tirada: 4d6
Dificultad: 5+
Resultado: 1, 4, 5, 4 (Suma: 14)
Exitos: 1
Uren escuchó al que había hablado de matarlos y apresar a Kyora. En él centró su mirada. Si todo aquello derivaba en violencia, él sería el primero en recibir su flecha y se lo hacía saber. No le interesaba el artefacto con el que llamarían al hombre cobra, no temía en lo más mínimo a las amenazas. Era cierto que estaban en desventaja numérica, pero él tenía confianza en sus capacidades. La distancia que aún los separaba era decisiva. Si llegaban a avanzar, estaba atento a seguir manteniendo aquella ventaja. Respecto a lo demás, dejaba la iniciativa a Kyora, sólo atento en reaccionar si hacía falta, al primer chispazo.