- No perdamos más tiempo entonces. - dijo con una voz grave y femenina a la vez la paladina enana, quien se echó el martillo a dos manos al hombro como si de una pluma de ave se tratara. - Esperemos que esta compañía llegue a buen puerto... - susurró la enana al tiempo que observaba con suma curiosidad como Nylwa le había cogido del brazo como si una niña de su edad se tratara. - ... y espero que sepáis manejar las armas, dudo que la necropolis esté exenta de peligros. -