Partida Rol por web

Casi reaccionando por puro instinto de supervivencia y oyendo vivamente el grito de ayuda de Aldor, me giro hacia la nueva amenaza y descargo mi blaster sobre el practicamente en su cara, sin darle opcion a poco mas que morirse en el acto.

Al darle el pueñetazo al imperial me agarro la mano y lo veo caer fuera de la vagoneta Uno menos!!! Bien...y al seguir el cuerpo viendo como rebota en el suelo, compruebo que la vagoneta en la que Teer y Annibal estaban.... Oh! no! Abro los ojos como platos al darme cuenta de que los hemos perdido.

-Kooth! Los hemos perdido!! -y justo en ese momento veo volar a nuestras espaldas a un imperial que se agarra al borde de la vagoneta -!Mierda! - Vuelvo a agarrar el rifle para intentar quitar de enmedio al imperial cuando siento un dolor agudo en el hombro que hace que el rifle acabe en el suelo de la vagoneta junto conmigo -Mierda....repito, pero sin fuerza esta vez, cuando veo entre mis dedos fluir mi sangre.

Por encima mia veo pasar los disparos de blaster imperiales y los que supongo de Kooth y Aldor, pero la vagoneta no deja de hacer movimientos extraños La union magnetica... -pienso en lo que les acaba de ocurrir a Teer y Annibal -no...no puede pasarnos a nosotros lo mismo, dejariamos a Aldor solo y la mision.... - con cuidado levanto mi cabeza mordiendome el labio para aguantar el dolor veo al imperial que llevamos adosado en la vagoneta. Soy incapaz de disparar ahora el rifle pero... tomando impulso y con todas las fuerzas que soy capaz de reunir lanzo mi pie directamente a la cara del imperial que sobresale por el borde de la vagoneta PLAAAAAAAAFFFFFFF

No había tenido tiempo de levantarme cuando otro imperial aparecía, poniendo en serios apuros a Islhara. Cogí el blaster y apunté al imperial intentando mantener el brazo lo mas erguido posible para dar en el blanco, una gota recorrió mi peludo rostro, si fallaba podría herirla, y si no hacía nada podría dañar aun mas a su compañera... En ese momento Islhara golpeaba con fuerza al Imperial. ufff me sequé el sudor e intenté volver a mi asiento.

Ese estuvo cerca... Se rasca la cabeza aún dolorida por el fuerte golpe recibido.

Todo ocurre vertiginosamente. Los disparos juntos de Aldor y Kooth reducen al aguerrido asaltante imperial a una armadura sin vida que se desploma de espaldas impactando a plomo contra el suelo, el sonido contundente del impacto haría estremecerse hasta al mas insensiblehumanoide.

La twilek azulada, por su parte, arrea un fuerte culatazo en la cabeza al desafortunado imperial, que gimiendo guturalmente suelta el peligroso agarre que mantenía evitándose así el peligroso desenganche del vagón de cola. Laryn la observa como bloqueado, quizás pensaba en la suerte que tenía en estar en ese bando...

De pronto el viento silba en vuestros oidos a una velocidad fuera de lo normal, cuesta mantener el equilibrio estando de pie; cualquiera que no se colocara bien en su asiento saldría seguramente despedido de la vagoneta. Al parecer, en la palanca que regula la velocidad había una segunda marcha; la de viaje rápido, seguramente usada cuando no se transportaba material importante a bordo.

La vagoneta imperial se queda atrás a una sorprendente velocidad, veis una ondanada de disparos que iluminan fugaces la mina en su recorrido hacia vosotros, el tono rojizo que adquiere el tunel ya os resulta familiar, por suerte los disparos se pierden por encima de vosotros e impactando en las paredes; el olor de la tierra quemada es realmente molesto.

A vuestra espalda, una diezmada patrulla imperial; a vuestro frente, un oscuro tunel con un incierto final.

Sólo el instinto y la mecanicidad de las tareas se imponen al caos y la velocidad de las vagonetas. Aldor intenta, como hace ya un rato, mantener la vagoneta en los raíles y, a la vez, ganar espacio respecto a los imperiales que los persiguen, cada vez más de lejos. Los mandos, aunque incómodos y toscos, parece que se acomodan a sus manos de modo natural, probablemente por la pura fuerza de la costumbre. Aunque no demasiado rápidamente, de nuevo tiene la sensación de que logran alejarse de los imperiales que los persiguen desde lo que parecen eones.

Por si acaso, y tratando de dificultar el control a los conductores, si así puede denominárseles, imperiales, Aldor vuelve a disparar casi al bulto, intentando más cubrir a sus propios compañeros haciendo que los enemigos agachen la cabeza, aunque sea sin acertarles.

Con un fuerte tiron siento como la velocidad que toma la vagoneta me pega al asiento y hace que me duela un poco mas el hombro al golpe con el duro asiento -Joder...

Aunque la voz cada vez mas baja de los imperiales me indica que los estamos dejando atras, Aldor se vuelve y dispara. Aun no los hemos perdido de vista. Cojo con el rifle y con cuidado de no hacer ningun movimiento en falso que me saque de la vagoneta, me vuelvo hacia los imperiales y apunto con el rifle.

El dolor de mi hombro hace que conforme dispare no me pare a ver que ha sido del disparo, sino que me coloque bien en el asiento y deje de aguantar el peso del rifle. La velocidad y el fuerte olor que se respira hacen que me den un poco de nauseas.... Me agarro fuerte al asiento.... ¿donde terminara este viaje? a la velocidad que vamos espero que no sea una parada seca...

Los disparos enemigos perdían intensidad cuanta mayor distancia les sacabais, vuestras vagonetas emitían un zumbido irritante mostrando que estaban siendo forzadas al máximo, ¿cuánto aguantarían a esa velocidad?. Escuchais del convoy enemigo un grito agónico, parece que uno de vuestros impactos ha ido bien encaminado. Poco a poco se pierden de vuestra vista... lo habíais consegido, ya solo quedaba disfrutar del resto del "paseo".

El camino se os hizo corto gracias a la persecución de los imperiales. Por fin comenzáis a ver un rayo de luz al fondo del largo túnel, cada vez se va haciendo mas ancho y la luz gana intensidad de forma desproporcionada, se os cierran los ojos ante la cegadora luz. Tras unos largos segundos comenzáis a recobrar la vista; los railes repulsores terminan en una amplia caverna parecida a la que salisteis de la base sur, aunque mucho mas iluminada. Llegais a los últimos cien metros y la vagoneta comienzan a frenar suavemente; Aldor parecía haberle pillado el punto al arcaico vehículo.

En cuanto os bajais del incomodo transporte veis como Laryn comienza a correr hacia la gran puerta de salida de la estancia como perseguido por un rankor, en su mano lleva lo que parece un comunicador y no para de gritar repitiendo -Ahora!, Ahora!-

En ese mismo instante la puerta se abre con un zumbido típico y comienzan a salir soldados imperiales a doquier apuntándoos con sus armas; forman rapidamente un círculo en torno a vosotros, debe de haber unos treinta cacbezacubos apuntándoos con actitud hostil. Uno de los muchos soldados comienza a caminar hacia vosotros. Según se va acercando os vais dando cuenta de que ese uniforme y esa hombrera anaranjada os suenan. -Volvemos a encontrarnos…- su voz es seca y el eco del comunicador del casco hace que resuene en toda la gruta. Se quita el casco y deja ver su rostro. El rostro del hombre que acabó con el líder de los Tiránudeins. -Ya estoy cansado de vosotros. Esta vez no saldréis con vida de este lugar… apresadlos y prepararlos para la recepción del Almirante Sruuop- os mira fijamente con una marcada sonrisa psicótica  -Gilaz estará encantado de conoceros en persona... Muhahahahaha- Sin mas, se gira y comienza a caminar hacia la puerta donde poniendo un brazo sobre el hombro de Laryn abandonan el lugar, hasta vuestros oidos llega como un murmullo una frase... -buen trabajo, amigo-

=FIN DE LA ESCENA 3=

Aldor es un profesional, y un superviviente por naturaleza, así que no va a hacer ninguna tontería que le cueste la vida inútilmente, pero mira primero al oficial imperial con gesto desapasionado, como si la cosa no fuera con él. Manteniendo siempre las manos levantadas para no dar una excusa, por mínima que sea, para que le disparen, posa a continuación su mirada en el bothan y sonríe de una manera extraña dadas las circunstancias. Pero sobre todo se trata de un gesto, frío, gélido, que ha helado la sangre de muchos otros en muchos lugares y situaciones, y espera que lo mismo ocurra con el que creían su compañero, Laryn. Y, lo que es probablemente más escalofriante, no dice una palabra ni hace un solo gesto, aparte de la mirada, mientras los soldados imperiales, con su líder a la cabeza, los rodean y comienzan a pedirles sus armas.

-Sera cabron!! digo para mi en un susurro mirando a Laryn, tirando el arma y levantando los brazos. -Le matare! de nuevo, en un susurro solo audible por mi mismo.

Apretando los puños dejo caer el rifle, seria un suicidio intentar algo contra Laryn ahora. Al levantar mi mirada busco sus ojos, pero el ya se va con el jefe de los imperiales, aunque no me puedo contener y susurro -La proxima vez que te tenga a tiro, no fallare Laryn....

-Lo sé... la infiltración no ha sido difícil. Una debilidad de los rebeldes es que creen que pueden confiar en todo el mundo. Creo que he hecho un gran grupo de amigos.

Laryn sonríe sin mirar atrás deseando poder descansar un poco.