Día 2: Interludio

El dispar grupo se encontraba sentado en una mesa de la Taberna Irving Food & Drink frente a una sopa de pescado, vino tinto y costillas de cerdo para recuperar fuerzas tras una intensa mañana.

Finalmente, Irving Clark había abierto la casa de comidas en algún momento de la mañana. Se encontraba deambulando entre la barra y la cocina, con el rostro un tanto ensombrecido. Ni siquiera había avisado a Lucy ni a Daniel de que iba a abrir —tampoco esperaba que trabajasen tras la noticia de ayer—, así que cuando esta se presentó en el local acompañada de sus nuevos amigos, Irving les recibió con una triste sonrisa y les preparó una mesa de cuatro.

La taberna estaba prácticamente vacía, pero a su dueño le servía como distracción. Solo Joseph Hale, el joven de pelo largo que vino a dar la noticia del Cuerno de Narval la mañana anterior, se encontraba echado en la barra e iba por su tercera jarra de cerveza, tratando de ahogar la culpa.

Aunque más tarde de lo habitual, finalmente la taberna abrió sus puertas, entraron y dada la hora, se pusieron a comer. No tardo en fijarse que William había tenido algún forcejeo, ya que tenía algunas marcas y se le notaba dolorido en algunos de sus movimientos.  Tras ver que todos se encontraban, más o menos bien, y aprovechando que el tabernero estuviese alejado comento a sus compañeros.

-En la biblioteca no descubrimos demasiado, si alguna historia muy parecida a lo que le ocurrió al capitán Anderson, pero ni mapas, ni una posible idea de a donde iba con su barca. Luego el herrero logró abrir la caja, y en su interior había una brújula, a la que el golpe en la casa de Anderson había roto la tapa de cristal. Pero esta tal vez aun funcione, y bien podría ser el instrumento que guiaba al capitán en sus excursiones nocturnas, ya que parece funcionar mejor en el mar que en tierra firme.- Como en esos momentos el tabernero volvió a acercarse a la mesa, para traer unos trozos de pan. Dejo de hablar, ya había contado lo más importante que habían hecho aquella mañana. Estaba intrigado por saber como había resultado magullado el viejo pescador. 

No habían tenido que esperar mucho hasta que Lucy y el señor Whorf cruzaron la puerta de la taberna. No podía menos que alabar el temple de la gente de Jonesport. Irving había vuelto a abrir a pesar de todo el sufrimiento que debía cargar el hombre en su corazón. No sabría que habría hecho si a él... No, si lo sabía. Habría huido a un pueblo pequeño dónde nadie lo conociera y habría empezado de nuevo.

Apuro su trago mientras escuchaba al profesor Norris mientras miraba preocupado a Lucy y al señor Whorf. Quien notaba evidentes nuestras de haber estado envuelto en algún tipo de trifulca. 

Se limitó a asentir a lo que él decía. ​​​​​

William escuchó con atención la historia del profesor mientras daba cuenta de la primera cerveza que Irving le había servido. Notaba sus miradas de curiosidad. Lucy le había ayudado a limpiar un poco la herida antes de dirigirse a la taberna, pero era innegable que presentaba un aspecto horroroso. Que le iba a hacer.

- Nosotros tuvimos un encontronazo con un malnacido que nos atacó en la iglesia - explicó William tras haber pedido otra jarra -. Un norteño, bastante corpulento. Parecía estar de gresca con Longstone - el pescador echó mano a su bolsillo y sacó la llave de plata, dejándola bruscamente sobre la mesa frente a sus compañeros -. Antes de irnos, el Padre nos dio esta llave. Supusimos que serviría para abrir el cofre, pero ya poco importa.

Nada más acabar su relato, Irving llegó con su bebida. Ese hombre parecía un cadáver andante.

- Oh, y el soplón estaba con Longston. Al parecer pasó allí la noche, durmiendo la mona. Si se acuerda de algo de lo que pasó, optó por cerrar el pico cuando me vio despachar al otro imbécil.

Dicho esto, William dio un largo trago a su cerveza y se reclinó sobre el asiento, en silencio, con la mirada perdida.

Siempre voluntariosa, nada más entrar en la taberna y saludar a James y Alexis, se fue hacia Irving, abrazándole con gran fervor, derramando un racimo de lágrimas en su hombro.

-Lo lamento tantísimo. No debería haber abierto. -llena de congoja, se fue hacia la cocina para ayudar a preparar la comida, o al menos, servirla en la mesa.

Atenta, escuchó las explicaciones e información de los dos caballeros después de su investigación, mientras comía con apetito, mojando pan en la sopa. Asintió a las palabras de William.

-La actitud del reverendo Longstone fue muy sospechosa. Discutía en la sacristía con aquel hombre desconocido. Nos dijo que siempre buscaba el cofre y la llave, que era amigo de James, el anterior sacerdote. Descubrimos que Longstone mentía acerca de esa llave, finalmente nos la entregó.

Se sentía compungida y avergonzada - Le exigí la verdad, nos dio excusas, que en otro momento. Él se encargaría de ese señor. El reverendo esconde algo, secretos. Y yo… creo que fui demasiado irrespetuosa con él. No es habitual en mí.

Inclinó la cabeza hacia su plato. Entristecida, como rehuyendo la mirada de los tres hombres. Pero conservando parte de su entereza.

-Entonces…-¿Tenemos que usar la brújula para encontrar ese lugar nocturno? ¿Se podrá ir de día? O…¿la usaba para navegar a esa isla… misteriosa?

—Hiciste bien Lucy, por lo que nos cuentan el reverendo probablemente esté escondiendo más de lo que dice. He estado pensando y creo —miró alrededor para asegurarse de que no les estuviera alguien poniendo atención y bajó la voz para continúa—, es muy probable que aquel hombre o ambos, estuvieran relacionados con la muerte del capitán. Haya sido antes, durante o después del naufragio. El cofre estaba oculto en la escalera y la verdad es que nosotros solo lo encontramos por un azar del destino. 

hizo una pausa para comer algo antes de continuar. 

​​​​​​​—Deberíamos probar lo que encontramos en altamar, ver cómo se comporta y, aunque es tentador hacerlo al amparo de la noche, creo que es más seguro hacerlo durante el día. Por cierto Lucy, aún tengo la última carta que llegó del reverendo James¹, ahora quel ha mencionado lo ha recordado. Creo que quizás le gustaría leerla antes de que nos adentremos más en los hilos de este misterio —agregó dándole una significativa mirada a la chica. No sabían en la boca de que bestia se estaban metiendo con todo esto, pero ya se habían encontrado con algunos dientes. 

Los ojos de Lucy se agrandaron de emoción al escuchar a Alexis. Se le había olvidado la carta con todo el ajetreo de aquellos días. 

-Sí,si,sí, señor Locke, claro que me gustaría, lo estoy deseando. -Se contuvo un poco, mordió por un instante su labio inferior.- Preferiría...preferiría en privado, por favor. 

Miró a los otros dos hombres, nerviosa - Discúlpenme, pero es de índole personal...yo...bueno...Confío en ambos, por supuesto, aunque esto es algo que...En fin, me comprenden, ¿verdad? 

Se sentía incómoda. Pero ya bastante duro era que Alexis conociese parte de su relación con James Bandorino.* 

James no terminaba de ver cual podría ser la relación del hombre que atacó a Whorf, pero desde luego que era alguien a tener en cuenta, así como el reverendo Longstone, este incluso tenía la llave del cofre. 

-Aunque no veo la relación, desde luego que ese hombre que buscaba el cofre, así como el reverendo que incluso tenía la llave, son piezas importantes en nuestra investigación. Y hasta pudiera ser que estén detrás de la muerte del capitán, y de esa forma se hizo el reverendo con la llave. El problema es que el capitán se fue en el barco, y este naufrago. O bien ya no estaba el capitán en el barco, o de alguna forma logro volver al pueblo. En fin, que hay tenemos algo que no hemos podido explicar.- Y luego respecto a probar la brújula de noche, era posible que fuese necesario, pero como Alexis el también prefería intentarlo durante el día.

-Podemos probar dentro de un rato a coger una barca y ver si la brújula funciona en el mar. De no lograr nada, supongo que no nos quedará otro remedio que intentarlo por la noche.- 

—Claro que sí, Lucy —dijo Alexis con una sonrisa, pero con la idea de que acababa de cometer una indiscreción. Cambió de tema rápidamente y agregó, dirigiéndose al profesor Norris.

—Es que se me hace demasiado coincidencia que aquel hombre buscase la llave y el cofre también como dice Lucy...y que justo hayamos encontrado a... —miro a ambos lados para continuar—que hagamos encontrado a aquel cuerpo en aquella casa justo ahora. No sé me ocurre como hacer coincidir ambas cosas. A menos que como digan el capitán que se haya marchado no haya sido el capitán que hemos encontrado... A menos que el capitán haya regresado antes, por su cuenta... Solo es que ese olor, no parecía que llevase poco tiempo ahí. 

William siguió bebiendo en silencio mientras escuchaba a sus compañeros. Finalmente, cuando parecía que hubiese acabado, dejó la jarra con un golpe seco en la mesa.

- No descartaría que ese desgraciado fuese quien matase también al capitán - sentenció el pescador -, pero no me pareció que Longstone estuviese en el ajo. Aunque es evidente que algo sabe. Tal vez podamos hablar de nuevo con él cuando sepamos algo más. Puede que ustedes dos - dijo señalando con la cabeza hacia James y Locke - tengan mejor suerte. Por ahora, tal vez sea buena idea buscar esa isla. ¿Puedo ver la brújula?

Al sostener la brújula entre sus manos, William notó que era algo más pequeña que cualquier otra brújula que hubiese tenido y, sin duda, mucho más pesada. Era una brújula con acabados delicados, muy diferente a los clásicos aparatos sencillos y prácticos que él manejaba.

La taberna estaba en mayor medida vacía, aunque algunos vecinos se asomaban únicamente para dar el pésame a Irving. Sin embargo, no era el único que había perdido a alguien. Suspiraba de vez en cuando desde la barra, entrando y saliendo de la cocina con aire melancólico.

Los comensales comenzaban a estar llenos, así que el tabernero les ofreció unos cafés. Estaban empezando a fraguar un plan. ¿Se iban a lanzar a la mar? ¿Harían algunos preparativos primero?

Haber encontrado al capitán Anderson en su cama, asesinado y en avanzado estado de descomposición era una de las cosas, y había varias tremendas, que más difícil explicación tenía. De hecho, no tenía ni idea de como era aquello posible, ya que el capitán había partido en su barco y con su tripulación. Aunque también era cierto que cuando apareció el barco destrozado y la tripulación muerta, no había ni rastro de Anderson, tan solo su diario había quedado en su camarote testigo de que allí había estado. 

Ya habían terminado de comer, y estaban con el café, era el momento de ir definiendo cuales podrían ser sus próximos pasos, y hacerlo con sumo cuidado, ya que no parecía que fuesen a disponer de segundas oportunidades.

-Yo sugiero que nos hagamos a la mar con mucho cuidado y con una embarcación. Reconozco que de poca ayuda seré a la hora de manejar la barca, y espero que el señor William nos pueda guiar en esa tarea, así como indicarnos si el mar es el apropiado para alguien con tan poca experiencia como yo. Una vez en el mar, seguro que esta brújula nos indica algún lugar, otro asunto es lo que allí podamos encontrar.- Tan solo les hacía falta algo de ropa de abrigo, algún alimento para la travesía, y tal vez algún arma. Podían ocuparse de todo para salir en un rato, y durante el día (la tarde) tratar de ver si la brújula funciona en el mar.

-También necesitaremos algún farol o linterna.- Añadió al darse cuenta de que podría pillarles la noche en el mar, aunque desde luego era algo que pensaba que mejor evitarlo. 

—Y resta decir que deberíamos seguir siendo discretos, debemos considerar que es bastante probable que aquel hombre no se encuentre solo. Y... ¿Ha dicho que se hombre venía del Norte señor Whorf? Si es que ha llegado por mar su embarcación, si es que llegó en una, podría estar aún en el puerto. Quizás nos conveniese partir de algún lugar un poco más discreto. 

»No es mucho lo que yo pueda aportar a la navegación tampoco... Pero quedaríamos a sus órdenes. 

-En mi barquita cabemos los cuatro. Quizá no es lo más discreto. ¿William? -miró hacia el viejo marino, a ver qué opinaba él.

Cabeceó. Estaba de acuerdo con sus compañeros. A la vez, apenas levantaba la cabeza del plato, como si así pasara más desapercibida. Bueno, se dijo, con todo este terrible asunto que tanta desgracia trajo al pueblo, poca gente iba a fijarse en ella.

-Prepararé comida. -El comentario de Alexis le hizo alzar la cabeza, un tanto sorprendida. 

-Es verdad. ¿Y si lo comprobamos en el puerto? ¿Si ha llegado algún navío? -Lucy miró alrededor, en la taberna no había nadie que no conociese, ningún viajero, sin embargo, vio al corpulento y barbudo Zacarías Barnes, estibador del puerto. -Ahora vengo- dijo, y se acercó a Zac.

-Hola, Zac. ¿Cómo estás? Y tu esposa y tu hijito? Oye, ¿ha llegado algún barco, tal vez pequeño, hoy o ayer a última hora?

William rechazó con un gesto el café que Irving les ofrecía, y éste con un suspiro se llevo la jarra para traérsela llena una vez más.

William lanzó bufido tras bufido mientras sus compañeros trazaban un plan.

- Iremos en mi barcaza - sentenció, sin dejar lugar a réplica -, aunque sigo creyendo que debería ir yo solo. Ustedes no serán más que un estorbo en cuanto nos hagamos a la mar - esto último lo dijo mientras clavaba la mirada en Locke.

William apuró la cerveza y siguió hablando mientras Lucy se levantaba para interrogar a Barnes.

- En la barca tengo abrigo y algunas armas, pero sería necesario llevar comida, ya que las conservas que yo tengo no nos durarán más de tres días si vamos los cuatro - William paró un momento para rascarse la nuca. Desde la pelea con aquél hijo de perra, no dejaba de picarle -. De camino a mi "navío" podemos comprobar si hay algún barco en el puerto que no sea de los habituales, ya que yo atraco mi barca en el extremo más alejado, cerca de los acantilados.

William fue a darle otro trago a la cerveza cuando reparó en que estaba vacía. Con un suspiro, dejó la jarra en la mesa. No convenía seguir bebiendo si iba a tener que navegar pronto. Ésta vez tendría pasajeros, y no le apetecía ponerles en peligro. Y hablando de peligro...

- Antes de partir, necesito pasar por mi cabaña a buscar una cosa.

William escondía una vieja pistola y algunas balas en un falso techo de casa. La compró cuando murió Sarah, pensando que sería su billete para reunirse cuanto antes con su amada. Por desgracia, nunca tuvo valor para apretar el gatillo. Y además, beber hasta morir se le antojaba mucho más placentero.

Lucy  estuvo de acuerdo con William - Tu barca es más grande. Estaremos bien. Y seguros, contigo -le dedicó una sonrisa sincera al viejo pescador.

-Pero... No es necesaria comida en conserva. Solo vamos a buscar ese sitio donde el capitán navegaba por la noche, ¿no? Debe de estar cerca, por la costa. -Dijo, con cierta preocupación en la voz.

Zacarías Barnes era uno de los pocos clientes que se encontraban ahora en la taberna. Al igual que Whorf, Barnes tenía la piel curtida y tostada por el sol. También llevaba el clásico gorro de lana para protegerse del sol y el frío y una espesa barba canosa. Se estaba terminando unos huevos revueltos junto a la mesa de la ventana en la que gustaba sentarse.

Cuando Lucy se sentó en la silla frente a él, el hombre corrigió su postura y se apresuró a limpiarse los labios y la barba de trozos de huevo. Aunque le doblaba en edad, siempre había sentido más que simpatía hacia ella. Era un amor no correspondido y él nunca lo expresaría, pero era un sentimiento que le ponía nervioso y le reconfortaba a partes iguales.

—Oh, señorita Belt —saludó nervioso—, ¿cómo está? —sonrió—. Molly y el pequeño Zac están bien, gracias. Como siempre, ya sabe...

Dejó los cubiertos y la servilleta sobre la mesa para prestarle toda la atención posible.

—Pues últimamente no están llegando muchos barcos. Ya sabe, entre las expediciones para encontrar nuevos bancos de peces y la tragedia del Cuerno de Narval, casi no quedan marineros en Jonesport —se reclinó un poco sobre la silla—. Esta misma mañana ha llegado un pesquero, el Trucha Dorada, con el capitán Maxwell, pero estará demasiado cansado como para salir temprano de nuevo, llevan toda la semana fuera y creo que han vuelto con las manos vacías —se encogió de hombros.

* * * * * * 

Mientras tanto, en la otra mesa, William parecía decidido a utilizar su vieja barcaza. Se sentía más seguro de esa forma y a sus compañeros, no iniciados en la navegación, les parecía motivo suficiente como para acceder, ya que él iba a hacer todo el trabajo sucio. Sin embargo, estaba claro que podía ser una oportunidad que podía servir de inspiración para la pluma de Alexis Locke.

La idea de que el hombre que había atacado a William hubiese llegado en algún barco era una posibilidad en la que James no había pensado. Su cerebro estaba agotado tratando de darle algún sentido a todo lo que iban descubriendo, pero lejos de conseguirlo, tenía la sensación de que estaba muy lejos de poder entender muchas de las cosas fundamentales. 

Lucy pregunto a un vecino y este le hablo de la llegada de un pesquero aquella misma mañana. Desde luego en tiempo coincidía con la aparición de aquel tipo en la iglesia. Mientras el párroco no les diese más información sobre el tipo, o explicase porque el llevaba encima la llave de la caja del fallecido Anderson, poco más iban a poder sacar de eso. Y lo de la llave era algo muy serio, porque la tenía. Sabría algo de la brújula, todo eran dudas, no estaban tan bien, seguían perdidos.

-Aunque es posible que nos lleva poco tiempo, no creo que pase nada por que pierda unos minutos en acercarme hasta la tienda y comprar una buena cantidad de latas. Somos cuatro y no sabemos a donde tenemos que ir.- Y también agua pensó, de hecho el agua era lo más limitante, tendría que comprar un bidón para llevar la suficiente.

No había querido decirlo, pero el profesor Norris tenía razón, aun cuando Alexis esgrimía razones algo menos racionales, para tomar las mismas precauciones. ¿Acaso las cosas que iban pasando no prestaban sus alas para que la mente se elevara sobre las tristes y presumiblemente inamovibles convenciones naturales? La palabra sobrenatural bailaba en la punta de su lengua, pero no se atrevía a utilizarla.

El poema de Lord Byron que el capitán solía leer en la biblioteca a veces volvía a su mente.

En secreto nos encontramos.

En silencio me duelo,

que tu corazón pueda olvidar,

y engañar tu espíritu.

Si te volviese a encontrar,

después de muchos años,

¿cómo debería acogerte?

Con silencio y lágrimas.

¿Habría alguna posibilidad de que el capitán hubiese perdido a alguien y buscase recuperarle de maneras… "no ortodoxas"? Las sugerencias y conexiones con el vudú y los loas que habían encontrado en la biblioteca alimentaban sus desvaríos. 

Le habría encantado preguntarle al señor Whorf si el capitán realmente había perdido a alguien, pero ¿cómo hacerlo sin rasgar la herida que el mismo marino llevaba en su corazón? ¿O revelar los disparates que su imaginación sembraba y cosechaba? 

Además no quería plantar miedo en la pobre Suzie que, a pesar de su sensibilidad, seguía siendo el resorte que los mantenía a todos en movimiento. Seguiría buscando el momento preciso para consultarle. 

Ahora solo le hubiera gustado ser más útil en esos momentos, la mirada del señor Whorf no le había pasado por alto. Sabía que le tenía por un snob citadino, cosa que no podía molestarle porque era medianamente cierto, pero que lo tomase por un inútil hería su autoestima. 

Sobre todo porque en lo que atañía en estos momentos probablemente tenía razón. 

—Por mi parte buscaré no cruzarme en sus labores… pero si necesita otro par de ojos o manos, insisto, de todas maneras cuente con los míos. 

Mientras decía esto puso atención en la conversación que Lucy llevaba con el señor Barnes y dejó de mirarlos al notar la mirada que Zacarías le dedicaba a la chica. Puede que no supiese del mar y sus secretos, pero había otros que no se le escapan tan fácilmente, sobre ese tipo de miradas había escrito cuadernos enteros. 

—Tengo unos bidones en mi hogar y puedo traer lo que tengo en la despensa. Tengo una caja de galletas Carr's que no he abierto aún y unas cuantas botellas de sidra Laird's Applejack que estaba guardando para una ocasión especial —Volvió a mirar a Lucy como sopesando algo y agregó—, creo que tengo unas botellas de jugo Mott's también. Quizás sea más apropiado.