Lo que vio en aquel momento dejó a Miguel completamente horrorizado, jamás pensó que vería como alguien se comía a otro alguien, por mucho que fueran fantasmas, ni en las películas había visto semejante escena brutal. Después de aquello Miguel recogió el cuchillo y el diario que se le había caído al suelo y no dijo ni una palabra, se había quedado totalmente pálido y asustado.
Con la cabeza gacha siguió al resto de sus compañeros.