Partida Rol por web

Al ver la seña de Felix agito las riendas para comenzar el viaje, por lo que la carreta se empieza a mover lentamente segun la direccion que le doy a los caballos. Debido a las advertencias de mis compañeros decidi sacar mi ballesta del bolso y poner unas cuantas saetas en ella, para estar preparado por cualquier eventualidad.

 Viendo como Web se prepara, Dínendal comenzó a recitar mentalmente sus hechizos. No le gustaría ser sorprendido sin haberse preparado. Aunque, si el grupo se daba prisa puede que durmieran bajo techo, puede que algo raro pasara.

La noche había caído ya mientras el amplio grupo avanzaba por los caminos del bosque; para los 6 aventureros que partieran de Bechafen hacia ya muchos días al situación no les era nada placentera, y es que el intenso silencio de la noche aunado con el miedo que profesaban los pescadores a ese lugar mientras avanzaban era sumamente incomodo.

Se habían visto obligados a esperar a los pescadores para poder partir tras dialogar con ellos y decidir acompañarlos, y por esto habían terminado partiendo al final, cuando ya no quedaba nadie; unos minutos delante de ellos deberían cabalgar los 4 mercenarios, aunque para aquellos momentos probablemente ya estarían lejos, ellos no tenían que esperar a pescadores lentos que cargaban una infinidad de canastas y que avanzaban como tortugas de mar en tierra.

En cierto momento los pescadores pidieron parar deseosos de descansar unos pocos minutos. Habían encendido una pequeña fogata y decidieron descansar unos pocos minutos; mientras asaban pescados y les invitaban un tanto a los 6 aventureros los pescadores les contaron que había varias posadas en el pueblo, aunque los pueblerinos eran muy renuentes con los forasteros, les informaron que eran un pueblo un tanto supersticioso.

El complejo grupo estaba por reanudar la marcha cuando una serie de acontecimientos los sorprendieron, primero escacharraron una serie de aleteos que provienen de un lugar desconocido, después escucharon gritos provenientes del este, del camino rumbo al pueblo que iban y venían, finalmente vieron a un hombre correr ensangrentado hacia ellos clamando por ayuda. Este parecía ser uno de los mercenarios que cabalgaban delante de ellos, su brazo izquierdo parecía colgar inerte lleno de sangre, además avanzaba hacia ellos con una dificultad desesperada.

 Dínendal abrió los ojos de par en par.¿Qué estaba sucediendo?¿habían sido emboscados? En teoría esos hombres eran guerreros experimentados, y ¿ahora venía con un brazo colgando? Algo malo había pasado, y había que estar preparados.

-¡Desenfundad las armas! Parece que hay peligro ahí delante.

Tras esto, redujo el paso de su caballo. Al fin y al cabo no quería ir delante, era el aventurero con más posibilidades de morir en un ataque físico, pero tenía algo guardado.

Cerrando los ojos, empezó a recitar salmos olvidados, tratando de atraer hacia él los vientos de la magia. Sintiendo como en su cuerpo fluían sus propios poderes levantó su mano apuntando hacia un poco más atrás del lugar por donde corría el pobre mercenario. La energía arcana llenaba cada una de sus venas, hacía realmente mucho tiempo que no sentía esa sensación.

Espero que sea útil.

Pero en el momento en el que las energías mágicas debían liberarse de su cuerpo, enfocadas hacia el camino, decidieron por culpa del velidoso destino alejarse del mago, ignorando su petición.

- ¡Pero que diablos! - exclamo sorprendido y rapidamente me giro hacia atras para cojer mi arco y el carcaj con las flechas

- ¡Deten el carro Wrebbadan y preparate! - y una vez que el enano lo hace bajo y preparo una flecha apuntando hacia el hombre y cualquier cosa que pueda estar presiguiendolo.

Aguzo mis oídos mientras mi medico empieza a buscar en su  bolsa para atender al herido.

Observe como el hombre venia a nosotros con su brazo arrancado -¡¿que mierda esta pasando?!- mientras apuntaba mi ballesta hacia la direccion de donde provenia.

El gesto de mi cara pasa de lo distendido a la mezcla de seriedad y preocupación Ya me parecia a mi que todo iba demasiado bien pienso mientras compruebo primero el arma de mi cinturón para después comprobar si mi Pistola Ballesta estaba lista para disparar
para después apuntar con cierto disimulo al hombre que se dirige hacia nosotros

toda precaución es poca