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El extraño y la misiva

Desde lugares lejanos habían llegado diversos rumores extraños a todos los bastos territorios más allá del imperio. Algunos hablaban de un espectro tenebroso que estaba formando un gran ejercito, otros hablaban de un entupido humado que decía ser el enviado de un dios tenebroso pero que no era mas que un viajo cascarrabias, los había mas osados que afirmaban que aquel ser no era otro cosa que un poderoso ancestral que había llegado para reclamar lo que le pertenencia: el mundo entero.

Fueran como fueran los rumores, se decía que aquel ser había venido desde el sur y que buscaba un poderoso objeto que o bien había perdido o bien quería robar. Coincidían también en que había reunido a un selecto grupo de individuos, desde goblins hasta demonios, todos bajos sus servicios.

La misiva les llego de forma sorpresiva a aquellos que la recibieron, no sabían si todos aquellos rumores eran ciertos o no, pero de lo que no cabía duda era que aquel ser existía y los estaba convocando. Sin importar lo recóndito del lugar donde se encontraran o de lo secreto que fuera esta aquel ser los había encontrado.

La misiva se las había traído un mensajero, este parecía ser mudo, de apariencia de las tierras sombrías, un humano con cabeza hueca, de esos fieles y obedientes que jamás preguntan nada ni dudan ante algo. Dicha misiva los convocaba a unirse a aquel ser en una gran cruzada en la que ganarían la gloria de sus dioses, en la que lograrían un fin común mas allá de su imaginación y  mas aun, les ofreció algo que no esperaban, algo que simplemente no deberían haberles ofrecido, y no porque fuera algo incorrecto sino porque no habría manera lógica de que aquel ser lo supiera; fuera como fuera aquel ser les había ofrecido aquello que mas anhelaban, aquello por lo que harían cualquier cosa.