¿Es un vampiro? Ha ido corriendo hacia mi, así que me fijo si tiene la respiración acelerada, o siquiera está respirando
No ves que respire y puedes verle los hermosos colmillos en su boca.
Vaya, vaya, vaya... esto se complica
Miré al "hermano" y también descubrí ligeramente mis colmillos. No me gustaba ni poco ni mucho ni nada que me llamasen escoria.
- ¿Qué pasa contigo? ¿tanto te gustan las bolsas de zumo que cuando uno de esos idiotas se hiere a si mismo amenazas a otro cainita? - le digo sin retroceder, encarándome con el
El maromo te hace un gesto amenazador con la mano
- No me gustan los extranjeros en mi ciudad. Asi que ya estas empezando a hablar o te puedo asegurar que tu y yo vamos a tener más que palabras gusano.
- Soy de la espada. Voy donde quiero, y hago lo que debo por ella. Me importa una mierda lo que quieras. Ni siquiera me has dicho si eres un autentico cainita o uno de esos malditos vástagos. Asi que presentate primero. O vete al infierno - dije manteniendole la mirada
- Veo que tienes agallas y un buen par de pelotas bien puestas. Eso te honra. Y además eres educado. Es una suerte que seas de la espada. Más gente como tu hace falta. Mi nombre es Salvajius y soy caballero templario, guardaespaldas a tiempo parcial. Espero que no vuelvas a meterte en lios con mis criados. Por ahora te dejare ir, pero la proxima vez tendremos algo más que palabras. - Y tras estas escuetas palabras se da media vuelta, coge al criado con una mano por la tripa y se va hacia la catedral. Al cabo de un momento lo pierdes de vista. *
*A menos que decidas seguir a Salvajius claro esta.
-Estabamos mirando por la parte superior del local y nos hemos encontrado con él - dijo Anton a respuesta de Helen.
Alberto observó como el templario se iba sin aspavientos y hasta permitiéndose cierta sonrisa. No estaba mal, después de todo. Anotó mentalmente el nombre del tipo y, tras echar un vistazo a la hora, decidió regresar a la puerta del hotel.
No había sido una noche muy productiva, pero tampoco estaba del todo mal. Sabía más cosas de la ciudad, y siempre se podía hablar con Salvajius más tarde. O mejor dicho mañana, dada la hora.
Con los pensamientos ya puestos en el "cargamento" que iba a llegar mañana, regresó al hotel, esperando en la puerta por si llegaban los suyos.