Partida Rol por web

Ambientación (música de la radio de la furgoneta)

No, es igual que se sepa dónde estás, de hecho podéis ir en grupos de más de uno. Pero aún no se tira el dado, primero es simplemente diálogo entre los PJ hasta esta noche. 

Al fin había llegado, el día en que podían dar por concluida su etapa como alumnos de instituto y se encaminaban al final de su adolescencia, a la Universidad. Tom cabecea al ritmo de la música que suena a través del equipo de sonido de la furgoneta. Quedaban atrás, con su graduación, los complicados años que había atravesado: las peleas en casa, los abogados y, con suerte, las visitas a su Psicólogo... Aún quedaba conocer cuál sería La Universidad; unas semanas de incertidumbre, de esperar la llegada de una carta con buenas noticias. ...Pero, por el momento, no podían hacer más que divertirse y celebrar sus logros. Habían decidido unos pocos compañeros hacer un viaje a una localidad cercana y, cuando le invitaron, Tom decidió que era el momento de dar un giro a su vida y aceptó. De modo que hoy Tom Prescott va sentado en esta furgoneta con un grupo de chicos con la meta de pasar una noche en una casa abandonada tiempo atrás. Un plan como cualquier otro en la opinión de Tom, pero que tiene tintes de aventura; el broche perfecto para el momento: la última aventura juvenil, la última travesura antes de entrar a formar parte del mundo adulto... ...Y Tom, el chico que había pasado media vida entre libros, piensa que no se le ocurre una forma mejor de dar carpetazo a este momento; una experiencia que recordarán entre risas dentro de algún tiempo, seguro.

Aparcada en la puerta del instituto estaba mi Volkswagen t1, no se porque, pero esa furgoneta siempre le habia tenido cariño... creo que a lo poco que le tenía cariño... de vez en cuando veía a mi padre arreglarla hasta que me la regaló una mañana de navidad, ellos la usaron para sus años locos y hasta que me la dió estaba arrumbada en el garage, usada mas para almacenar que para conducir... estaba destartalada, llena de desconchones en la pintura, con los asientos que parecieran inexistentes salvo por los muelles que se clavaban, pero aún así era mi primer coche... 

Me encaminé hacia ella sacando torpemente las llaves del bolsillo de mis pantalones, mientras mi cabeza hacia una pequeña reflexión... se había acabado el instituto y lo estaba deseando, se acababa eso de ver las caras desde la última fila de pupitres, de personas que me daban exactamente igual, ojala nunca las hubiera conocido, gente que no me aportaban nada, tipos cachas que alardeaban de tener novia en el equipo de animadoras... ¿y que?... ¿por eso eres popular?... que asco me daban, soplones que se daban de listos, solo por destacar a la vista de los profesores... y los peores, esos listillos que se creían que sabian mas que nadie, los que no les podías replicar nada, creían que se iban a comer el mundo y para mi se iban a comer una mismísima...
En ese momento me topo con la puerta de la furgoneta, como era normal el bombín de la cerradura no giraba, se atascaba y tenía que sacar y volver a meter la llave una y otra vez mientras la mochila no paraba de caerse del hombro... se empezó a arremolinar la gente al rededor de la furgoneta, viendo como me debatía para abrir la puerta... se oían risas y comentarios entre dientes como... vaya porquería de cacharro con ruedas... mira que inútil que ni puede hacer dos cosas a la vez... será patoso, yo ya me hubiera ido... al poco consigo abrir la cerradura y con mala gana meto en la parte trasera la mochila... ahora quedaba otro reto, conseguir que arrancase... Pero veo una nota en el crsital de la furgoneta... lo cojo y lo abro...

Lo arrugo para disponerme a tirarlo por la ventanilla, pero me lo pienso de nuevo... que no tengo reaños... me sobran... apaiso el papel para ver el número de telefono, salgo a una cabina que habia cerca del aparcamiento y me dispongo a llamar... al otro lado de la linea la voz del interlocutor me sonaba, la había oído antes...

... Eres Jhon... ¿no?... (me quedo callado esperando que continúe...) con tu silencio me lo confirmas... si quieres ir a la casa, tendrás que hacerme un favor antes, no puedes ir solo, necesitas reunir a un grupo, ahora te diré sus nombres... los conoces... son tus compañeros de clase, quiero que les des esta invitación a...
Tom Prescott
Bill Copper
Daeva Tungl
Erynn Reid
Kenny Sullivan
Susan Williams
Al decir el último nombre cuelga sin decir nada mas...
Escribo seis veces lo que decía la invitación... y solo con un golpecito en la espalda voy entregando los papeles con lo siguiente escrito...

Aparcada en la puerta del instituto estaba mi Volkswagen t1, no se porque, pero esa furgoneta siempre le habia tenido cariño... creo que a lo poco que le tenía cariño... de vez en cuando veía a mi padre arreglarla hasta que me la regaló una mañana de navidad, ellos la usaron para sus años locos y hasta que me la dió estaba arrumbada en el garage, usada mas para almacenar que para conducir... estaba destartalada, llena de desconchones en la pintura, con los asientos que parecieran inexistentes salvo por los muelles que se clavaban, pero aún así era mi primer coche... 

Me encaminé hacia ella sacando torpemente las llaves del bolsillo de mis pantalones, mientras mi cabeza hacia una pequeña reflexión... se había acabado el instituto y lo estaba deseando, se acababa eso de ver las caras desde la última fila de pupitres, de personas que me daban exactamente igual, ojala nunca las hubiera conocido, gente que no me aportaban nada, tipos cachas que alardeaban de tener novia en el equipo de animadoras... ¿y que?... ¿por eso eres popular?... que asco me daban, soplones que se daban de listos, solo por destacar a la vista de los profesores... y los peores, esos listillos que se creían que sabian mas que nadie, los que no les podías replicar nada, creían que se iban a comer el mundo y para mi se iban a comer una mismísima...
En ese momento me topo con la puerta de la furgoneta, como era normal el bombín de la cerradura no giraba, se atascaba y tenía que sacar y volver a meter la llave una y otra vez mientras la mochila no paraba de caerse del hombro... se empezó a arremolinar la gente al rededor de la furgoneta, viendo como me debatía para abrir la puerta... se oían risas y comentarios entre dientes como... vaya porquería de cacharro con ruedas... mira que inútil que ni puede hacer dos cosas a la vez... será patoso, yo ya me hubiera ido... al poco consigo abrir la cerradura y con mala gana meto en la parte trasera la mochila... ahora quedaba otro reto, conseguir que arrancase... Pero veo una nota en el cristal de la furgoneta... la cojo y la abro...

La arrugo para disponerme a tirarla por la ventanilla, pero me lo pienso de nuevo... que no tengo reaños... me sobran... apaiso el papel y lo guardo en la guantera de la furgoneta...

Cuando llegué a la casa de mi abuela, la noté algo rara... como si supuera de que algo malo iba ha hacer, no me preguntó nada aunque la noté distante durante toda la comida, sobre las 17:00 salí de la casa como de costumbre, sin decirle nada, estaba ya atardeciendo, y al montarme en la furgoneta vi de reojo a mi abuela asomada en la ventana del comedor haciendo como un gesto con la cara de... no vayas... arranqué la furgoneta y ese sentimiento que estaba presente durante la comida, desapareció...

Sobre las 17:15 llegué al instituto, los del turno de la tarde entraban por última vez a sus clases, se oyó el timbre sonar para los mas rezagados y paré la furgoneta en el sitio acordado... eché el asiento hacia atrás, puse la radio y esperé a ver quien venía...

Kenny se montó sonriente en la furgoneta de Jhon, en lugar de tomar algún asiento, se sentó con la piernas cruzadas en la parte de atrás. ¡Estaba deseando que empezara la aventura! Para él era exactamente eso, una aventura sin importancia que, aunque fuera ilegal, no traería mayores complicaciones. 

Qué os parece si, en lo que dura el viaje, jugamos a algo? Qué habéis traído?

G.G. llevaba un día de perros, se había levantado con dolor de cabeza y con la horrible visión de su hermano Ty, de cinco años, saltando como un histérico a los pies de su cama cantando con voz desgañitada esa maldita canción de su festival de final de párvulos. Se había visto obligada a salir de debajo de sus sedosas, exclusivas y frescas sábanas antes incluso de que sonara el despertador, para echar a ese mocoso de su cuarto y descubrir en el espejo del pasillo un post-it de sus padres haciéndola responsable del enano hasta el medio día. ¡Estaba harta! Muy harta de tener responsabilidades que no había pedido. Nunca les había pedido una mascota, mucho menos un hermano, y, sin embargo, se había pasado la mañana entera haciendo su maleta con las estridentes voces de los "dibus" del nene en vez de la banda sonora de su vida. Su castigo -porqué aquello solo había podido ser un castigo por vete a saber qué- había terminado al mediodía con la vuelta de sus padres, y en ese momento, G.G. había aprovechado para salir corriendo antes de que Henry y Sylvia volvieran a colocarle el crío. Ni siquiera se había arriesgado a comer en casa. Antes de salir, dejó un post-it en el espejo del recibidor avisando de que pasaría la noche fuera de casa. Condujo hasta el centro comercial y ahí esperó que se hiciera la hora en la que había quedado con los del insti para ir a la casa esa del yuyu. Había oído que en la hermandad de las Beta-Beta-Pi hacían actividades de iniciación similares y ella, no solo creía que era una chorrada enorme lo de los fantasmas, sino que había leído en su horóscopo que ensayara sus metas. Recogió a quién le hubiera llegado la voz de que ella tenía sitio en el coche, y luego se dirigió al instituto para seguir la furgo fuera de moda del calladito ese de última fila.

A las 3 de la tarde Daeva ya se encontraba en el sitio pautado. Escaparse temprano de clases le dejó tiempo para distraerse un poco, sentado a una distancia segura de la puerta del instituto el chico se había mantenido durante las últimas dos horas y 20 minutos jugando con sus cartas de tarot, haciendo preguntas que quedaban sin una respuesta muy definida.

Con un pesado suspiro el muchacho recogió la mochila, tal vez demasiado grande para lo poco que llevaba y se encaminó hacia la furgoneta. Su cabello caía sobre su rostro y la capcuha de su sudadera cubría lo demás, dejando su rostro casi oculto entre las sombras. Sus ojos azules se fijaron en el conductor y el otro chico que había llegado y en el momento que el reloj marcó las 5:30 colocó su pie dentro del vehículo, sentándose en el puesto del copiloto... 

Conocía al muchacho de vista, ambos eran, a su modo, execrados. Compartían los puestos de la última fila y pocos tomaban un interés en ellos más allá de las burlas de sus compañeros. -Hey- Dijo con una voz suave y profunda al chico para luego fijar la vista hacia el frente, observando, esperando a los demás que se unirían a su pequeña expedición.

Al rato de dormitar... no sabría decir cuanto, se abre la puerta de la furgoneta... con los ojos entre abiertos distingo una figura... me digo para mi mismo... bueno... ya ha llegado el primero... creo que se sentaba cerca del encerado, pero no me importaba mucho... si... creo que era un tio llamado Tom no se que mas... un celebrito... uno que calificaría en el grupo de los enterados...  lo saludo con un simple gesto con la cabeza...
Justo cuando iba a cerrar la puerta aparece otro mas... Kenny... un popular de los del montón que se cree que es el mas chulo del barrio pero es el último mono... encima viene... que si jugamos a no se que o a no se cuanto... este va a durar menos en la casa... lo saludo de la misma forma que a Tom, un simple levantamiento de cabeza...
Al poco de ya estar tres en la furgoneta veo llegar de la lejanía a un muchacho encapuchado, ¿no será el rarito...?, con este no hice muchas migas pero creo que es el único de momento que en la furgoneta no voy a darle una patada en el culo... hago el mismo gesto a Daeva también...
Veo que un coche se acerca... no se de quien puede ser... es posible que fuera de algún profesor, hasta que se pone a mi par... la ventanilla del piloto baja y me indica que me sigue... es posible que también estubiera en clase, de primeras no la reconozco... asintiendo con la cabeza...
Cuando me estaba preguntando que cuantos mas se iban a meter en la furgoneta veo a otro mas... ¿este...?, ¿como se llamaba este...?, ahmmm... ya Frank, un colgado o eso me parecía a mi... se sentaba cerca de mi, pareciera que dormitaba mas que atendiera en clase, ¿que hará este aquí?... vaya grupito, no se si hubiera sido mejor quedarme en casa... con este cambio de gesto, lo saludo levemente con la mano, algo así como un saludo militar a desganas...
 

Se suponía que este seria un viaje para diez personas y yo no era uno de la decena. La noticia corrió y llegó a mis oídos. Ni siquiera recuerdo quien me contó. Mi cabeza comenzó a volar cuando escuche que decían "casa encantada" y el extasis llegó cuando oí "sangrientos crímenes". Yo iba a ir como sea.

Salí del apestoso colegio, fui a mi ratonera, así le digo yo, los demás le dicen casa. Entré, revolví entre la mugre de mi habitación, agarre cosas posiblemente útiles y un paquete de galletas abierto, a medio comer con una pisca de humedad, como de costumbre.

Salí de mi casa, cuando escucho un grito desde adentro: -¡Frank! ¡¿A donde vas?!-, era la prostituta de mi madre. Hice de cuenta que no escuche nada y emprendí camino.
Sabía que tenía que buscar una manera de ir, y también sabía que uno de los pibes tiene una furgoneta. Asique, ya solucione el tema de viáticos. Me dirigí a donde se reunirían los diez. -No creo que nadie que somos once- Pensé.

Metros antes de llegar pude notar la vieja pero excitante furgoneta. -Con una de estas desaparezco y no me ven nunca mas- Pensaba al verla.

La miro, sonrío, mientras imagino las cosas que se vienen, y veo unas siluetas arriba. Entro a la furgo, -Hola- . Fue un saludo super general y sin demostrar expresión facial alguna, prefería pasar desapercibido. Busqué un lugar con la mirada y lo ocupe de manera brusca y rápida. -Movimiento algo torpe para pasar desapercibido- Pensé.
Agache la mirada y a la espera.

Quería pasar desapercibido, pero Kenny, que estaba rodeado de raros (y al cual esto no le importaba en absoluto) quería que este viaje fuera inolvidable. Por eso nadie debía sentirse excluido. Empezó a hablar con Jhon, Daeva y Frank:

Venga, qué le dice un pato a otro en una carrera? Estamos empatados! Y qué le dice un pavo a otro por la noche? ¡A-pagalalú! 

Los chistes no eran los mejores del mundo, desde luego no le iban a dar un premio por ellos. A no ser que considerasen como premio una sonrisa. 

Rosebud. 18:00

La furgoneta y el coche de G. G. aparcaron enfrente de la casa. Cuando la pandilla se bajó, pudieron contemplarla desde fuera... era como un dulce que esperaba para ser desenvuelto. Pero aún no era hora de entrar, cualquiera podría verles y se meterían en problemas. En lugar de eso, habían acordado investigar el pueblo.