Partida Rol por web

Thelonius revisa con cuidado la puerta y no encuentra ni en ella ni delante de ella ningún mecanismo del que preocuparse. No obstante, sí escucha un ruido procedente del interior. Rascar y roer, rascar y roer. Parece una convención de ratas. O mapaches. O peor.

Reshark hace un gesto hacia el grupo levantando la mano, indicando que se estén quietos.

Después, lentamente, comienza a acercarse a hacia el grupo de ratas, lentamente, flexionando un poco más las rodillas a cada paso que da, agachándose así poco a poco, sin ningún movimiento brusco. Mientras avanza, intenta alcanzar algún pellizco de comida de su petate, un trozo de pan duro o similar, a la vez que las palabras brotan suavemente de su boca. Vamos, pequeñas, ¿qué pasa con vosotras? ¿Teneis hambre? Os hemos traido algo de comida.

Al quedar a unos pasos de ellas, le lanza la comida por lo bajo.

Hey, mira, pero si no os voy a hacer daño. continúa Reshark mientras da un par de pasos más, ayudándose esta vez con las manos para avanzar más despacio. La curiosidad por aprender más de esta extraña variante de rata le impulsa a incurrir en la ira de los protectores del nido.

Reshark se acerca un poco más y las ratas se lo permiten, aunque con cierto aire de precaución. Se hacen a un lado, pero no se van muy lejos y miran con desconfianza al resto de los compañeros.

Resgistrando el nido, el explorador descubre que las telas y vendas no estaban solas. Para decorarlas y hacer aún más ricas las vestiduras mortuorias de sus líderes, los antiguos Cynidiceanos las engarzaban con piedras preciosas. Reshark encuentra hasta cuatro de ellas, de un color amarillo intenso y del tamaño de una uña cada uno. Si la gema es de las valiosas, podrían valer cientos de monedas de oro cada una.

Retrociendo unos pasos, no sin antes dejar una buena pieza de alimento a sus nuevas amigas, Reshark hace gesto a sus compañeros para que crucen la sala hacia la otra puerta, quedándose él siempre entre sus compañeros y las ratas.

Reshark examina la zona alrededor de la puerta, por si alcanzase a descubrir pisadas o algún rastro de animal o criatura.

Mientras, mira a Thelonius y le dice ¿Notas algo raro en la puerta que hayas visto antes en tu palacio?

Tancred se queda mirando pensativo - Mmmm - emite mientras sigue mirando con curiosidad el grabado de la puerta

Thelonius se acerca a la puerta y examina el mecanismo que Reshark le señala.

-Mmmmm...- tras mirarla de arriba a abajo, Thelonius se vuelve hacia vosotros con cara de fastidio. -Vaya, parece que los Cynidiceanos hacen unos mecanismos complicados... no hay manera de saber qué activará. Podría intentar abrir la puerta, pero si lo consigo, activaría lo que quiera que active.-

Reshark se gira hacia el grupo. ¿Qué pensais? Yo creo que lo mejor sería continuar, aunque no me gusta dejar zonas inexploradas detrás, y volver más tarde con Urik.

Dejadme un momento... pide mientras acerca el oído a la puerta para ver si escucha algo. No, no parece que haya nada dentro. Me quedo más tranquilo si tengo la certeza de que no hay ningún enemigo a la espalda.

Despues de que Reshark ataque, el paladin le ayuda

Reshark y Tancred golpean ansiosamente la cerradura, que queda terriblemente abollada y partida. Ahora sería imposible abrirla con ganzúas y aún no habéis conseguido que la puerta se abra, pero la cerradura parece a punto de caerse...

El Paladin esta sudando y asustado

Rehsark vuelve a alzar el martillo de guerra y... golpea la puerta, casi a punto de golpear el martillo contra la dura piedra de la pared.

Tancred viendo a Reshark lo imita y ataca contra la puerta descargando un fuerte golpe contra ella

Garbur, al ver que no puede golpear la puerta por falta de espacio, decide hacer sitio y correr hacia el sur. MIentras, la dama madarunia, Aphoteia, asesta un golpe de hacha a la puerta... pero la cerradura sigue ahí, obstinada. Y el golpe que Reshark asesta a continuación tampoco es suficiente para partirla del todo, aunque queda casi pendiente de un par de clavos. Ziol lanza su conjuro; las palabvras mágicas parecen surcar el aire en una onda mística y ¡la cerradura salta, quedando la puerta abierta! Hitmol se lanza sin tardar al interior. Aunque no tiene tiempo de observarla bien, ve que ha entrado a una sala cuadrada, con columnas en las esquinas y una tumba en el centro.

Reshark es empujado por el paladín, salvando así su vida al entrar en la habitación, mantieniendo el equilibrio con gracia, sin llegar a soltar la antorcha.

Se queda quieto en el sitio, congelado ante el grito del pobre mago muerto, a la espera de saber qué ocurre con los dos guerreros que les acompañaban.

¡Nyll, Ellidian, apartad, dejadme hueco! grita Rehsak nada más aparecer por la puerta, sacando las armas y preparánose para el entrar en combate. ¡Urik, tú a por el sacerdote, intenta esconderte tras la refriega!