Aiush asiente.
- Sí será mejor que no añadamos a esa bestia en un nuestra contra durante una contienda.- El rostro de la muchacha se vuelve un tanto preocupado.- Has visto algúna cosa acerca de los aventureros?
Aenghus escucha atentamente... igual una carga frontal sería lo mejor... pillarles por sorpresa y... en ese momento Ailush pregunta y Aenghus espera la contestacion del explorador.
Perendior:
-No.- Dice mientras se frota la nariz.
De repente.- Atchis.- Perendior estornuda sin poder controlarlo ni le da tiempo a amortiguar el sonido, los orcos lo escuchan y se ponen en alerta. Uno de ellos entra rapidamente en la cabaña, mientras que el otro se situa en guardia observando en vuestra direccion.
Perendior se ha constipado por el mal tiempo que hace, ha cogido frio por la noche.
Durante unos instantes Ailush mira incrédula como ha cambiado la situación. Pero sin más la muchacha tomando con una mano el símbulo de Lathander qeu cuelga a modo de colgante de su cuello para evocarla gracia del Padre Radiante.
- Padre, no nos dejes solos en esta contienda que está en nuestro camino hacia el Bien, te lo suplico.- El tono de la sacerdotisa es como la de una hija para con su indulgente y justo padre. Y de repente sentís la calidez ya un poco failiar, al recorreros una ínfima parte de la atención de Lathander en vosotros.
Después la joven aferra el escudo que descansaba en la grupa de su montura, lista para lo que se avecinaba.
Bendecir para todos.
Mierda... Aenghus se pone en guardia y desenvaina su espada una vez más. Los orcos estarán alerta pero aún no nos ven, Aenghus retrasa la acción para atacar al primer orco que se ponga a su alcance.
¿Pero qué?... ¡Ahora he perdido la cuenta!. Seguro que si los orcos también estaban contando, que seguro que es lo que estaban haciendo, estarán enfadados, y querrán vengarse. Lo malo es que nos quieran pegar a todos. Estaré preparado por si acaso...
Me pongo en guardia, y empiezo a repasar mis conjuros, por si llega el momento de que hagan falta.