Jassut, pueblo de ladrones
Antes de los eventos que llevaron a su desaparición Jassut era la sede de los Lobos del Desierto. La aldea era la morada de la banda, un lugar de calma donde podían vivir con su fachada de campesinos mientras en las sombras llevaban a cabo sus misiones.
La aldea se componía de un puñado de casitas de adobe con techos de paja rodeando siempre distintos pozos escavados en la tierra. Estaba a orillas del rio Imoeth el cual bañaba sus orillas con el fértil limo en el que la población cultivaba.
La vid en la aldea era productiva y calmada hasta la caída de la misma. Fue la ascensión de Ziya al poder tras la muerte de su padre lo que desembocó en una serie de eventos que llevaron al incendio que la arraso, así como la decisión de Tau la que hizo que los esfuerzos de la población se centraran en los invasores en vez de en las casas.
Tau decidió abandonar las ruinas de la aldea en vez de reconstruirla, temiendo la venganza de los cómplices de Ziya o que la investigación por parte de las autoridades destapase las actividades clandestinas que en ella se planeaban.
Al Kairr, ciudad de faraones (Pag. 186 de Gaïa)
Como una de las ciudades más antiguas del mundo y capital de un imperio milenario, toda ella desprende una sensación de gloria pasada. Construida en mármol, granito y oro Al Kairr destaca por su geométrica arquitectura que da una sensación espejada, animando a los arquitectos a crear construcciones cada vez más complejos pero sin abandonar este principio.
Situada en la mayor intersección del río Imoeth, Al Kairr se aprovecha del abundante agua usando un viejo sistema de canales que la reparte por toda la ciudad. La ciudad alberga grandes monumentos vestigios de un opulento pasado de entre los que destaca el Pasaje de la Gloria, una inmensa calzada dominada por geométricos obeliscos y rodeada de cascadas artificiales.
Al Kairr es una ciudad de contrastes pues no solo tiene ricos y geométricos barrios si no también intrincados y desorganizados suburbios donde la creciente clase pobre se agolpa en condiciones deplorables.
El señor de la ciudad es el propio faraón Ahiyoreph que la gobierna con puño de hierro haciendo uso de un intrincado sistema burocrático que poco beneficia a las clases menos privilegiadas. Ahiyoreph acaba de cumplir veinte años y sueña con devolver a su reino a la gloria de tiempos pasados. Se rumorea que no se conforma únicamente con haberse declarado recientemente independiente del Sacro Santo Imperio de Abel si no que está llevando a cabo una importante inversión armamentística con la cual espera hacer frente a la creciente amenaza de los estados episcopales, devotos y fanáticos cristianos, intolerantes ante el edicto imperial de la libertad de credo y defensores de la Santa inquisición. Además, vecinos de las tierras de Al-Enneth, tres naciones con un credo común entre las cuales se encuentra Estigia.
Rio Imoeth (Pág. 176 del Gaïa)
El Imoeth es el gran río navegable casi en su totalidad que atraviesa Estigia de sur a norte. Naciendo en algún punto indeterminado de las montañas de Nasser, el Imoeth recorre las desérticas tierras de Estigia llenando de fertilidad sus vados. A la altura de la capital del reino Al Kairr el río se divide en dos grandes ramas de las cuales una se divide nuevamente en dos, todas ellas con afluentes más, pequeños conformando así un gigantesco delta de cientos de kilómetros.
Enneath (Pag. 262 de Gaïa)
Las creencias Enneath forman la religión más antigua del hombre. Enneath significa “Herederos del destino” y se utiliza para referirse tanto a la religión como a aquellos que la profesan.
El culto está centrado en la adoración de Jihamath, un deidad todo poderosa y suprema, el cual es el propio destino y escritor de la existencia. Todo lo que ha ocurrido y está por ocurrir forma parte inherente de él.
Para los Enneath existe una única senda correcta e inamovible y aunque esto puede parecer que los fieles creen que sus destinos están marcados precios al nacimiento, nada más lejos de la verdad y que serán sus decisiones las que les permitan seguir la senda del Inara, la verdad y descansar en los cielos junto a los Kalih o el Qamar y verse sumidos en la nada eterna para desaparecer.
La religión Enneath comprende dos vertientes:
La zafir, la vertiente más ortodoxa que reconoce que no hay más dios que Jihamath y que piensa que los Kalih son sus agentes, destinados a conceder la sabiduría a los iluminados de la fe y estos a su vez a los hombres.
Y la mular, la que se profesa en Estigia, que considera a los Kalih dioses que representan los distintos aspectos del destino al amparo de Jihamath y que guían a los hombres en su camino por la senda correcta.