Cuando Radovick anduvo hasta el patio de armas sigilosamente se encontró a Ayan, Rembrandt y Adelheid, junto con otras dos chicas desconocidas y muy asustadas. Adelheid se separó de Rembrandt y corrió a abrazar a su hermano mayor en cuanto lo vio llegar.
Aunque esperaba de corazón que el plan hubiera salido bien, el ver a mi hermana menor de nuevo tiene un efecto revitalizante en mí y, sin perder un segundo, corro a su encuentro. Mientras que la abrazo fraternalmente ¡Gracias a Dios!¡Como me alegro de verte, hermana mía! Este es realmente un día dichoso. Tras tantos días de dudas y temores, mentalmente me siento como al ver el sol salir en el cielo tras un día borrascoso.
Así estoy un poco pero, tras recodar el lugar en donde nos encontramos y el peligro que nos sigue acechando, digo a Ayan y a Rembrandt Parece ue os ha salido bien la jugada, chicos. Habéis hecho un trabajo muy bueno... quedo algo pensativo, pero no extrañado del todo (sobretodo si tenemos en cuenta el tipo de ritual de los malnacidos piratas) ..., pero ¿Y ellas? Supongo que serían también cautivas, como la pobre Adelheid.
¿Cual era la religión de los hermanos De Graff? :S
Al esuchar las palabras de Radovick caí en la cuenta de que quizás hubiera algo raro en aquellas niñas en lo que no había reparado, así que me puse a observarlas, tratando de ver si se había lanzado algún conjuro sobre ellas o quizás una ilusión.. más valía prevenir que lamentar.
- Necesito estar segura de eso antes de teleportarnos a todos de nuevo a la civilización. No me gustaría que tras ello sucediera una catástrofe y todo lo que hemos hecho no sirviera de nada.
Tirada: 1d100(+95)
Motivo: V. Mágica
Resultado: 84(+95)=179
Las asustadas chicas no eran nada fuera de lo común. Una, pelirroja y regordeta, miraba a Ayan como si fuese a desangrarla para hacer algún ritual oscuro. La otra, la rubia, no hacía más que mirar en todas direcciones y jadear.
En vista de que no veía nada raro en aquellas muchachas, decidí que ya era momento de largarnos de aquel lugar y que los hermanos pudieran celebrar su reencuentro en condiciones y bueno, suponía que quienes hubieran perdido a las otras dos niñas también.
- Creo que es hora de que nos marchemos de aquí.
No me hizo falta demasiado tiempo para acumular todo el zeon necesario para la cansada tarea de teleportarnos hasta la ciudad desde la que habíamos zarpado, pero ya que estábamos, me centré a sus afueras, pues como solía decirme a mí misma, mujer precavida vale por dos.
Ahora sí, Telportarnos a la ciudad.. y dormiré dos meses después de esto.. xD
Tras unos minutos de concentración, el entorno donde se encontraban fue difuminándose y oscureciéndose hasta que, poco después, aparecieron en un bosque cercano a Puerto de Tibas. Las tres chicas, Adelheid incluida, soltaron un gritito de sorpresa, aunque ésta última no se asustó como las otras.
Ya estaban fuera de peligro. Ahora debían volver a la ciudad por última vez, para no regresar jamás. Adelheid prometió no volver a dejarse secuestrar nunca, y las chicas dijeron que sus familias las estarían esperando. Ya estaba todo hecho, casi.
Tras el camino hasta la ciudad y la devolución de las chicas, los hermanos De Graff (ahora formando el trío completo) se encontraron a sí mismos sin barco ni mercancía. Iban a tener que empezar desde cero. La cuestión era, ¿qué harían? ¿Y qué sería de Ayan?
Me alegré de ver aquel lugar dejado de la mano de todos los dioses que pudieran existir. Aquella maldita ciudad en la que tan difíciles se ponían las cosas a la que ya me había acostumbrado no me gustaba especialmente, pero después de haber estado en aquella isla, cualquier lugar resultaría agradable, aunque quizás debería cambiar de residencia, puesto que no tenía demasiadas ganas de volver a encontrarme con aquella pirata loca y su séquito de malnacidos.
Dejamos a las muchachas en sus respectivos hogueras, desde la puerta de cada uno de ellos se pudo escuchar la alegría de sus familias y aquello, me hizo sonreir satisfecha y sentirme orgullosa de lo que habíamos hecho.
Ahora suponía que era el momento de que me separara de aquellos hermanos, pues ya había ayudado en lo que les prometí que haría, encontrar a su hermana y sacarla de donde estuviera.
Me giré hacia los hermanos y una sonrisa triste se dibujó en mis labios, pues aunque jamás se lo diría así, al menos de buenas a primeras, les había cogido cariño.
- Supongo que aquí es donde nuestros caminos se separan.. - Les dije sin borrar esa sonrisa de mis labios.
Para Rembrandt aquello había acabado mal. Vale, sí, estaban fuera, pero...
- ¡Podría haberos sacado con el barco! - refunfuñaba Rembrandt cada dos por tres de la que llevaban a las chicas a sus casas. - Quería coger el barco, ver como sus armas no funcionaban y reirme en sus caras mientras partíamos a casa con NUESTRO barco... ¿Oís? ¡NUESTRO barco!-
En realidad lo hacía por su manía de quejarse de todo, pues estaba muy contento con el resultado de aquello. Adelheid estaba viva y ellos habían salido ilesos (excepto por la terrible cicatriz que le iba a quedar en el estómago. Ayan había resultado ser de más que ayuda para ellos... Le debían mucho
- Bueeeeno... Oye, cielo, nosotros, gracias a que nos hemos quedado sin barco - miró a todos con cara de perro una última vez - tenemos que volver a empezar desde el principio. No tendremos problemas porque soy un hacha como mercader y todo eso, pero bueno, no nos vendría mal una ayudita. ¿Qué decís? -
Miró alternativamente a Radovick y a Adelheid.
Oigo las palabras de mi hermano y no puedo negar que tiene mucha razón, aunque jamás se me escuchará admitirlo en voz alta. La joven ha sido una pieza fundamental en el rescate de Adelheid y la posterior huída de la isla. Sonriendo de manera apacible y bromista, de las primeras veces desde hace muchos días, asiento a Remdrandt a la par que comento Si, ahora que la compañía comercial 'De Graff' ha quebrado por falta de activos, sería de mucha ayuda alguien que nos ayudara a Adelheid y a mí a apaciguar a cierto hermano mediano con sus intereses comerciales. Hago un guiño pícaro a Adelheid a la vez que hago un gesto burlesco a Rembrandt
Unos momentos más tarde, y con maneras y tono más serias Nos ha ido muy bien juntos y creo que hablo en nombre de todos cuando digo que no nos gustaría que te marchases, Ayan...
La primera protesta de Rembrant como siempre, me dio ganas de responderle que para otra vez le quemaba el barco con él dentro, para no perder lo que parecían haber sido las costumbres, pero cuando comentó de lo se quedarme, algo se conmovió en mi y acabé sonriendo como una idiota, la verdad es que acababan de tocarme la fibra sensible.
La respuesta de Radovick a su hermano me hizo incluso reir, sabiendo que siempre estaban metiéndose el uno con el otro y entonces recordé que si me iba sola, estaría realmente sola, pues no contaba con nadie que estuviera esperándome a la vuelta. Si dijera que no me alegraba que me propusieran irme con ellos estaría mintiendo claramente.
Sonriendo como hacía tiempo que no lo hacía, di rienda suelta a mis emociones y me acerqué a ellos para abrazarlos, aunque cuando me separé de ellos estaba roja como cada vez que hacía algo sin pensar, que por suerte, no era demasiado a menudo.
- Creo que me voy a quedar una temporada. Al menos hasta que Rembrant aprenda a no ser el blanco de todos los golpes y que Radovick contenga un poco su mal genio.. - Lo que casi quería decir que indefinidamente, pues era prácticamente imposible que se diera una cosa o la otra.
Como todos se habían puesto de acuerdo en mantener la amistad y seguir viajando juntos, no hubo más que hablar.
Al atardecer, el trío de hermanos, ahora junto a Ayan, se alejaban de la ciudad montados en un carro tirado por dos mulas que, de algún modo, Rembrandt había conseguido negociando con un comerciante. En los sacos de la parte trasera llevaban sal; a alguien habría que vendérsela. ¿Y por qué no probar en Phaion?
Al sur, pues.