Lo sucedido tras La Señal del Demonio 2. Inicio de nuestra aventura.
Esta vez había ido por un pelo...
¡Maldita vida que parecía disfrutar machacando vuestra existencia!
¿A dónde ir? ¿Dónde cobijarse para huir de la carnicería? ¿Cómo explicarlo a las autoridades? ¿Es que tenía explicación lo sucedido?
Demasiadas dudas, y demasiada confusión como para mantener la mente clara.
Sin embargo, vuestra desesperada huida de la casa, con el medallón en el poder de Joseph, iba a servir para abrir un nuevo capítulo en la disparatada y desesperante historia que os estaba tocando vivir.
Una mujer regordeta y con el rostro enrojecido e hinchado a causa del llanto os esperaba, aguardando a la vuelta de la esquina.
-Lo he oído todo- os dijo, y en cuanto escuchasteis su voz, os percatasteis de quién era. Era Kathy Arden, la esposa del anticuario al que habían asesinado tras haberle ido a consultar vosotros sobre el medallón- Venid.
Kathy os llevó a su casa, y os curó las heridas. No se cortó en meter la mano en el bolsillo del pantalón de Joseph para extraer el medallón.
-Así que por esta porquería ha muerto mi Alfred- os dice, sin la menor emoción en su voz. Arroja el medallón con asco sobre el cuerpo de Joseph, y se acerca a una ventana- A causa de ese miserable trozo de metal, un hombre inocente ha sido asesinado. Y me da que no ha sido el único- os mira con cierto desprecio- Me debéis un marido.
No sabéis qué contestarle. En cierta medida es cierto. De no haber consultado a Alfred Arden, hoy por hoy seguiría vivo. El silencio es la única respuesta que sois capaces a ofrecerle. Julia derrama alguna lágrima, pero se siente incapaz de encontrar palabras de consuelo.
-Yo no soy un genio como lo era Alfred, y no sé nada de baratijas o maldiciones ni nada de nada- os dice, mientras mira lánguidamente por la ventana- Sólo sé que este medallón fue una pieza por la que mi Alfred y su amigo Hugh estuvieron luchando un tiempo- hace una pausa dramática- Y me consta que mi marido perdió la pelea. He de reconocer que Hugh siempre ha sido mejor anticuario que Alfred, supongo que porque es más despiadado, para qué negarlo. Pero aún así siempre fue justo con Alfie, sabía que era un genio despistado, y lo apreciaba. Eran buenos amigos- la mujer comenzó a llorar- No pueden de.. de... no pueden devolverme a mi hombre, pero sí pueden vengar su muerte. Ha muerto por este estúpido medallón. Bien, yo quiero que lo destruyan. A él...- se gira un momento- Y a éste- os muestra el libro que os había enseñado el señor Arden el día anterior, con la imagen de los dos medallones- ¡Que nunca más se repita esta historia!- os dice, susurrando, pero os percatáis de la fuerza de sus palabras, de la vehemencia con la que os lo suplica- Acabad con ellos... ¡Con los dos! ¡Que jamás muera un inocente por su causa otra vez!
Le explicáis que habéis tratado de destruir el medallón, y que ni a balazos habéis sido capaces ni a rayarlo. Parpadea un par de veces estupefacta, y extrae una tarjetita de su abrigo.
-Hugh Burns- os dice, la tarjeta trae ese nombre y una dirección de Boston- Allí es donde reside actualmente Hugh, el anticuario que disputó con mi marido por conseguir hacerse con ese trozo de mierda que tiene usted sobre las piernas- dice, señalando el medallón que reposa en el regazo de Joseph- Les traeré ropa, y me ocuparé de que nadie descubra lo que pasó en su casa. Pero van a ir a verlo, y van a llegar al fondo de este asunto. Lo van a hacer, porque ME DEBEN UN MARIDO.
Sale del cuarto, dejándoos boquiabiertos, y sin saber qué decir.
Sin dudarlo, ya cambiados de ropa y con la confianza de que la mujer sea capaz a ocultar lo que ha sucedido en vuestra casa, partís en el primer tren hacia la dirección que os ha proporcionado. Tenéis que arreglar las cosas, tenéis que averiguar la verdad sobre los dos medallones... Y ese tal Hugh Burns parece la única conexión que tenéis con el otro medallón, con La Llave del Mal.
Tras un día viajando, decidís hospedaros en una posada modesta, más que nada porque desde el día anterior Julia no se encuentra muy bien. Parece que la criatura le está dando algunos problemillas últimamente, y siente nauseas y algo de dolor constante.
A causa del estado de la mujer, decidís reposar durante todo el día, sin acudir a visitar al anticuario.
A la mañana siguiente, Julia parece encontrarse mejor, así que decidís retomar vuesto plan de entrevistaros con el hombre. Os acercáis a la dirección que os ha indicado la esposa del fallecido anticuario, y os encontráis ante una casa muy bonita, bastante cuidada y que denota cierta posición económica, ya que no parece una vivienda que alguien de clase media normal y corriente pueda adquirir. Sin duda, Burns debe ser un genio en su profesión, si siendo un simple anticuario puede pagarse una casa como esa.
Llamáis al timbre, y el mayordomo del hombre, tras conocer que deseáis entrevistaros con su amo por motivos de trabajo, os conduce hacia el despacho de Hugh. Allí, tras llamar a la puerta, un hombre os aguarda, tras un costoso escritorio de roble. Es, sin duda, el anticuario.
-Kathy Arden ya ha hablado conmigo- os dice una voz ruda, sin siquiera saludar- Ya conozco la gravedad de la situación, y ya lo tengo todo preparado. Me ha llevado un día recopilar toda la información, aunque no sé ni para qué lo he hecho, pues toda esta disparatada historia la tengo aquí- dice, señalando la cabeza- ¿Cómo olvidar el día que creí que perdería la vida a mano de una horda salvaje? No puedo olvidar así como así... ¡Siéntense!- señala unas sillas frente a su escritorio- Así que poseen la Llave del que No Debe Regresar... Bien, pues ahora comprenderán lo que sucederá cuando aparezca La Llave del Mal...
Se toma unos segundos de pausa, antes de comenzar su relato.
By Camember
Mapa de vuestro antiguo pueblo. Pocos habitantes quedan ya en él.