Partida Rol por web

La Larga Búsqueda: In Vitae Veritas

La Oscuridad de Håkan

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12/11/2013, 23:11
El Narrador

Francesco despertó sobresaltado, tratando incluso de tomar aire. Estaba recostado sobre lo que le pareció un sencillo lecho de madera, aunque sólo fue capaz de identificarlo por el tacto, pues todo lo que había a su alrededor era una impenetrable oscuridad.

Las imágenes que había visto eran ahora ecos candente y dolorosos que atravesaban su maltrecha mente.

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12/11/2013, 23:18
Håkan den Svarta

Un rugido bestial surgió del fondo de su garganta cuando logró tomar aire. O, más bien, cuando su mente creyó hacerlo. Tal vez más tarde podría sentirse satisfecho consigo mismo, pero por el momento poco podía hacer por atraer dicho sentimiento. La ira que había sentido en Budapest no le había abandonado... ¿O acaso no era Budapest?

Por supuesto que no. Era su propia mente, su propio recuerdo, ultrajado, mancillado. De nuevo. 

-Ah, malditos... -escupió, con los dientes tan apretados que casi amenazaban con romperse. Intentó ponerse en pie, recomponerse, buscar la dirección entre aquella negrura imposible-. ¡Sucios bastardos, hijos de mil putas! ¡Cobardes! ¡Dejémonos de bobadas, dejemos los juegos de una vez, venid a por mí! ¡Acabaré con todos y cada uno de vosotros, Usurpadores, canallas, diablos! 

Gritaba a los Tremere, por supuesto. ¿Quién sino podía ser capaz de semejante vileza? Le habían cogido, eso era claro y evidente, pero no vendería barata su vida. Ea, la suerte estaba echada. Agudizó sus sentidos para hacerse con mayor facilidad a su entorno, para estar preparado cuando los bastardos aparecieran. 

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12/11/2013, 23:29
El Narrador

La Visión de Auspex aclaro las formas a su alrededor, pero de forma rudimentaria y sin embargo, casi inconscientemente de pronto otro don ocupó sus ojos y le ofreció una total claridad. 

Sorprendido y casi atemorizado Francesco miró en derredor para comprobar que estaba alojado bajo una suerte de cúpula, de techo bajo y erigida con irregulares y salientes ladrillos. A un lado de la base pudo ver una puerta de madera.

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12/11/2013, 23:36
Håkan den Svarta

Con una reacción semejante a si hubiera sido atacado por sorpresa, Francesco se llevó ambas manos a los ojos para cubrirlos. Los cerró de igual modo y siseó, asustado. Cómo había logrado ver en la oscuridad con absoluta claridad era un misterio que le infundaba cierto temor. Porque, que recordara, jamás había poseído tal poder. Quizá la cuestión estaba ahí, precisamente: "que recordara". 

Parpadeó, haciéndose poco a poco con la situación. Miró en derredor, viendo enemigos en cada sombra, pero estaba solo. Se observó a sí mismo, sus manos, que cerró en sendos puños. 

-Dios Padre Todopoderoso, ¿qué diablo está ocurriendo aquí...?

Ansiaba respuestas, y las ansiaba con tanta avidez como la sangre al alzarse la luna cada noche. Por ello fue que alcanzó la puerta de madera y la abrió, preguntándose sin atreverse a mirar atrás si lo que dejaba tras de sí no sería un mausoleo...

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12/11/2013, 23:53
El Narrador

Abrió la puerta sin mayor dificultad y se adentró en un paso abovedado, del mismo material que la sala que abandonaba. Tras otra puerta alcanzó una habitación más pequeña. En ella había un sencillo balde de oro con agua en su interior. Se acercó y advirtió como en el suelo podían distinguirse distintas piezas, de aspecto valioso. Copas de plata de estilo italiano, una cruz que se diría griega con rubíes engarzados, un sable curvado que le recordó a los sarracenos con los que había cruzado espada, un espejo bien pulido... El espejo. Francesco reparó en él y al acercarse comprobó horrorizado que su rostro no era el de Francesco.

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13/11/2013, 00:02
Håkan den Svarta

Se relajó, aunque no demasiado. Esperaba encontrar al otro lado una fría y lóbrega mazmorra, llena de instrumentos de tortura o de un ejército de Tremere... Por eso la sorpresa fue mayor, al encontrar algo completamente opuesto. Tesoros. No podía llamar de otro modo lo que encontró. 

La tensión se convirtió en una mayor sorpresa. Sus pasos, ahora lentos, casi meditados, le llevaron hasta el balde de oro, cuyo borde recorrió con la mano. Tanteó el agua y la temperatura de la misma; acarició, el ceño fruncido, el contorno de las copas y de la cruz. Se detuvo un instante más de la cuenta en el sable y alzó la mano para asirlo, pero se contuvo finalmente.

¿Cómo habían llegado todos esos tesoros hasta ahí? Y, más importante, ¿cómo lo había hecho él? ¿Y dónde se encontraba? Pero, quizá más imoprtante aún: ¿Cuándo? 

Algo llamó su atención por el rabillo del ojo: el espejo. Sabía que el paso del tiempo no habría hecho mella alguna en él, así que poca respuesta iba a hallar en su reflejo. Pero sí podría, al menos, relajarse contemplando algo conocido, aunque fuera su rostro. 

Sus manos se posaron con violencia sobre el marco. El rostro que le devolvió la mirada le miró estupefacto, los ojos desorbitados, la boca abierta de par en par. Las preguntas se agolparon en su mente de tal modo que era imposible procesarlas todas ellas; el terror más puro le invadió cuando palpó las desconocidas facciones. Apretó, masajeó, pellizcó... Sólo para descubrir que el rostro que contemplaba no era el suyo, pero al mismo tiempo sí lo era. 

Sintió el temblor en las piernas incluso después de encontrarse ya de rodillas, sin poder apartar los ojos de sí mismo. 

Pero alto. Aguarda un instante. Durante años había barajado la idea de alterar por completo su identidad, hasta el punto de perder incluso su rostro, tales cotas había alcanzado en su desesperada huida. ¿Y si, finalmente, había llegado a conseguirlo? ¿Y si había sobrevivido a la caza de brujas? 

Una risa histérica comenzó en su pecho y se extendió hasta su garganta. Era él, pero no era él en absoluto. Había logrado sobrevivir, pero no se reconocía ante un espejo. No supo cómo sentirse, si dichoso o desgraciado. Rió, rió y rió hasta que quedó postrado en el suelo y, finalmente y con igual rapidez con que había llegado, el ataque cesó. 

¿Qué importaba si tenía otras facciones? Sus convicciones, sus ideales, el recuerdo de su infancia, sus camaradas y hermanos de sangre, la persecución... Todos ellos recuerdos claros y bien presentes. Eso era lo que verdaderamente importaba. Y que había logrado sobrevivir donde todos los demás habían perecido. 

Se puso en pie lentamente y volvió a observarse en el espejo, pero de forma diferente esta vez. Se estudió. Su gesto de enfado, su gesto de dicha, el de confusión... Todo cuanto se le ocurrió, en aras de conocer su nueva identidad. Y, finalmente, lo que perduró fue una sonrisa de satisfacción, de orgullo, de triunfo. Seguía ahí: se encontró de nuevo a sí mismo en la sonrisa, reflejo inequívoco del alma, y en la mirada vieja, cansada pero aún orgullosa. 

-Ci si sono... -se dijo en su italiano natal.  

Pero aún quedaban muchos misterios por resolver. Para empezar, quién había estado jugando con su mente durante el sueño, porque tal vez ahí estaba la cuestión: quizá se había sumido en el Letargo y, aprovechando tal estado de debilidad, algún villano había hecho su provecho. Buscó una salida de aquella cámara que había sido tan reveladora. Su nueva vida, a sus ojos, sólo acababa de empezar. 

Notas de juego

Ci si sono: Ahí estás

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13/11/2013, 09:44
El Narrador

Busco una salida, pues a simple vista no podía adevertir alguna. Entonces comenzó a tantear los ladrillos con las manos, buscando una pared falsa, un ingenioso mecanismo, lo que fuera para poder salir de ahí y dar sentido a las tortuosas preguntas que lo asolaban.

Notas de juego

Tira Percepción+Alerta.

Buen post. Precisamente quería transmitir a todos la sensación de renaciomiento. De ahí la oscuridad, y el simbolismo de salir de ella como si fueras alumbrado.

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13/11/2013, 09:50
Håkan den Svarta
- Tiradas (2)

Notas de juego

La primera tirada no la cuentes, porque no he contado con los sentidos agudizados del Auspex. Gracias por lo del post :D La verdad es que me encipoté tanto que me salió muy natural todo.

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13/11/2013, 11:26
El Narrador

Al inspeccionar el muro algo captó la atención de sus potenciado sentidos. Parecía un papel doblado, encajado en una ranura entre dos piedras. Francesco lo extrajo de su escondite y lo desdoblo. El papel parecía muy antiguo y a había sido afectado por la humedad, así que tuvo mucho cuidado al manipularlo. Así pudo leer en una de sus cara una sola palabra:

Amaranto

Estaba escrito con su propia letra.

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13/11/2013, 11:47
Håkan den Svarta

Si la situación era confusa de por sí, el mensaje que había dejado seguramente para sí mismo le confundió todavía más. Amaranto. Aquello era, sin lugar a dudas, algo muy concreto. Pasó por su cabeza la idea de utilizar sus poderes de Auspex sobre el pliego, pero rápidamente la desechó. Quizá por miedo.

¿Era una advertencia? ¿Una acusación? No era momento de avergüarlo, se dijo. Lo fundamental en aquel momento era salir de la extraña prisión en la que se encontraba. Cada vez tenía más claro que había podido ser él mismo quien se había encerrado. Y, fruto de la paranoia, habría protegido el lugar contra propios y ajenos. Sin duda estaba oculto. Así pues, tenía que pensar como lo habría hecho él mismo, o como lo habría hecho un...

Un manipulador.

Entonces recordó algo. La sucesión de imágenes que le asaltaron antes de despertar. Rosalía con la Corona, Thomas mirándole fijamente a los ojos. A los ojos. ¿Y si Thomas era el responsable de su pérdida de memoria? ¿Acaso habrían ideado una estratagema con que protegerse de... de algo o alguien? Extrañamente, en ningún momento se planteó que el sajón pudiera haber actuado de mala fe o perpetrado alguna traición.

De nuevo divagaba. Debía hallar cuanto antes la clave para salir del acertijo en que estaba preso por ahora. Las paredes no contenían ninguna respuesta, sino más preguntas. Quizá, entonces, la respuesta estaría en el suelo, o en el techo. Puso su atención en ambos lugares. Y después, en busca de más referencias sobre el lugar en que se encontraba, tomó una de las copas de plata y la llenó con agua del balde de oro. Se acuclilló y la vertió sobre el suelo, observando con cuidado hacia dónde corría el agua. Con esto, al menos, sabría si se encontraba en un lugar con alguna clase de inclinación o pendiente...

- Tiradas (1)
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13/11/2013, 13:15
El Narrador

El agua resbaló muy timadamente desde hacía uno de los muros. Eso hizo que Francesco alzara la vista para adivinar la existencia de una soga, del mismo color que los ladrillos. Apoyando los pies en los salientes de la pared la alcanzó y tiró de ella procudiendo que una sección del techo callera y revelara la existencia de un pequeño tunel que parecía salir en diagonal hacía el exterior, a juzgar por la tibia luz de luna que se filtraba. Podría encaramarse y trepar por é, pero habría de hacerlo a gatas.

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13/11/2013, 13:26
Håkan den Svarta

De nuevo se sintió satisfecho consigo mismo. Después de todo, los años habían dado sus frutos y habían afinado su astucia. Ahora recordaba aquella fatídica noche en que llegó por vez primera a Constantinopolis y dudaba entre reír o llorar por la vergüenza. Primera y última vez que trató con ligereza a un Ravnos. A excepción de "ése" Ravnos en particular. 

Se encaramó hacia el saliente recién revelado y comenzó a avanzar a través del mismo agachado, trabajosamente, con dificultad, debido a su más que notable envergadura. Pero sin pausa, animoso... Porque fuese o no a hallar respuestas, iba a volver a ver la luz de la luna y a caminar sobre la tierra de Dios.

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13/11/2013, 15:47
El Narrador

El viaje a través de aquella suerte de madriguera no fue agradable, pero la vista que obtuvo al salir al otro lado pareció compensarlo todo y por un momento sintió que sus dudas y temores le concedían un momento de tregua. Frente a él se extendía los montes nevados, cuyas bases se hundían hasta la orilla de un lago helado. Los pinos, resistentes a frío o calor adornaban todo el paraje con sus copas teñidas de blanco reflejando la luna.

Entonces volvió la espalda para descubrir que su guarida había sido dispuesta también en uno de aquellos montes.

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13/11/2013, 16:01
Håkan den Svarta

Mucho tiempo después, Francesco todavía recordaría aquel día con un cariño especial. Descubrió mucho de sí mismo a través de sencillos actos, con los que su voluntad y estima propia se vieron reforzadas. Había terminado por aceptar la maldición de la sangre; la eterna cacería que él había emprendido contra los Baali; la persecución Tremere; e incluso se había resignado a la idea de no obtener jamás la tan ansiada redención.

Dichas y decepciones, dos ingredientes fundamentales de la receta de la vida. Afronta y supera las decepciones, atesora las dichas. Se acuclilló sobre el suelo nevado y sonrió. Deshizo un puñado de nieve entre sus manos y se deleitó con la sombra de la sensación de frío del viento contra sus mejillas. Se había reencontrado consigo mismo, pero verse capaz de disfrutar de algo tan mundano fue la constatación de que Francesco seguía siendo Francesco.

Y, debía admitirlo: con ayuda o sin ella aquel refugio era condenadamente bueno y hermoso. Merecía la pena cuidarlo. No tenía a su alcance muchas posibilidades, precisamente, pero la propia altura y lugar donde se encontraba parecían de por sí buena protección para su templo. Pasado un rato, valoró sus opciones. Regresó al interior y tomó la espada y una de las copas de plata y alguna otra alhaja de cuantas había*. Salió de nuevo con todo ello. No quería verse obligado a robar para procurarse un atuendo.

Se acercó hasta uno de los pinos y, valiéndose de su antinatural fuerza, arrancó algunos gruesos pedazos de la corteza y algunas ramas. Los llevó hasta el agujero que había quedado y encajó las improvisadas tablas; encima colocó las ramas y, sobre todo ello, echó copiosos puñados de nieve.

Alzó las cejas, no muy convencido con el resultado final, pero conforme después de todo. Comenzó el descenso hacia el lago y emprendió así la búsqueda de algo reconocible o de alguna población con la que entablar contacto. El paisaje le resultaba vagamente familiar. ¿No era semejante a Götaland, la tierra de la que provenía Astrid?

Notas de juego

*En caso de que también haya algún anillo, etc.

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13/11/2013, 16:22
El Narrador

Francesco dispuso de todos sus aparejos para el viaje y al hacerlo fue creciendo en él una inquietante sensación. No sólo su rostro no era el suyo, tampoco su cuerpo parecía guardar la misma proporciones. Sus manos, parecía distintas. También algunos de sus movimientos... Algo no encajaba.

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13/11/2013, 16:40
Håkan den Svarta

Su mandíbula se tensó conforme avanzaba cuesta abajo. Cierto era que había barajado la posibilidad de alterar su rostro, pero que él supiera entre sus planes nunca estuvo el alterar todo su cuerpo. Y, sin embargo, dicha sensación crecía a cada paso que daba. ¿Acaso había sido más radical en su empeño de lo que cabría esperar?

Bien, se dijo, consideremos la posibilidad de que algo me haya llevado a cambiar todo mi cuerpo... Porque eso es lo que ha ocurrido, ¿no es así? El problema era que, tal vez, no lo era. Y lo que más en alerta le ponía era su forma de moverse. Quizá se debía a que sus proporciones se habían alterado a unas de las que no tenía costumbre... O quizá era algo más. Quizá no era su cuerpo. Sus pasos fueron haciéndose más lentos hasta que se detuvo por completo.

Auspex. Había utilizado aquel don que siempre le había acompañado. Había descubierto otra cualidad, la capacidad de ver en la oscuridad. Que supiera, tal cosa sólo estaba al alcance de los Gangrel y su disciplina Protean. No podía, de tal modo, determinar si era su propio cuerpo el que habitaba a través de un análisis corriente de sus dones, cuyo alcance aún desconocía. Pero sí había algo que sólo su cuerpo podía tener. O su sangre, al menos: el desarrollo del tercer ojo Salubri.

Se concentró, entonces, en abrirlo. Porque, de no poder, significaría que había perdido el don del Valeren y, quizá y por tanto, eso le habría convertido en un ser completamente distinto en lo que a la Estirpe se refiere.

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13/11/2013, 17:35
El Narrador

Francesco trató de abrir el ojo de Saulot... pero el ojo no estaba ahí. Rápidamente se llevó las manos a palpar su frente. No había ni rastro de él. Ni endidura sobre el hueso, ni párpado... Nada.

¿Qué estaba pasando? ¿Cómo podía estar en un cuerpo que no era el suyo?

Entonces, decidió desnudarse para examinarlo. Su piel era más dorada de lo que lo era la suella y sobre el pectoral derecho vio el dibujo marcado a fuego en la carne. Una runa. "Asesino" decía.

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13/11/2013, 17:45
Håkan den Svarta

La sorpresa inicial fue rápidamente sustituida por una emoción mucho más profunda y desconsoladora. Sintió el frío hielo en sus rodillas cuando aquellas dieron con el suelo. El blanco níveo de los montes se tiñó de rojo cuando las lágrimas de Francesco cayeron sobre él... Porque la respuesta era más sencilla y a la vez más terrorífica de lo que podía haber imaginado en sus peores pesadillas.

No era una advertencia. El pergamino era la respuesta en sí misma.

Lloró desconsoladamente. Lloró en la soledad de aquellas montañas nórdicas. Lloró por sí mismo, porque al final le habían dado caza y había muerto.

Golpeó el suelo con ambos puños. Lo golpeó repetidas veces hasta que sintió sus dedos crujir. Muerto a manos de un asesino, que se había sumido en el letargo tras haber cometido el crimen más abominable: el Amaranto. Y su víctima había sido él mismo. Alzó el rostro a los cielos en un rugido que ya no sería nunca más el del cuerpo con el que nació. Aquella fue una imagen terrible, bestial, que habría hecho temblar al hombre más bravo: el de un monstruo roto, cuya voluntad había superado contra todo pronóstico los designios de la Muerte Definitiva y había poseído el cuerpo de quien le había dado muerte.

Las piezas encajaban, la cuestión era clara a sus ojos.

Pero detrás de todo el dolor, la pérdida, la desolación... Seguía estando él. Porque, de nuevo, había prevalecido donde todos los demás habían fracasado. Su grito se prolongó conforme se ponía en pie, pero ya no era un grito desesperado, sino de desafío. Desafió a los cielos, desafió a sus fracasados perseguidores, al alma de su asesino que ahora se pudría en el infierno...

Y por fin, cuando hubo pasado más tiempo del que pudo contar, cesó su proclama. El fuego ardía en su mirada, su rostro hasta ahora congestionado mostraba una dureza sin par. Tomó un puñado de nieve entre las manos, con la que limpió la sangre de su cara. Aquello era más que una segunda oportunidad: era una nueva vida, cuyas riendas podía tomar desde el primer momento. Y que temblaran todos aquellos que habían destruido a Francesco Romani, porque ninguno estaría a salvo a partir de ese día...

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14/11/2013, 13:34
El Narrador

Notas de juego

Tira Autocontrol por la rabia que sientes.

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14/11/2013, 13:57
Håkan den Svarta
- Tiradas (1)

Notas de juego