La Fortaleza Akodo aparece imponente a la vista. Los visitantes que pasan de la ciudad al castillo alzan sus cabezas para observar la estructura León, imponente e inmóvil. En su interior, la austeridad León se hace patente, con escasos adornos y una sensación de firmeza flotando en el ambiente. Para un visitante acostumbrado a los lujos, sería un lugar duro.
Observas en silencio cómo un sirviente cierra, marchándose, la puerta corrediza de tus habitaciones. Acaba de comunicarte que tu Daimyo te dará una misión en el patio del castillo. Sin embargo, tienes tiempo para prepararte, aunque llega a tus oídos que una cantidad inusual de personas se están reuniendo en el patio.
¿Estará relacionado con la última invasión que sufristeis de los Unicornio? ¿Quizás algún otro Clan quiere aprovechar vuestra pasajera debilidad? Hay rumores de tensiones con la Grulla, pero...son sólo rumores, para soldados rasos como tú.
En cualquier caso, ya tienes tu orden.
He dejado las descripciones parcas a propósito para que puedas ponerlo a tu gusto, si quieres. Siendo un bushi, se espera que vayas con armadura y daisho (katana + wakizashi), aunque sea para encontrarte con tu Daimyo, ya que es en el patio la reunión.
Despido a mi sirviente con un gesto de la cabeza. Cuando se va cierro los ojos tratando de averiguar o de dilucidar el motivo del llamamiento. Una nueva misión, ¿De que se tratará? Pienso en los acontecimientos ocurridos, las luchas entre los clanes y las muchas posibilidades. Abro los ojos enseguida doy un suspiro, de nuevo mis reflexiones solamente sirven para escuchar mi propia voz en mi mente.
Me pongo en pié y me preparo para salir al patio. Me coloco mi armadura, primero las pártes del pecho y las piernas para terminar con las de los brazos... puedo sentir la incomodidad de la misma y como poco a poco y como siempre ocurre mi cuerpo se va acostumbrando y adapto los movimientos a la misma. Guardo las dos armas atándolas en los lugares de la armadura destinados para ellas.
Doy un último vistazo a la habitación, es posible que no vuelva en un tiempo, o simplemente en unas horas para prepararme... Sea como sea, pronto lo sabré. Una vez listo tanto mental como físicamente, salgo de mi habitación y pongo rumbo al patio, intrigado por el motivo de que tanta gente haya podido ser convocada al mismo tiempo...
Nada más salir de tu habitación ves que hay más movimiento de lo normal. No sólo más samurái se dirigen al patio, sino que los sirvientes llevan cosas de un lado a otro. En todo caso sigues tu camino, sabiendo que tu señor te dirá lo que necesites saber.
Cuando sales al patio, el resplandor dorado de las armaduras de los bushi allí reunidos te sorprende. La luz de mediodía que te llega de Amaterasu no causa excesivo calor debido al fresco viento otoñal que sopla. Ves en el patio unos 40 samurái, entre bushi, shugenja, y hasta algunos cortesanos. Todos ellos, ya sea en armadura o kimono, portan el mon León en un lado y el Akodo en otro, como es de esperar en vuestro castillo familiar. Parece que, definitivamente, la misión no es una pequeña.
Amaterasu=el sol, bushi=espadachines.
El color de los León típico es el amarillo y otro que no recuerdo, así que para no equivocarme lo dejo en dorado (cada gran Clan tiene uno o dos típicos). Los mon son símbolos, estilo escudos de armas, que distinguen Clan o Familia.
Al salir puedo percibir en el ambiente que se prepara una gran misión, quizá algún tipo de ofensiva contra algún clan o puede que alguna escolta muy importante. Sea como sea prefiero no elucubrar, eso no me dará mas que dolores de cabeza innecesarios y falsas ideas y espectativas.
Camino con fuerza, seguro de mi mismo y sin bajar el rostro ante los demas samurais;puedo sentir el viento en mi rostro, haciendo que los mechones sueltos de mi cabellos dancen al son del aire otoñal. Sin más dilación y sin detenerme con nadie, me encamino hacia mi señor con la intención de que me comunique la misión para la que he sido requerido.
Andas por el patio entre los samurái, observando que parecen estar esperando algo. De repente notas un cambio en el ambiente, conversaciones que se cortan, y girándote observas que por la puerta principal de la fortaleza sale Akodo Shigetoshi, el Daimyo Akodo. Su armadura es robusta, y su fuerte constitución es claramente visible. No dispone de grandes ornamentos, sino que su autoridad parece salir de él como algo natural.
-¡Atención! Me complace ver que habéis venido todos. Hemos recibido del Emperador una petición de ayuda para los Cangrejo, ya que al parecer una masa de monstruos de las Tierras Sombrías se prepara para atacar. 200 samurái de cada Clan irán a la ayuda, y vosotros sois los Akodo elegidos. Mañana al alba partiremos en dirección al Castillo Kuni en la muralla Kaiu, donde nos uniremos al resto de Clanes en la defensa de nuestro Imperio, ¡y derrotaremos a esos bichos corruptos!
Observas cómo bastantes samurái responden a la última frase con gritos de ánimo. No es corriente que esto pase antes de entrar en batalla, pero una batalla contra las Tierras Sombrías es sin duda algo más duro que luchar contra humanos normales.
En estas circunstancias, dirigirse directamente al Daimyo sería visto muy mal, ya que eres un soldado raso igual que el resto.
Perdón por mi tardanza, estoy en unas semanas ocupadas.