Partida Rol por web

El estruendo que provocó la caída del  puente levadizo, alertó a todos los moradores de la fortaleza, entre ellos a Korba, que salió de su habitáculo directo al balcón que daba al patio de armas. Desde allí pudo observar como los rebeldes entraban armados hasta los dientes y se enfrentaban a los orcos que empezaban a salir al patio. Una sangrienta reyerta empezó entre humanos y orcos, entre el bien y el mal, entre la justicia y la injusticia. El malvado Korba tomó sus armas y se dirigió hacia el combate.

Damarah salió de la torre justo para ver como el tirano bajaba las escaleras. El paladín se armó de valor y se dirigió directo a recibir a Korba. Era una figura imponente, envuelto en una armadura completa de color negro, con un gran yelmo cerrado. Blandía un  mandoble de color oscuro y con uno de los filos con dientes de sierra.   Pero el paladín no se atemorizó, fijó bien el escudo al frente y  esperó la embestida al pie de escalera. El cruel y actual gobernante de la ciudad, vio a Damarah esperándole y tomó fuertemente su mandoble con ambas manos, para quitárselo de en medio de un solo golpe.

Korba pisó la arena del patio con un pie y antes de que el otro tocara tierra, Damara se acercó a él y le asestó un golpe con su bastarda, pero Correcta se estrelló sobre la negra armadura de Korba sin apenas mellar su acero. El Mandoble del malvado combatiente se elevó hasta el cielo y surcó el aire directo hacia el paladín. Atravesó  escudo y coraza y se clavó profundamente en el pecho de Damarah, causándole una mortal herida. Cuendo Korba retiró su arma del cuerpo del paladín, un choró de sangre brotó, derramándose sobre el peto negro que protegía al tirano y tapando su emblema, que quedó cubierto por la sangre de Damarah.

Kax vió como Damarah salió al encuentro de Korba, no lo dudó ni un momento, se acercó a unos treinta y cinco pasos del enmascarado y, extendiendo el índice, lanzó su fuego.

- Rodasar Baoyar. - murmuró mirando el combate, no supo si no tuvo una buena visión o si en el último momento se le escapó alguna letra pero el resultado fué una lastimosa chispa que murió a los dos metros.

Despues del primer cruce de espadas y el villano tenía apenas un rasguño en la armadura y sin embargo el paladín sangraba profusamente de un feo corte en el pecho. Maldición Dam, tenías que haber esperado a que estuviésemos todos, pensó mirando en derredor buscando al mediano y al elfo, espero que estén bien ahora que han entrado los refuerzos, "Sira, cúbreme las espaldas" le transmitió a su compañera mientras preparaba el siguiente ataque.

Sira se quedó junto a Kax mirando en todas direcciones, preparada para cortar cualquier intento de alguien de agredir al mago.

El elfo no paraba de lanzar flechas, pues en todas direcciones encontraba orcos a los que asaetear. Varios ya cu´b´rian el suelo del patio con una o varias flechas clavadas, marca indudable de Iveliös. De repente, mientras seguía ocupado aniquilando orcos, vió cómo Korba bajaba las escaleras para asestar un golpe mortal al Paladín. Inmediatamente cargó su arco y lanzó 2 flechas hacia el malvado regente de la ciudad. la primera silbó cerca de su yelmo, pero la segunda la atravesó, llegando a clavarse  en su cuerpo. La sangre del malvado comenzaba a fluir.

Pike estaba en su salsa, entre tantos combatientes nadie miraba para abajo, craso error, su espada cortaba tendones y se clavaba en los costados de los orcos con mortífera precisión cuando vio el enfrentamiento entre Korba y el paladín quedando este ultimo gravemente herido por la espada del tirano, sin dudarlo ni un instante Pike saco la honda y lanzo con fuerza pero en el ultimo momento un par de combatientes lo empujaron y la piedra paso cerca de la cabeza de Korba sin golpearlo, este inmediatamente se giro para ver al mediano con un atisbo de cólera en sus ojos Pike aprobechó esto jugueteando con la honda con la intención de alejarlo de Damarah

Kax vió como volaba una flecha hacia Korba, impactó de lleno y eso le dió nuevos ánimos, sólo es un humano, pensó el hechicero mientras volvía a ejecutar el sortilegio apuntando a su objetivo con el dedo.

- ¡Rodasar Baoyar!

Esta vez lo dijo a pleno pulmón, como si pudiese insuflarle fuerza al hechizo con su propia voz. La chispa creada en la punta del índice salió a gran velocidad e hizo blanco en el centro del pecho, unas grandes llamaradas cubrieron todo el cuerpo acorazado, y un grito corto y terrible salió del interior del casco.

El gran Hug se había quedado pasmado, ante la confusión le ruido y ajetreo. Al salir de su espasmo vio a sus amigos luchar contra Korba. Fue corriendo desenfundo su hacha  le propino un buen golpe.

Había errado el tiro pero  no en vano, la distracción de la piedra permitió a Hug y a Kaxhastrox golpear con fuerza al tirano de Korba, el mago provoco un doloroso efecto con su magia, el grito de Korba detuvo a sus secuaces por un instante, para desgracia de ellos los asaltantes tomaron el agónico grito como una señal de victoria redoblando sus esfuerzos en la lucha, por su parte Hug alcanzo con fuerza a Korba con su hacha pese a que la mayor parte del golpe lo absorvio la armadura el filo del hacha se enterro en su hombro izquierdo haciendo manar la sangre en abundancia.

Pike se adelanto corriendo para unirse al combate pero cuando intento clavar su espada la inercia lo traiciono tropezando y perdiendo la oportunidad de golpear.

Korga se gira hacia Pike, no le gusta que le ataquen por sorpresa. Justo cuando intentaba atacar al mediano Damarah pronuncia solemnemente:  Tú maldito, lucha con los de tu tamaño.

Y encomendádose a Heironeus el paladín arremete contra Korba con su bastarda, el golpe está a punto de fallar, pero gracias a la presencia del mediano, que había flanqueado al enemigo, Korba despistó por un instante sus reflejos y Correcta se clavó en el costado derecho del malvado guerrero, provocándole una pequeña, pero dolorosa herida. Ahora el paladín estaba a merced de Korba, del que no esperaba piedad alguna.

El malvado Korba se mantiene en pie, aunque a duras penas. Su sangre empieza a teñir de rojo la armadura negra y la gravedad de sus heridas es manifiesta. Sin embargo aún le quedan fuerzas para devolver el golpe a Damarah y sin pensárselo 2 veces, esgrime su arma contra el paladín. Pero sus fuerzas están ya al límite y apenas consigue rozar la armadura de su oponente sin causarle ni un rasguño. El despiadado regente de la ciudad está a merced de los aventureros. nadie puede ayudarle, pues los rebeldes empiezan a hacerse con el control de la fortaleza gracias a que los orcos apenas han podido armarse para el combate. Alguien atascó la puerta de la armería para que no puedieran tomar las armas. Al ver su superioridad, el paladían pronunció:

 Korba, vas a pagar por todo el mal que has causado a las gentes de esta ciudad. No tienes escapatoria. Tus días terminarán aquí y ahora.

Kax asiste atónito viendo a sus compañeros fallar los golpes, la armadura del villano los desviaba todos, por suerte Korba no estaba en su mejor estado y tampoco tenía ya la habilidad del primer golpe. A por todas que es el último, pensó el hechicero cuando volvía a convocar su mortífero rayo de fuego.

- Rodasar Baoyar.

La calma se había apoderado de él, esta vez sus palabras fueron tan normales como si te estuviese contando que había cenado ayer, como a cámara lenta vió la chispa formándose en la punta de su índice y el destello que produjo al salir a toda velocidad hacia su objetivo, su mirada se dirigió entonces hacia la figura parapetada tras la negra armadura, que tan buenos resultados daba contra el acero de las armas de sus amigos, pero que una vez más fué inútil frente a las llamas que brotaron del interior.

El grito agónico no causó mella en él, se quedó mirando impertérrito como el fuego se apagaba y con él parecía que la vida se escapaba del cuerpo del caudillo corrupto.

Iveliös observa como Korba resiste a pesar del daño causado por los golpes y hechizos de sus compañeros. Apuntando al pecho del oscuro personaje, tensó su arco y dos flechas silbaron hacia él, pero ninguna de ellas impactó en su objetivo. 

Hug veía a sus amigos luchar. Desenfundó su hacha y se fue acercando al Rey, al asesino, al que tanto terror había creado. Con hacha en mano siguió con su particular paseo. Sus amigos seguían dejando maltrecho a Korba que no era rival para ellos. Después de lanzar su último ataque a Damarah, Hug lanzó un poderoso hachazo que terminó decapitando a Korba. La cabeza rodó unos meteos hasta pararse en mitad de la estancia. Un chorro de sangre salió disparad del cuerpo sin vida del antiguo Rey. Hug veía como caía su enemigo. Se daba por fin a unas andanzas trepidantes. Acababa la pesadilla... Podía volver a su pueblo a ver a esa chica rubia con trenzas con la que tenía algo pendiente...

Acabó dice Hug

Y el tirano cayó... Su cabeza rodó por el patio de armas hasta chocar a  los pies de Hugo , que ferozmente combatía a los orcos que quedaban en la fortaleza. El rebelde se agachó y levantó la decapitada testa de Korba a modo de trofeo. Los orcos, al ver a su señor muerto, se rindieron. Todos los guerreros rebeldes alzaron sus armas en señal de victoria, encarcelaron a los pocos orcos que quedaban y tomaron la fortaleza por completo. Los aventureros fueron vitoreados por su valentía y coraje. La dignidad de Krieghad había sido recuperada. Sus gentes sabrían de nuevo lo que es vivir en paz. Al día siguiente se convocó a toda la población para la coronación del nuevo rey.

Por si había alguna duda del fin de Korba Hug se acercó sin que lo viera, el tirano había centrado su mirada en el personaje arcano que lo estaba abrasando una y otra vez, y abrió la boca para avisar a sus hombres que lo matasen de inmediato, pero no llegó a pronunciar ninguna palabra, una gran hacha impulsada por unos poderosos brazos se hundió en su cuello quemado y lo cercenó.

- Ahí tienes a otro mi señora, - murmuró Kaxhastrox, inclinó la cabeza en señal de profundo respeto y añadió una plegaria.

"Hechicera de Rubí,
que llamas a los jóvenes,
con tu voz atercipelada,
yo presto a tu servicio fuí.
Guardinana de la Muerte,
cobra tu caro peaje,
al incauto caminante,
yo probaré mi suerte.
Diosa Bruja,
en las horas mas oscuras,
dame parte de tu poder,
para ganar la puja.
Dama Severa,
cuando mi tarea acabe,
ven rápido a buscarme,
mi alma te espera."

Hugo levantó la cabeza mientras un grito triunfal salía de su garganta, casi podías creer que el grito lo lanzaba el rey debido a la boca que había quedado abierta en una orden impronunciada. Sin un lider que los guiase la moral de los orcos cayó y la lucha acabó pronto; ese día que amanecía estuvo lleno de celebraciones, no había sitio por donde los compañeros pasasen y no fuesen agasajados.

Kax no tomó parte de las celebraciones, entendía los motivos por los que la gente estaba feliz pero su mente ya estaba en su siguiente cometido, y es que el trabajo de la muerte nunca acaba, siempre hay otro sitio al que ir y otra vida que tomar.

Hug inclino la cabeza uso su hacha como cayado y de sus labios salió.
Máster! Que esta muerte os honre en la otra vida.
Y tras esto salió por la puerta dejando que la luz le inundase el cuerpo. Sabrían los dioses cual sería el próximo lugar del bárbaro...

La batalla se decantó del lado de la justicia. Damarah buscó a Lard entre los hombres que celebraban la victoria y acercándose a él le dijo: “Estimado Lard, tu desdicha terminó. El mal que te fue infringido ha sido vengado y nunca nadie volverá a trataros con crueldad. Espero recobréis pronto la normalidad en vuestra ciudad y podáis disfrutar de la vida que este tiempo os fue robada”.Tras eso el paladín asistió, como invitado de excepción, a la proclamación del noble Oskar Osbyrn como nuevo soberano de la ciudad de Krieghad. Tanto Damarah como sus compañeros fueron agasajados con oro y regalos. El paladín no tardó en ofrecer su premio a los templos de la ciudad, para que lo repartieran entre los más necesitados. Solicitó y se le concedió, que los maleantes de la posada fueran puestos a su cargo, para encauzarlos por el camino correcto de la vida. Y al día siguiente regresaron a Brondark, donde el paladín se puso de nuevo a disposición del buen rey Caliborus, a la espera de cualquiera que fuese la empresa que le encomendara.