En la que los aventureros descubren que quizá se estaban enfrentando a más de lo que eran capaces de manejar.
El día en el que fallecí, por Taurnil Felagund
La jornada había empezado bien, yo lideraba la marcha junto a Jericó, dos niños habían sido rescatados gracias a mi
detallado conocimiento del terreno y la inestimable ayuda en el combate de sus compañeros, sin embargo sería pasada la
media noche cuando las cosas se pondrían realmente feas.
Una puerta apareció a nuestra siniestra y alguien dijo (no podría recordar quién) que no deberíamos dejar atrás ninguna
puerta, así pues, y con desgana pues algo me decía que no era buena idea, nos preparamos para una nueva sala del antes
templo enano. Un hedor horrible salía de la sala, el olor a muerte impregnaba el aire y 3 bestias horribles, Ghouls, nos
atacaron sin piedad. Los primeros envites fueron de desgaste, las bestias lanzaban garrazos y dentelladas y Jericó apenas
podía contenerlo y el nerviosismo pudo con él, se lanzó sobre las bestias y quedó rodeado... Pese a mis tremendos esfuerzos
y los múltiples golpes que asesté a las bestias nada se pudo hacer con Jericó que cayó muerto a mis pies. Al instante
Violeta ocupó su puesto con prácticamente el mismo resultado, quedó inmovilizada por el ataque de una de las bestias y solo
una de mis certeros estoques consiguió salvarle la vida en primera instancia. Sin embargo 3 Ghouls eran demasiados incluso
para mí. Raven y Gance huyeron mientras que Edgrin perseguía a los niños, solo yo podía darles el tiempo suficiente para
que se salvasen. Varios garrazos desgarraron mi tersa piel, sus colmillos trataron de hundirse en mi carne, pero mi rapier
les mantenía a raya, noté un fuerte quemazón, un hechizo lanzado por algún ser terrible en mi retaguardia, una garra se
enterró en mi cuello causando un herida mortal, aún así continué luchando yo solo contra las bestias, el rojo de mi sangre
manchaba mis ropajes y el suelo de la estancia, mis piernas fallaban, aún así saqué fuerzas para, en un último estertor,
lanzar un poderoso ataque contra uno de los Ghouls.
...El negro inundó todo...
Pude ver el resto de la aventura de mis compañeros gracias a mi fuerte consciencia que permanece perenne impregnando al
grupo de mi heroicidad.
Raven y Gance se encargaron de unos débiles Kobolds que les perseguían sin demasiado ímpetu gracias a la ayuda de Amras y a
que los Ghouls, aterrorizados por mi ferocidad, no pasaron del umbral de la puerta que yo había defendido. Tras la caída de
los Kobolds volvieron a rematar a los malheridos Ghouls, acabando el buen trabajo realizado por mí.
Edgrin se vistió con las prendas de un Kobold, dándole un aspecto bastante cómico/tétrico. Amontonaron los cadáveres en una
esquina para realizar una pira funeraria después de acabar con los Kobolds que había huidos a la habitación adyacente. Lo
que quedaba de la expedición abrió la puerta donde los Kobolds se atrincheraron, Edgrin recibió una leve herida y los
Kobolds murieron acribillados por el mago Gance y su ballesta, los certeros golpes de la maga Raven y los flechazos de
Amras, Edgrin no hizo absolutamente nada. Al fin parecía que los dos "lanzadores de conjuros" mostraban cierta utilidad
tras varios días haciéndose pasar por engullidores de raciones de viaje, un nuevo niño, el hijo del hombre que quería
matarme fue rescatado, ¡Mierda!. Sí, sin duda llegaron tarde pues la misión renqueaba sin mí. Una nueva habitación con una
galería excavada hacia abajo surgió ante los aventureros, la misión parecía clara pero había que descansar.
Tras la imponente pira funeraria, a la que no fue nadie más que Raven y Edgrin, pasaron la noche en paz, yo la pasé
tratando de avisarles de que por la habitación adyacente una pareja de Kobolds montados en unas ranas grasientas. Por
suerte Raven estaba despierta y pudo contener a los animales a tiempo para que el resto los derrotasen, más o menos pues de
4 enemigos huyeron 3. Tocaba cambio de campamento base a uno más alejado. Al día siguiente la expedición decidió continuar
en el mismo piso, probando otro pasillo en vez de tratar de llegar más abajo.
Dejaron una sala sin abrir pues pensaron que ahí estaría el Allip, y continuaron bajando. Unas puertas abiertas conducían a
un gran monolito con extrañas piedras verdes con, aparentemente, poderes magnéticos. El grupo eligió a Amras y le armó con
una porra para explorar la sala. Nada más entrar las puertas se cerraron tras él, activando la trampa magnética, y dos
extrañas cabezas intentaron, con escaso éxito, atacarle. Amras dio buena cuenta de ellas mientras el bardo Edgrin,
tremendamente inspirado por mis anteriores hazañas, daba fuerzas renovadas a mi hermano. Una nueva puerta quedó libre para
el grupo que decidió volver tras sus pasos a abrir la puerta que pudiese ser del Allip.
Encontraron una sala central donde un homúnculo guardaba el cadáver de su señor, Raven se ofreció a hacer los ritos
funerarios y el homúnculo guió a Gance y a ella a la sala magnética, donde no cayeron en la trampa gracias a la guía del
homúnculo. Una vez llegaron a una sala con una imponente forja. Yo por supuesto pude ver los sucesos de Raven y Gance y los
de Edgrin y Amras gracias a mis recientemente obtenidos poderes extrasensoriales.
Una vez en la forja y tras unas palabras de Raven, un ser descendió del techo por una chimenea, un largo gusano escamoso
con múltiples extremidades y un gran pico curvado trató de atacar al hechicero y la sacerdotisa hasta que, extenuado, huyó
por donde había venido sin ninguna herida más allá del lacerante dolor en el orgullo.
Mientras tanto Gance y Edgrin encontraron un botón que no pudieron más que activar revelando a un viejo conocido, el Allip.
Por suerte Edgrin pudo cantar una bella estrofa de una de mis canciones liberando la mente de Amras y los niños para poder
huir lo más rápido posible. Escasos momentos después Gance y Raven llegaron y el grupo decidió enfrentarse al viejo
conocido confiando totalmente en sus nuevas capacidades. Los niños decidieron seguir huyendo.
El combate fue tremendo, Edgrin mantenía a raya los estridentes aullidos del ser intangible mientras el resto le atacaban
con armas mágicas. Fueron los golpes de mi hermano y las canalizaciones de Raven los que acabaron con el ser, que no dejó
ninguna recompensa salvo varios golpes a Amras, dejándole visiblemente afectado por un tremendo vacío mental. El enemigo
que una vez contuve para que el resto pudiesen huir era al fin derrotado tal y como predije. ¿Un nuevo poder? Quizás...
Tras la heroica y totalmente innecesaria hazaña el grupo se miró en silencio y con la cabeza gacha decidió que lo mejor
sería volver a descansar, pues habían gastado prácticamente todo lo que tenían de utilidad.
Creo que yo seguiré por aquí abajo... Me gusta la sala que habitaba el Allip... Quizás me quede, sí... Quizás... Es mía... Mi sala... No pasarán...
Y así estaban las cosas. Los arrojados aventureros de Hueco del Halcón habían conseguido rescatar a tres de los cinco niños desaparecidos a costa de la muerte de Lyrdan, Taurnil, Jericó y Violeta. El grupo había sido diezmado, sus recursos eran muy escasos y, aunque sonara increíble, el Crisol de Droskar todavía no les había mostrado su cara más fea.
Teniendo en cuenta que habían pasado más de ocho horas desde que Edgrin consiguiera huir con algunos de los niños era de suponer que el destino de los otros dos no era muy esperanzador. Se encontraban ante la difícil decisión de internarse aún más en los subterráneos con la casi certera muerte de todos ellos y de los tres niños rescatados, o abandonar a los dos restantes a su suerte, aceptando que estaban superados.
- De alguna manera se que a mi hermano le gustara descansar aqui - parece que estoy empezando a asimilar la partida de Taurnil - nunca entendi demasiado bien sus motivaciones. Demonios... creo que ni el mismo las entendia... Tan solo espero que descanse en paz.
Soy consciente de que esto nos supera, y que muy a duras penas hemos logrado salir con vida... los que estamos vivos. Jamas pense que esta aventura pudiera acabar con Violeta, Lyrdan y Taurnil. La mitad de los que entramos. Parece que los dioses se han querido cobrar una vida por cada uno de los niños que hemos rescatado.
- Ya hemos tentado demasiado a la muerte. Es hora de salir de aqui. Si quieren volver a por los otros dos niños, no me importara volver... con un pequeño ejercito.... salgamos de aqui.
Violeta sólo puede aportar una cosa más, aparte del regocijo con la canalización: Raven tiene pendiente de subir un nivel, acordáos...
-En fin, supongo que no tenemos derecho a arriesgar las vidas de estos tres niños, pero yo pienso volver a por el resto. No pueden quedar tantos monstruos ahí abajo; si encontramos gente dispuesta a acompañarnos podremos limpiar este maldito sitio y sacar a los otros dos niños, si es que siguen con vida.
Cuando volvieron al piso superior no encontraron rastro de Burbank ni Lyle, como tampoco encontraron rastro de la armadura de mithral que habían escondido en el dormitorio de los monjes enanos ni del equipo y raciones que dejaron con los hombres de Kreed.
Apesadumbrados, Amras, Gance, Raven y Edgrin pusieron rumbo a Hueco del Halcón escoltando a los tres niños. La travesía por el peligroso bosque de Lunaoscura fue lenta, ya que iban al ritmo de los pequeños y quisieron asegurarse de no sufrir ningún imprevisto. A la menor señal de peligro el grupo se detenía y se escondía entre la vegetación hasta que éste pasaba.
Al cabo de dos días llegaron al pueblo. El primero en verles, un leñador con el que se cruzaron en el camino corrió hacia la empalizada y se perdió entre los callejones, llamando a los halconeros, que poco a poco se iban asomando. Kitani apareció entre la muchedumbre y corrió a abrazar a Kimi para después lanzarse sobre Amras, al que no paró de agradecer entre lágrimas el rescate de su hija. Después fue Sharvaros Vade el que estrechó a Savram entre sus brazos y finalmente Colbrin Jabb, entre lágrimas, el que hizo lo propio con Mikra. Resultaba raro ver llorar a un hombretón manchado de sangre como el carnicero. La muchedumbre se abrió y apareció Thuldrin Kreed buscando a su hijo con la mirada. Al no verle entre los recién llegados casi se pudo vislumbrar como la última chispa de humanidad abandonaba al maderero. Ralla Hebbradan no lloró al no ver a su hermano. Se dio la vuelta y se marchó, su pelo rojo ondeando al viento.
Qué pasó con...
Mikra Jabbs: Colbrin, el padre de Mikra, lleno de alegría por el regreso de su hijo demostró su gratitud de la única forma de la que fue capaz, ofreciendo carne gratis a los aventureros de por vida. Mikra se recueró rápidamente de esta traumática experiencia y pronto empezó a mostrar habilidades mágicas. El muchacho se reveló como un hechicero cuyas capacidades innatas se desencadenaron al verse expuesto a la magia de las ruinas del monasterio.
Savram Vade: en cuanto volvió a Hueco del Halcón Savram abandonó sus estudios sobre nigromancia. Su traumática experiencia en el osario le dejó cicatrices emocionales y fobia a los muertos vivientes. El padre de Savram, Sharvaros, se disgustó con la actitud de su chiquillo y lo repudió.
Kimi Pisacornisas: la madre de Kimi, Kitani, se obsesionó con Amras Felagund, con el que acabó viviendo un apasionado romance al verse incapaz de resistir la belleza y el encanto de aquella semielfa de larga melena negra como el ala de un cuervo. Aunque al principio Kimi se sintió agradecida con sus rescatadores, abrazó un gran resentimiento al ver cómo su madre traicionaba a su padre, el explorador vagabundo. Empezó a cometer pequeños delitos que acabaron desembocando en crímenes violentos. Al cabo de un tiempo Idris regresó, lleno de furia por la infidelidad de su esposa, buscando vengar esta deshonra.
Ralla Hebbradan: Ralla desapareció el día en que los aventureros regresaron al pueblo. Días después, el ferry la encontró muerta flotando río abajo.
Thuldrin Kreed: el maderero se volvió aún más siniestro y desalmado, lo que fue malo para la gente de Hueco del Halcón, pero bueno para el Consorcio Maderero.
Burbank y Lyle: pronto empezaron a llegar historias sobre las hazañas de un tal "Mithral" Burbank, su hacha de leñador y su inseparable compañero, el pequeño Lyle. Sus aventuras en el valle de Lunaoscura llenaron cientos de páginas.
Bua, ¿no seguís? Yo entiendo que sin Violeta no tiene sentido, pero al menos podíais haberlo intentado, niñitas...
La estatua en el centro del Hueco del Halcón de Taurnil al final es de piedra o bronce? Yo creo q el bronce queda mejor, pero vamos ya como el master vea :)
Gance Kerrain: tuvo una discusión con Raven por la propiedad de cierto antiguo libro de ilustraciones que él sabía valorado en no menos de ciento cincuenta piezas de oro y consiguió que la clérigo les comprara a Amras y a él sus partes del libro con el tesoro que le correspondía.
Durante algún tiempo, buscó sin éxito aventureros que le acompañaran en su regreso al Crisol de Droskar. Trató también de encontrar a Ralla para decirle que iba a rescatar a su hermano, y no pudo reprimir un par de lágrimas cuando supo de su muerte.
Decepcionado por las escasas muestras de agradecimiento de los habitantes del Hueco de Halcón –especialmente de Sharvaros Vade, aunque, de todas formas, ¿qué podía esperar un transmutador de un nigromante, uno de sus eternos rivales?- y sintiéndose bastante culpable por las muertes de sus compañeros, los dos niños que no habían encontrado y Ralla, decidió dejar atrás todo el asunto y poner tierra de por medio. Su excelente actuación de los últimos dos días que pasó en el Crisol le había hecho recuperar su confianza en sus capacidades, así que se pertrechó adecuadamente, compró una yegua a la que llamó Violeta y, tras despedirse de Amras –pues Raven ya se había marchado de la región-, emprendió el viaje hacia Nex, donde pretendía convertirse en un transmutador de primera categoría, acompañado por supuesto de su inseparable Lord Walton.
Amras Felagund: Gracias a los cuidados de Raven y Kimi, pudo recuperarse de sus heridas físicas… pero nunca pudo quitarse de su cabeza la violenta muerte de su hermano y el horrible destino de los dos niños que quedaron abajo del templo. Intento buscar consuelo en la bebida y en los brazos de Kitani, pero no hubo solución. La puntilla la puso un bardo que canto un soneto sobre el valor de “Mithral Burbank” y su compañero Lyle, y de cómo habían rescatado valerosamente a unos niños en el Bosque de Lunaoscura. Sin mediar se levanto, gasto todo su dinero en equiparse para darles caza, y salió tras ellos sin decir adiós a nadie. Esto no pareció gustarle mucho a Kitani, que escribió a su marido Idris detallándole como Amras la había seducido con engaños y subterfugios.