Partida Rol por web

El sonido de los disparos termina por sacarme de mis casillas. Asustado, miro hacia todos los lados, tratando de descubrir de dónde provienen nuestros atacantes; pero es inútil. El miedo me impide discernir con claridad, por o que en una reacción instintiva salto entre los arbustos, desapareciendo de la vista de los presentes, observando las reacciones del resto.

Al ver que estamos siendo objeto de un maldito ataque y que la tranquilidad no ha parado, bajo los brazos e intento saltar a algun arbol buscando cobertura aunque el desespero parece impedirme la accion

Llúcia se queda un momento en blanco. Un solo segundo. Sus ojos no pueden ver lo que su cuerpo siente, o ha sentido, que fueron los disparos que les buscaban como blancos y que no han logrado dar con ellos. Por un momento frenético, sigue buscando a ver qué sucede, a ver si el velo que tapa sus sentidos se corre y en vez de sombras alcanza a ver figuras. Pero eso no sucede. Entonces se da vuelta sobre sí misma, sin pensarlo más, y rodea el tronco del árbol al lado del cual estaba de pie. La madera anciana queda interponiéndose entre el cuerpo de ella y la dirección de la que le parece haber sentido que venían los disparos.

Una vez que cree que ha logrado salir del campo de tiro directo, intenta treparse a las primeras ramas, con una dificultad que no recordaba de sí misma. La última vez que había tenido que hacerlo había sido muchos años atrás. Sus dientes apretados y su ceño fruncido es lo que ven sus compañeros cuando les hace señas absolutamente claras de que se pongan a cubierto, que salgan de la línea directa de tiro, y que una vez hecho eso, se pondrán de acuerdo sobre qué hacer. Desde allí arriba del árbol, podrá ver mejor lo que sucede.

Edgar mira el lugar sorprendido, sobre todo por la cantidad de personas armadas que vienen a atacarles. El miedo le carcome, ya que al no tener ningún arma con él se siente fuera de base, y sobre todo estando en un terreno desconocido.

Si tuviera algo aquí para partirle la jeta al huevón ese, pues pa' lante, ¡pero los coño e sus madres, maricas esos, me quitaron mis armas! ¡Versia!

El hombre ve a sus compañeros ocultándose y aunque el miedo le molesta, decide no esconderse. Primero daría la cara que pasarse de, como diría él, jeva.

Ves una serie de grupos de hombres fuertemente armados caminando otros disparando, algunos supones que son cuadrillas porque ves como se mueven las hojas de los arboles.

Te duele la cabeza tremendamente, sientes como si fueras electricidad, cables, como si viajaras y de repente ves en tu cabeza una serie de sistemas y escuchas el helicóptero... es como si estuvieras dentro de el. El dolor es tan intenso que caes.

Mientras unos se esconden en los arboles y otros tratan de huir desesperandos, algo ocurre el Nosferatu se toca la cabeza como si sufriera de un gran dolor y cae al piso, y de manera imprevista.

A Edgar se le encienden ambas manos y de manera algo sorprendente una chispa de ellas salta a uno de los arbustos mas cercanos y estos comienzan a arder.... el calor del fuego todos lo pueden percibir y mas aquellos que tratando de ocultarse.

Mientras eso ocurre salen chispas del alumbrado publico y se escucha claramente como el helicóptero se acerca. Los tiros  se escuchan mas cercanos, es mas por nada los hieren.

Desde su posición, Llúcia se aferra a las ramas del árbol hundiendo las uñas en la corteza. En sus años mortales, la adrenalina le hubiera invadido de pies a cabeza, como tantas veces habiendo vivido esa misma situación. Ahora, sólo le invade un dejo de recuerdo de aquella antigua sensación, y lo que le circula por las venas es la sangre aún parada y un latigazo muy fuerte de ira. Lo que les ha ocurrido es demasiado ridículo para ser cierto. Si todo aquello fue una prueba, esto también lo es. Llúcia se jura a sí misma que, de salir de esa situación, no descansará hasta poner las manos encima del hijo de puta que ha estado jugando con ella. Empieza a hacer un plan...

Y las llamas comienzan a propagarse, y el calor a pegar en su piel helada como si fuera hielo carbónico. Sus ojos se vuelven rojos como el centro mismo del fuego que están observando. Los colmillos aparecen como acto reflejo, en un siseo, al mismo tiempo que Llúcia se arroja hacia un lado alejándose de la fuente de muerte. Logra ver a Edgar con sus manos encendidas y su primer instinto enloquecido es pensar en correr hacia él y dejarlo fuera de combate. Con eso se acabaría el fuego. Pero la impresión es demasiada como para acercarse a la fuente. No, Llúcia es incapaz de dar un paso hacia las llamas, aunque sea uno pequeño. No en ese momento.

Sus ojos se centran en los hombres que vienen hacia ellos y en las armas. Sus oídos le cuentan la historia del helicóptero que se ciñe sobre ellos. Los cuenta a todos ellos, una y otra vez. Cuadrillas, armas, balas, apoyo. Cree oler la furia y el aroma de la muerte definitiva. Siente nítidamente el silbido de los disparos. Los están probando. Quieren probar su resistencia. Fallar significa desaparecer. Una idea febril surge en la mente de Llúcia mientras la cantidad de armas se va multiplicando a cada segundo, a medida que cada nueva ráfaga de balas va incrementándose. Una idea que va tomando una entidad enloquecedora, junto con el crepitar del fuego y el calor de su cercanía. Si tan solo las armas desaparecieran. Si tan solo fueran todos esos, pero cuerpo a cuerpo con ellos, a lo guapo, en un duelo de verdadero coraje...

Si tan solo pudieran quitar las armas de sus manos, podrían tener una oportunidad.

Pero Llúcia sabe que aquello es imposible, y que están cercados.

¡Fuego! ¡A todo mi alrededor!

Mi cabeza se llena de visiones enloquecedoras. La sensación de encontrarme más cerca de la Muerte Definitiva se apodera de mí. El dolor, el sufrimiento traído por las llamas a innumerables de mis semejantes se hace eco en mi mente. El olor de la resina quemada, junto con el de las cenizas que comienzan a danzar delante de mí consiguen que olvide la opción de mantenerme escondido. Mi instinto de supervivencia me arranca un grito de terror, acompañado de un movimiento brusco que me aleja de los matorrales. Las espinas del arbusto me laceran la piel, y pequeñas gotas de sangre salpican el terreno a mi alrededor mientras salgo corriendo del escondite.

Un velo de terror nubla mi vista. No soy capaz de distinguir nada a mi alrededor. Tan solo soy consciente de 2 conceptos, contrapuestos en mi mente. Fuego y seguridad. De un vistazo detecto la fuente del fuego, distinguiendo a duras penas la figura de Edgar con las manos envueltas en llamas.

-Edgar...

Primero con pequeños pasos, marcha atrás, me voy alejando; pero súbitamente doy media vuelta y comienzo a correr, alejándome de la única fuente de peligro que reconozco.

Aun bastante confundido por lo que ocurre a mi alrededor no termino a enterarme que el fuego de uno de los tipos comienza a arder alrededor nuestro a pesar que buscaba ocultarme entre el ramaje. Cubriendome el rostro intento evitar quemarme y en cambio busco identificar el helicoptero que ya esta sobre nosotros

Es que es el fin del mundo?... Y empiezo a correr en direccion contraria a los tipos que nos disparan Vamonos de aqui!!!

Al ver sus manos otra vez encedidas en fuego y más las consecuencias de esta repentina aparición, Edgar maldice de las una y mil maneras que se le ocurran mientras una expresión de terror se dibuja en su rostro. No tenía armas, parecía una antorcha andante y veía con mirada rabiosa, pero a la vez de esa que pone la gente cuando sabe que no puede hacer nada, al hombre del helicóptero.

¡Diosito, dame una oportunidad para partirle la jeta a este hijo de su madre!

Absorto en mi ilusión y ajeno a todo lo que ocurre alrededor de mi cuerpo me concentro en las imágenes del helicóptero.

Soy un helicóptero... - Pienso.

Tratando de olvidar todo lo demás me concentro en este nuevo cuerpo: siento las hélices girando, los motores, los mandos de control con las órdenes que los pilotos me mandan a traves de ellos, siento que soy el helicóptero.

Tengo que tratar de tomar el control, podría ser de ayuda...

Yo de ti no correría sino los enfrentaría- dice el árbol, si notas por alguna razón que es el árbol quien te habla- tengo más de 100 años y se que es eso... son varios grupos de taladores con esas cosas que escupen fuego... y esa cierra voladora... es terrorífico.

Porque me miras así? Nunca has visto un árbol??...  ha tontos con los que uno se encuentra hoy en día.

Así que no seas cobarde chico enfréntalos!!!

De repente algo pasa, ves las armas, y algo que pensaste

Si tan solo pudieran quitar las armas de sus manos, podrían tener una oportunidad.

Y de repente eso se hace realidad dos fusiles aparecen flotando y no solo eso... por alguna razón también un ganso que te mira con susto mientras viene hacia ti.

Por algún momento podrías pensar que podrías controlar el fuego

Eres el helicóptero, si, pero el motor.... un momento que mareo... huyy estoy dando vueltasss

Corres asustado huyendo del fuego... y de repente, como siempre que estas bajo presión comienzas a pensar en aquello que te da seguridad, y de repente comienzan a  aparecer relojes... muchos relojes, son tantos que mientras  corres se caen... ¿los dejaras abandonados?