Partida Rol por web

No puedo dejar que alguien marche solo, sea quien sea - le responde a Igreth, sin más.

Mientras las palabras se entrecruzan y se marchan con el viento, vuestro caminar os conduce de forma casi automática hacia las puertas de la ciudad, una ciudad todavía devorada por el miedo.

La soledad de las calles no hace sino acentuar el pesar que se alberga en vuestros corazones. Nadie repara en vosotros, nadie hace caso del variopinto grupo que camina entre las calles de Hobb. La ciudad está tan desierta como cuando llegasteis a ella. Nada parece haber cambiado.

Finalmente alcanzáis las puertas de la ciudad. Tan sólo un par de soldados hacen guardia frente a ella. Sobre la muralla, el joven capitán de la guardia os dedica una reverencia. Su rostro y el de los soldados reflejan el único agradecimiento que podáis encontrar.

¿O quizás no? La visión de un par de niños correteando entre los callejones hace surgir una leve sonrisa entre vuestros labios. Incluso entre los del semiorco. Al menos tenéis la certeza de que los niños podrán observar un nuevo amanecer. Quizás ese sea un agradecimiento mayor del que nunca volváis a disfrutar.

Los caminos se bifurcan a las puertas de Hobb. Una última mirada se cruza entre los dos grupos antes de separarse. Los elfos parten al norte, el resto hacia el suroeste. Larga es la distancia que queda por recorrer hacia sus destinos, y más largo aún será el tiempo que les vuelva a reunir. Quien sabe siquiera si algún día se producirá ese reencuentro.

El camino se anda por sí sólo, ajeno a la voluntad de aquellos que discurren por él. No hay vuelta atrás. Los sentimientos se agolpan en el interior de todos ellos, diciéndoles que den media vuelta, pero ninguno mira hacia atrás.

Los grupos se alejan, paso a paso, en el más absoluto de todos los silencios. Cada cuál viaja absorto en sus propios pensamientos, recordando los momentos vividos en el pasado. Pero no es el pasado lo que ahora importa, sino el futuro.

Dicen los sabios que no hay modo de saber que secretos esconde el futuro. Quizás sea cierto, pero vosotros al menos sabéis que en algún lugar, lejos de donde os encontréis, habrá alguien que combata por la forja de un futuro.

Las figuras se pierden en la distancia, poco a poco, segundo tras segundo, con las lágrimas como únicas compañeras de viaje.

Cabalgando en su nuevo compañero, el gnomo, contra todo pronóstico, permanece callado. La separación lo ha afectado más de lo que el mismo quiere reconocer. Mientras una lágrima resbala por su mejilla solo atina a murmurar - Nos volveremos a encontrar. SI, lo haremos. Tengo que escribir una canción sobre su historia... y sobre la nuestra... -

Dejando que Silas lo guie, acomoda su laud entre sus brazos y deja que una suave melodía, triste y melancólica, envuelva al grupo.