Partida Rol por web

En cualquier otra circunstancia lo de ser famoso le hubiese encantado a Alí, pero su caso era delicado, como dijera la sacerdotisa que bendecía las expediciones, el apellido Lisimba (león) era un recuerdo doloroso para airear tan a la brava en aquella ciudad. Tal vez abrirse a Wati ahora podría suponer el linchamiento de una cultura que posee el rencor de miles de años, pero por otro lado podría ayudarle a conocer el auténtico pasado de su linaje.

Estupendo le dijo a Nylwa a la vez que le ofrecía uno de los licores de granada que había ido a buscar. En su cara se reflejaba incertidumbre en forma de media sonrisa y el ceño casi fruncido.

La noche iba avanzando mientras los diferentes aventureros intercambiaban experiencias vividas en la necrópolis, el ambiente era agradable y distendido. Nada mejor que unas copas de algún brebaje para calmar las tensiones de un día de exploración en la ciudad muerta de Wati.

Ibrahïm examinaba la espada que le tendió el líder de los Perros Locos y determinó que si bien la manufactura del arma era perfecta, las propiedades mágicas eran de lo más básico. Awib examinaba detenidamente al mediano en busca de malas intenciones, pero no halló signos de maldad en Marro. Nylwa absorbía la experiencia de estar ante tanta gente interesante con una sobreexcitación rayana con el paroxismo. Ali se sonreía ante la candidez de la joven mientras pensaba taciturno en tiempos muy antiguos. Ravic por su parte permaneció en un segundo término, donde se sentía cómodo y no llamaba la atención.

Los grupos se fueron deshaciendo y muchos empezaron a desfilar hacia las habitaciones, otros se marcharon del lugar ya que se hospedaban en otros establecimientos.

Una mujer bien vestida y de andares distinguido se acercó a la mesa donde se encontraban los Leones de Wati.

Saludos, compañeros exploradores, mi nombre es Velriana Hypaxes y dirijo un grupo de exploradores fieles devotos de Nethys, dios del conocimiento, y llegamos a Wati en busca de un lugar sagrado para nuestra fe...- cambió a un tono algo malhumorado.- pero los estirados pharasmitas no permitieron que se eligieran los lugares de exploración.... ¿en vuestro deambular por la necrópolis habéis encontrado alguna referencia al "Ojo Erudito"?

Awib dió un nuevo sorbo a aquella cerveza amarga que debido a su intensidad parecía más una penitencia que un placer mientras entrecerraba los ojos observando a la estilada mujer de sombrero de ala ancha que había aprecido.

La phamet entendía muy bien la situación de aquella devota de Nethys, al fin y al cabo el clero de Pharasma eran los que tenían el poder allí sobre las expediciones, y fácilmente podían manejar las prioridades entre todos aquellos participantes, especialmente en las que profesaban una religión diferente a las suyas, como también era el caso de Torag. Awib no había tenido demasiado problema debido a la buena relación entre los enanos phamet y los pharamistas, sin embargo, en el caso de Nethys bien podría ser otra historia.

- El Ojo Erudito... - repitió seria la paladin. - lo cierto es que no hemos hallado ninguna referencia a ello. ¿De qué se trata, señora? - preguntó circunspecta, aguardando las intenciones que podría tener aquella mujer respecto a los Leones de Wati. 

Velriana posó sus ojos en la paladín enana y con una sonrisa en la boca le dijo:

El "Ojo del Erudito" es algo relacionado con nuestro deidad, pero las investigaciones que hemos llevado a cabo no han arrojado luz sobre el asunto.... Sí encontramos una referencia a la ciudad de Wati pero nada más. Acudimos a los pharasmitas en busca de información pero no quisieron decirnos nada. Entiendo su situación, el faraón ha tomado ciertas decisiones que no están alineadas con su credo pero se toman muy en serio su papel de vigilantes de la gran exploración....

Por cierto, no me has dicho tu nombre, amable phamet.. Supongo que será por el largo y agotador día que habéis pasado. Bueno, me retiro a descansar pero antes me gustaría pediros que si averiguais algo sobre el Ojo Erudito me lo comuniqueis...

Sin dar tiempo a respuesta alguna se dio la vuelta y se marchó hacia la salida del Diente y la Cachimba. La noche avanzaba y el día siguiente también prometía emociones....

- ¡Qué guapaaaa...!- Susurró la muchacha al ver a la distinguida mujer acercarse. Durante unos segundos mantuvo una afable conversación con Awib, pues de todos, la paladín enana era la que mayores conocimientos en religión poseía. Ella, a pesar de haber pasado gran parte de su vida en un templo, a veces mezclaba las leyendas de un dios con otro. Debía ser por su mala memoria...

- Buenas noches.- Se despidió cautivada por el encanto que desprendía a raudales Velriana. Le hubiera gustado presentarse, pero el intercambio de palabras fue realmente efímero.

Dio un nuevo sorbo a su vaso de madera. Ingirió aquella cerveza amarga que la enana le recomendó para que le creciera barba -no acababa de comprender el sentido de aquellas palabras- y recogiendo sus cosas se marchó a sus aposentos.

- ¡¡Qué descanséis bien chicos!!- dijo con mueca primorosa afectada por los efectos enólicos - ¡Qué soñéis con los dioses y ellos os recompensen con un descanso justo!- Y tras decir estas palabras, marchó a dormir.

Ciertamente los Leones de Wati no habían descubierto nada sobre un ojo de ningún dios... tampoco sobre sus ancestros. Pero lo que sí había descubierto es que él no era el único interesado en desempolvar la sabiduría que ocultaban las tumbas más que en sus tesoros. En ningún momento pensó en que se había equivocado de aliados para los menesteres que le habían devuelto a la ciudad natal de sus ancestros, pues sus compañeros en poco tiempo ya se habían convertido en la única familia que tenía, pero sí se interesó por que hiciesen buenas migas con aquella dama y sus aliados.

Intentó acercarse para hacer contacto a su manera tirando de reluciente sonrisa y haciendo gala de sus mejores modales... pero justo en el momento que decidía entrar en juego la mujer dio media vuelta y se fue rauda dejando palabras y respuestas en punta de boca.

Vaya, que prisas dijo con cierto desencanto Bueno, tengo la intuición que no tardaremos en volver a vernos.

Poco a poco los Leones de Wati al igual que el resto de exploradores se fueron disolviendo para disfrutar de un merecido descanso tras la primera aventura vivida... mañana más y mejor

Ibrahïm asintió complacido al devolverle la espada al mediano y dirigió una significativa mirada a los compañeros alzando los hombros en señal de que no estaba del todo mal.
En ese momento hizo acto de presencia una mujer de aspecto refinado preguntando acerca de algo llamado el "Ojo Erudito".
Ciertamente, en la tumba que habían visitado, no hallaron ninguna referencia a nada parecido.

Con la misma muestra de cortesía con la que había llegado, se marchó apenas unos minutos después y, acto seguido, algunos de los que estaban sentados en la mesa hicieron lo propio.
Estaban cansados y la promesa de reposo que ofrecía una buena cama era todo cuanto el joven mago le pedía a la vida en esos momentos.
- Muy buenas noches, que descanses. - se despidió de Nylwa que ya se marchaba. Sin embargo, pese al deseo que Ibrahïm sentía por retirarse, permaneció aún unos momentos más en la mesa, pues aún no habían tomado una decisión clara acerca de qué hacer con la oferta de Marro; él había mostrado cierto interés en el acero y no sería correcto levantarse y marcharse sin darle una respuesta clara.

Apuró la jarra que tenía sobre la mesa y preguntó a los que aún quedaban con él: - Bueno, un arma así es siempre útil pero, ¿nos llega para pagarla?

Que os den, ya me he cansado de esperar respuesta. - Marro se levantó, cogió la espada y se la guardó. Seguro que mañana consigo un buen precio en el mercado... Adiós.

El líder de los Perros Locos salió por la puerta con los suyos, de muy malas pulgas y dando un portazo.

- Pues te la metes dónde te quepa.
Ibrahïm observó cómo el mediano desaparecía tras la puerta y tamborileando con los dedos sobre la mesa, se despidió de los que quedaban a su lado: - Compañeros, el peludo y yo nos retiramos. ¿Desayunamos juntos mañana?

Abbas estaba tumbado junto a la silla, adormilado. - Vaamooos - dijo, cogiéndolo en brazos con suavidad.

La paladin frunció el ceño ante la mala educación de aquel mediano que se había entrometido en el descanso y ocio de los Leones de Wati para insistir en la venda de una espada mágica que si bien parecía tener una calidad excelente no era el tipo de arma que ninguno de ellos prefería blandir.

Cuando Ibrahim le devolvió la amable "despedida" , Awib dió un nuevo sorbo de su cerveza amarga.

- Si, será mejor que descansemos. Ha sido un día muy largo, y ya hemos visto suficiente por aquí... - dijo la robusta enana levantandose de la mesa y cogiendo de nuevo su martillo. 

Ravic miró el devenir de los acontecimientos como si fuese un espectador de otra mesa. Le extrañó el papel de aquella tal Velriana Hypaxes, y de su animadversión por sus intentos infructuosos de colaboración del clero Pharamista con sus deseos. Pero no le dio muchas más vueltas; la mujer se fue y sólo les pidió información en caso de que se encontrara información relativa a su deidad.

Lo que ya miró, entre divertido y surrealista, fue la escena de Marro. Bien era cierto que sólo Ibrahim había mostrado interés, pero parecía dolido por no haber acaparado el centro de atención del grupo. Parecía un buen trato, sin embargo, no había causado el impacto en el grupo que Marro deseaba, y decidió retirar la oferta de malos modales. En fin, un nuevo capítulo que recordar.

Practicamente se habían retirado todos a sus aposentos, quedando los dos guerreros en la mesa. Ravic asintió a las palabras de Awib y comenzó a recoger las cosas. Mañana tendrían una nueva exploración.

Los Leones de Wati se fueron retirando a descansar. El día había sido largo y agotador, la tumba de Akhentepi había sido un lugar difícil de explorar y peligroso. No en vano estuvieron a punto de morir en diversas ocasiones. Al día siguiente conocerían su siguiente destino de exploración... se durmieron con la esperanza de que no fuera tan peligroso como el lugar de descanso de Akhentepi....

El sueño huía de Alí como ellos lo hicieron del enjambre de cucarachas en la tumba de Akhentepi. La adrenalina aún corría por las venas del joven explorador impidiendo que conciliara el justo sueño que su cuerpo merecía tras el aciago día que habían pasado.

A punto estaban sus ojos de cerrarse cuando unos golpes en su puerta lo pusieron alerta de nuevo... ¿quién sería a aquellas horas?

Con sumo sigilo desenvainó una de sus dagas y recurrió a ocultarla a su espalda sosteniéndola con una mano... el estrafalario mercader no era desconfiado ni paranoico, pero su nombre estaba rodeado por un mancha que fácilmente podría procurarle enemigos entre las gentes más fanáticas de la cultura nobiliaria de la zona... después de todo los Lisimba junto a otras familias que huyeron de Wati estaban considerados traidores.

Se acercó a la puerta y fingiendo una somnolencia que en ningún momento había alcanzado preguntó:

Si? fingió un bostezo y los ruidillos que la gente hace al desperezarse y estirar la musculatura de brazos y tórax mientras afianzaba el arma apretando su mano cn fuerza.

- Me...No... No me encuentro bien Chali...- emergieron las palabras de Nylwa al otro lado de la puerta. Su tono era desconcertador y estaba cargado de miedo...

Viendo que quien se hallaba al otro lado de la puerta era la joven Nylwa, Alí relajó la pose y dejó caer con disimulo la daga haciendo que esta se clavara a en el suelo cerca del quicio de la puerta con un sordo toc. No sonrió ampliamente como era habitual ante la presencia de cualquiera y más de una guapa joven como la que llamaba a su puerta, por el contrario su mueca se tornó preocupación y su tono delicadamente sombrio.

Nylwa. Pe... pero que ocurre? te encuentras bien? pasa, pasa Comentó mientras abría la puerta de par en par para facilitarle al entrada

Cuando Alí abrió la puerta contempló frente a él algo que jamás hubiera pensado. La chiquilla que tenía ante él, era Nylwa, pero en su rostro no se observaba ningún ápice de la inmadurez que hasta el momento había exhibido. Su mirada mostraba la decisión propia de siglos de existencia. Era como si un ser ancilla y primitivo surcara su sangre tomado el control de su alma. Su belleza resultaba más primorosa si cabe.

Puso un dedo en los labios del mercader. No era tiempo de hablar. Dio un paso cruzando el umbral de su puerta y antes de que dijera nada, plasmó sus carnosos labios sobre los del pícaro. Si Alí tuvo la intención de resistirse en algún instante, pronto su voluntad sucumbió a los encantos de aquella chiquilla que parecía saber lo que buscaba.

La mujer portaba un sugerente vestido demasiado corto y transparente, dejando entrever todos los tersos rasgos que conformaban el voluptuoso cuerpo de la muchacha. Puso la palma sobre el pecho del sorprendido chico, y con un empujón lo lanzó sobre la cama. Seguramente, Alí estuviera hablando, intentando saber qué sucedía, pero Nylwa no oía nada más que la llamada de su alma. Sin dilación, desanudó el cordel que mantenía las telas apretadas a su cuerpo, cayendo estas y dejando a la vista todo esplendor. Se subió sobre la cintura del mercader, dejando que notara el tacto de sus candentes y poderosos muslos. Era como desatar la misma furia de los infiernos...

Cuando Alí quiso darse cuenta, Nylwa se hallaba en trance y cabalgaba sobre el sexo del pícaro. Aunque lo hubiera deseado, no habría podido resistirse. Aquella belleza era tan peligrosa como atrayente. Aquella calidez era una droga capaz de subyugar hasta el sacerdote más beato. La muchacha se retorcía y gemía, moviendo sus cadera de forma acompasada, a la par que buscaba el placer y el orgasmo que la liberara.

Cuando aquello llegó, el fuego pareció invadir el cuerpo de la muchacha, que tensando su cuerpo se encendió como una tea, mientras extraños símbolos y runas se dibujaban en su cuerpo...

Luego, la chiquilla cayó rendida sobre el lecho del mercader. Se sumió en un profundo sueño que borró cualquier rastro de aquellos signos y tatuajes. Cuando llegó el amanecer, Nylwa ya no estaba allí.

Quizás sólo fuera un sueño...

Al despertar sintió el frío vacío que deja el abrazo ausente del amante que al amanecer se desvanece como se diluye el brillo de las estrellas con el despuntar de los primeros rayos de luz. Alí era un muchacho experimentado, no un mujeriego ni un galán que disfruta de la compañía de la mujer que le apetezca cada noche, pero sí un viajero que había conocido muchos y diferentes lechos de mujeres maduras cansadas de serle fiel a aquel marido barrigón que ya no le atraía o con el que se había visto obligada en un matrimonio de conveniencia , muchachas con el ánimo y el alocado lívido de las ganas de experimentar sensaciones nuevas en la juventud, prostitutas con más sabiduría en lengua y entrepierna que todo un consejo de cualquier gobierno o simplemente amores ocasionales que endulzan alguna noche de verano y que como aquella misma dejan al amanecer el amargor del quizás volvamos a vernos. Pero lo acontecido con Nylwa fue diferente, no lujuria ni amor, simplemente la experiencia más increíble que jamás había sentido, una experiencia cuasi divina, lo cual le llevó a tener una serie de extraños y contradictorios sentimientos, todo había sido el juego lascivo de un demonio que había poseído a la hermosa muchacha o su querida amiga era la carcasa que el mismísimo Adabar había utilizado esa noche para enviarle una señal para comunicar que andaba por buen camino y que el sino de los Lisimba se restablecería con todo su esplendor?

Alí se dejó caer sobre la almohada con una sonrisa de satisfacción y soñó despierto durante unos minutos reviviendo cada segundo de placer que recordaba... después suspiró al pensar que pasaría cuando en un rato se reunieran en el desayuno, como debía comportarse o simplemente si Nylwa recordaría algo de lo sucedido o se haría la inocente... Era la muchacha realmente olvidadiza e ingenua o más lista y peligrosa que la arena del desierto?