Partida Rol por web

En un momento todo es obscuridad, luego de acertar por fin a un enemigo un golpe desde el costado derriba al joven Magni. Otra vez su inexperiencia le pasa factura.

Abrí un ojo, malhumorado.

-¿Me iban a despachar unos malolientes orcos sin dar un último golpe con el hacha familiar y cargarme a alguno? ¿Qué pensarían mis antepasados de mi?

Abrí el otro ojo, más cabreado aún.

La sangre se me agolpaba en la frente, tornando mi faz en un color parecido a un tomate maduro. Las fuerzas iban regresando, pocas, pero ahí estaban. El cabreo y el malhumor tenían su punto positivo. El orgullo y la raza otro. Miré con los ojos sedientos de sangre a mis adversarios. Como había imaginado, la clérigo iniciaba la huida al verse superada en número. El inexperto Magni, pobre diablillo, estaba caído a mi lado, lleno de heridas. Me levanté con un impulso y descargué el hacha al vientre del orco más cercano, pero este me vio y se apartó.

-"¡Agggghhh! Malditos salvajes..." Les grité.

No volvería a ver la luz del sol, pero quizás ese último estertor de audacia le daría a Madelina tiempo para escapar. Yo NUNCA abandonaba un combate y menos cuando me estaban dando para el pelo. Cuanto más fuerte me daban, más obstinado me volvía y seguía combatiendo.

Y de repente, cuando todo parecía estar perdido, un brillo y un ruido atronador. Luego ante vuestros ojos aparece el monolito. El combate para, ya que Medelina y Brom se quedan mirando hacía la enorme piedra, como un colmillo blanco que sale de la tierra. Hace un instante nada había en ese lugar, en el que ahora esta esa enorme roca afilada.

Los orcos miran hacía el lugar en el que esta, pero pronto podéis ver que para ellos el lugar sigue estando vacío. Siguen vuestra mirada y se acercan con las manos adelantadas, tratando de tocar la roca que no pueden ver.

Madelina y Brom podrían cargar con Magni, y luego con la ayuda del resto todos podríais llegar a la posada. Habrías sobrevivido a la batalla, y casi acabado de limpiar el bosque de los orcos, aunque tendríais que regresar para acabar con el jefe, y los pocos que queden.

La leyenda cuenta que el monolito solo aparece una vez en la vida de cada persona, en una noche con luna en el cielo. Si os vais, continuaréis con vida, pero no podréis volver a ver el monolito, ni tocarlo.

Tenéis que tomar una decisión y hacerlo rápido, el atontamiento de los orcos que quieren ir a tocar el monolito, que ellos no ven, no sabéis cuanto puede durar.

Vuestro turno.

Enlace al tablero: https://natilla.comunidadumbria.com/tableros-partidas/render/160

Esperaba caer en un par de segundos, pero el DJ la suerte quiso que apareciera el monolito y los orcos se quedaran embobados mirando a la nada. ¡Porque no lo veían! Y aún así avanzaban a tientas, intentando tocar algo que ni sabían que estaba allí. Era el momento de aprovechar y terminar con esa escoria orca. Que los demás huyeran, pero un Piedrarrota no abandonaba a nadie en medio de un combate. Si Magni no podía moverse, no lo dejaría para que lo descuartizaran y se le comieran las pelotillas. De sobra se sabía del canibalismo de estas criaturas frente a sus enemigos. Creían que de lo que se comía se criaba, pero no era verdad. Así que, mientras los orcos me daban la espalda miraban a otro lado, ataqué al mío, que ya estaba herido y puede que acabara con él.

-"¡Madelina, saca a Magni de aquí!" Le grité.

Madelina vio el temible hachazo de Brom al orco y como este seguía en pie. La hermana guardó sus armas (maza y escudo) y cogió a Magni posicionándolo a su espalda pues así era más fácil moverse más rápido. La clériga cuya fuerza podía lidiar contra la de cualquier hombre fuerte, cargó con el cuerpo del enano guerrero y lo sacó del campo de batalla en dirección a Tandas, Lydon y Timel lo más rápido que pudo. 

-Bueno no es conmigo pero igual me anoto.

Pensó Tímel corriendo hacia Magni,ahora que los orcos se habían alejado, con toda intención de aplicar los vendajes y aguantar la hemorragia, además de ayudar a cargar a Magni.

-Aprovecha y dale lo suyo por la espalda al orco también Madelina.

Le sugirió a la cleriga, aprovechando el aturdimiento de los orcos.

...

Mientras que Madelina cargando con Magni, era ayudada por Timel, Lydon y Tandas, alejándose todos de aquel claro y aquel monolito. Brom atacó a uno de los grandes orcos, el más herido, y con un gran golpe, a punto estuvo de acabar con el, pero el maldito no cayo. De forma rápida y extremadamente violenta el otro orco grande le asesto un tremendo hachazo, que hizo que todo se tornase oscuro. Brom nota como le fallan las piernas y cae, pero tras esa caída se unirá a sus ancestros a la sombra de sus antiguos dioses.

El resto os alejáis tanto como podéis, Magni es llevado con la ayuda de todos, para ir más rápido. Pronto estáis lejos del claro, no parece que os hayan seguido, seguramente aquel monolito les tiene embrujados y aun estarán buscando la manera de poder tocarlo. Aunque según la leyenda, este tan solo aparece una vez en la vida, y tan solo esa única noche de luna llena en la que es visto, es el único momento en que puede ser tocado.

Tras unas horas llegáis hasta el límite del bosque, y más tarde, ya amaneciendo a la posada de Fartón. Puede darse por resuelto el problema del bosque de los orcos, son muy pocos los que quedan, y están medio locos, estos ya no supondrán una amenaza para el pueblo, pronto se irán a otro lugar o morirán en el bosque.

Vuestro turno.

Madelina hizo todo el recorrido de vuelta con el enano guerrero a su espalda, de vez en cuanto paraba para tomar aire, las vistas eran fabulosas, pero no era momento de observar el paisaje. Hizo todo el camino de vuelta pasando por las ruinas del puerto mientras iba vadeando el río. Aunque a oscuras con la única luz de la luna y la luz de las estrellas no es que fuera la mejor visión, es más la oscuridad le hacía ir más lenta y por tanto esforzarse más en cargar a Magni que cada vez pesaba más. Todo fue una concentración en su vida de clérigo, para poder seguir adelante sin darse por vencida, mientras a veces resoplaba, respiraba hondo y repetidas veces. Pasó las ruinas del puerto que había sido quemado y pensó que los orcos que quedaban, ya uno muy malherido no se atreverían a atacar el pueblo. Pensó en Brom durante el camino cómo luchó hasta el final, parecía que su orgullo le impedía rendirse, también había visto aquello en la orden de caballeros, que tenían un estricto código de honor que les impedía rendirse mientras hubiera enemigos luchando contra ellos. 

Por un momento se sintió aliviada que Magni no hubiera cogido la misma suerte... siguió caminando hasta ver el puente: - Por fin... comunicó a sus camaradas, mientras se daba ánimos interiormente, ya estaban casi en la posada, cruzo el puente de piedra y tras el por fin la posada. Estaba encendida y echaba humo por la chimenea seguro que preparaban una buena cena, la clériga entró por la puerta y miró en su interior... - Necesitamos cama para nuestro amigo está muy herido, los orcos ya no serán un problema. Finalizó para que supieran que el trabajo estaba hecho.

...

La oscuridad vino a mi, como la dulce amante regresaba noche tras noche a mi alcoba. Notaba la fragancia de su cuerpo, de su pelo, el suave tacto de su piel... no, espera. No olía a Vasira, olía a... a... enano sudado y meado.

...

Algo revoloteaba en mi memoria. Un combate, Magni caído al lado y siendo sacado de la contienda por la clériga... Sí, ahora me acordaba. Tras ese último golpe, había caído. ¿Estaba muerto o quizás me encontraba en un plano existencial diferente? Olía a Magni, podía oler su sobaco... No, no estaba en otra dimensión paralela. Pero todo estaba oscuro, no veía a nadie ni sentía ya nada. Otros olores, estos a cagarro. ¡Los orcos! Pues parecía que mi cuerpo había dejado de responder, pero mi mente aún seguía anclada a este mundo. ¿Se habrían olvidado mis antepasados de mi?

...

¡Ah! ¡Allí! Una luz al final del túnel. ¡Qué susto! Me dirigí raudo a su encuentro, no fuera a apagarse o a cerrarse de repente. Sí, allí estaba toda mi familia y amigos fenecidos. Y Nugli, mi hijo. Al fin me reunía con él, después de tantos años. ¡Era lo que más deseaba en este mundo! Pero mi juramento me ataba, pesaba como una losa, ¡no me dejaba quitarme la vida! Pero por fin había caído... ¡y valerosamente! Mi abuelo no me daría la turra con batallitas de su época.

...

Mi figura fue desvaneciéndose a lo lejos, dejando tras de sí solo un triste recuerdo de lo que una vez fui y llegué a ser...

Dentro de sus posibilidades Tímel ayudó a la clériga a cargar con el enano moribundo, levantando sus piernas o dándole un empujón de culo cuando parecía que se le resbalaba a Madelina.

Así y todo la elfa, que  con su optimismo y buen rollo siempre estaba riendo conversando y gastando bromas ahora venía muy seria y cabizbaja.

Una vez en la posada la muchacha, que ya era sabido que los elfos padecían de melancolía cuando les pegaba la tristeza, se le escaparon unas cuantas lagrimitas.

!Ohh su enano! Brom! Su buen amigo, compañero de danza y bromas.

En los próximos días la elfa estaría concentrada en ayudar con la recuperación de Magni.

Tras varios días con la ayuda de la gaita de Lydon y con la asistencia vocal de Tandas, en medio de mucha cerveza , comenzarian un cántico elfico en honor del caído. La ceremonia obviamente se les iba a ir de las manos, agarrando un pedo de proporciones epicas dónde acabarían haciendo skinny deeping en el río y amanecerian en los establos con tremenda resaca.

Durante el camino de vuelta Tandas no abrio la boca, ni subió la mirada, sentia una tristeza que no había sentido de hacia mucho tiempo, concretamente desde que era un crío, había vuelto ha pasar lo que había jurado no volvería ha pasar estando él presente, nuevamente le habían salvado la vida a costa de la suya, sentia tristeza, pero también rabia, rabia por no haber hecho mas, por haber sido un cobarde dejando al enano solo. Nego y dirigio sus pensamientos hacia él, perdoname Brom, por todo, siento no haberte hecho caso, siento haber errado mis flechas, siento haberte dejado, pero te prometo que tu sacrificio no será en vano​​.

Una vez llegaron a la posada, mientras las chicas estabilizaban a Magni, Tandas pidio el licor más fuerte que tuviesen y de in trago se lo tomo, luego salio de la posada, para no causar ningún daño material y quitandose los guantes, comenzo a dar puñetazos a un arbol, hasta que los nudillos le sangraron y toda suerte de astillas de le clavaron, despues de eso se derrumbo, quedando de rodillas frente al árbol y miles de gotas cristalinas rodaban por sus mejillas. 

Mientras Magni se recuperaba, trataba de pasar las horas haciéndole compañía tocando la gaita y cantando la endecha que había compuesto para recordar al pobre Brom. El enano había sido tozudo, maloliente y malhablado (como todos los enanos), pero un compañero leal y valiente. De la misma manera, cuando Magni me llamaba "pequeña rata estridente y ruidosa", y me rogaba que tirara la gaita, sabía que lo hacía desde el cariño y el respeto... los enanos son así.

Bueno, como muestra de respeto, además, renombraría a los lobitos, ahora como "Brom" y "Valiente". Sé que le habría gustado, aunque lo habría negado.

Tras unos días de descanso, con el correspondiente duelo por el compañero caído, el resto de los aventureros están recuperándose de las heridas y fatigas que han sufrido. Cuando llega a Farton otro aventurero con ganas de unirse al grupo. También tendrán que hablar con el alcalde y cobrar la recompensa por haber terminado con la amenaza de los orcos. Pero esa es otra historia.

Fin (de la primera parte)

Continuara....