Partida Rol por web

Ven que el gangrel se aleja, y se acerca a la puerta. Todo parece tranquilo.

La observo con desconfianza como siempre pero me atengo a que ya estoy aqui y debo seguir el reglamento asi que bajo un poco los humos y la adrenalina y le hablo calmadamente

Mi nombre es Daniel Sam....soy del clan gangrel y quiero presentarme con el principe para cumplir la tradicion camarilla..

Pienso en Edgar quien quedo de acompañarme

Edgar, quien presencia el enfrentamiento entre Daniel y Llúcia, no se atreve a decir nada, y espera a que éste se vaya del carro para hacer cualquier movimiento. Por supuesto, en aquel enfrentamiento de ideales diferentes el Gringo no era tonto: sabía que Llúcia tenía la razón, pero ¿qué ganarían poniéndose de un bando u otro? Al hombre en ese momento sólo le importaba llegar a su país, cosa que Australia no era, y olvidar de una manera tanjante que alguna vez, en un día pasado, había despertado en una celda y comenzado un camino por el que más bien parecían conducirle.

Lo mejor es que vayan a buscar inmediatamente a Reich. Yo no confío en ese Daniel, no ha hecho más que tonterías en las últimas horas, y quién sabe qué tanto meta la pata allá adentro. Así que, si eso llega a suceder, preferiría que ustedes estuvieran lo más lejos posible de aquí. - Edgar mira la entrada del Elíseo antes de decirse a bajar, y no es hasta unos cinco segundos después que abre la puerta. Una vez fuera del auto, agrega: - Si tienes razón, Llúcia, ese Reich es el único que nos podrá ayuda. Dios quiera que salgamos bien de esta...

Edgar deja la puerta abierta y el coche prendido para que Llúcia ocupe el puesto de copiloto. Mientras tanto él se encamina hacia la entrada del Elíseo...

Cuando Edgar sale del auto, y después de despedirse de Llúcia y Saul, se dirige raudo al Elíseo con cierto nudo en la garganta. Poniéndo las manos en los bolsillos de sus pantalones y silbando una canciónque había aprendido desde muy pequeño, va al lugar donde está Daniel, diciéndose a sí mismo:

Que quiera Dios que salgamos vivos de esta vaina...

Evidentemente Edgar entra tras de ti, y escucha lo que has dicho hasta el momento, la mujer entonces lo mira a él.

Cuando entras al Eliseo  ves lo siguiente. Una mujer dice a Daniel. Bienvenido al Eliseo, ¿Cuál es el motivo de su visita?

La observo con desconfianza como siempre pero me atengo a que ya estoy aqui y debo seguir el reglamento asi que bajo un poco los humos y la adrenalina y le hablo calmadamente

Mi nombre es Daniel Sam....soy del clan gangrel y quiero presentarme con el principe para cumplir la tradicion camarilla..

Pienso en Edgar quien quedo de acompañarme

Bienvenido, señor Daniel, mira al recien llegado mientras anota algo en una libreta, ¿usted viene a lo mismo?. El principe esta en una reunión sale en. Mira su reloj. 5 minutos.  Si gustan esperen en el salón, sumagestad los recibira.

Pasan unos minutos y ustedes observan alejarse a Edgar del lugar. Hay un momento de silencio entre ustedes, pasan unos 5 minutos, y de repente observan que tres carros se parquean al frente del Eliseo. Del primero salen unos hombres que reconocen que son de seguridad, y del tercero también. El carro que está en el centro parece estar custodiado. De dicho vehiculo se baja un hombre canoso elegantemente vestido, y  segundo a él un hombre alto, de más o menos unos cuarenta o cuarentaicinco años. Evidentemente a ambos hombres los estan escoltando.

Sí, señorita, acompaño al señor - dice Edgar de una manera educada y galante, mirando a los ojos a la mujer.

Al oír que el príncipe les recibirá en cinco minutos, Edgar mira a su compañero, esperando a ver qué hace.

¿Qué el príncipe nos recibe? ¡Vaya! ¡O este es un pueblo fantasma o es que tenemos mucha suerte! Demasiada diría yo...

No hago sino contemplar atónito la estúpida discusión en la que decide meterse el Gangrel contra la Brujah. Gracias al buen sentido de esta, LLúcia no entra en una situación que podría llegar a ser peligrosa. ¡Una discusión frente al Elíseo de una ciudad en la que dudo seamos bien recibidos! Contemplo a Daniel alejarse, subiendo las escaleras con una actitud bastante confiada, creyendo que todo le saldrá bien puesto que está haciendo lo que se supone correcto. La protesta de la Brujah me hace sonreir. De hecho son las ideas de Daniel la que me hace sonreir, al pensar que un arquetipo tan típico de su Clan pueda estar tentado de ostentar un poder que nadie le ha dado.

Daniel, Daniel... Que sigamos las indicaciones de ella no es porque se haya convertido en nuestro líder; más bien porque son bastante más sensatas que las de los demás.

Al poco Edgar se baja para acompañar a Daniel al interior del edificio. En mi fuero interior no deseo otra cosa que sea capaz de controlar que el Gangrel no cometa ninguna estupidez.

-Como ha dicho Edgar, que permanezcamos aquí, en la misma puerta del Elíseo, con el Gangrel haciendo lo que mejor sabe ahí dentro, es cuanto menos... peligroso. Pero si Reich sale a buscarnos, y no nos encuentra, no creo que siga muy dispuesto a ayudarnos. Podemos esperar un rato en el coche, pero desde una distancia prudencial. Por cierto, sabrás conducir, ¿no? Porque ya hace bastantes años que no cojo un coche...

Tras un rato de silencio vemos unos coches que paran donde nosotros habíamos aparcado hace unos momentos. Las figuras que bajan de ellos me parecen lo suficientemente interesantes como para tratar de escuchar la conversación que están teniendo.

Ambos escuchan lo siguiente.

Señor Reich estoy seguro que estará a gusto en el Eliseo, el príncipe ha arreglado todo para usted con los mayores lujos. Dice el hombre en postura complaciente, lame suelas.

Eso es lo que menos  me interesa señor. Dice el hombre calmado pero con autoridad. Los lujos son solo para aquellos que los necesitan, yo no estoy acá de vacaciones y usted lo sabe.

Y tras decir eso, ambos hombres entran al Eliseo, seguidos de un grupo de seguridad.

Justo esperan un tiempo y ven entrar al Eliseo dos hombres, uno de ellos muy elegante, el otro vestido de manera sencilla pero con estilo. La mujer entonces le dice. El príncipe los espera. Un hombre, que es al parecer un criado les hace indicaciones para que le sigan y eso hace.

 Un hermoso salón que tiene decoración antigua se observa. Cuadros de reconocidos pintores renacentistas, y algún detalle del Medioevo.  Los ventrue son un clan tradicional, no se esperaría otra cosa de un príncipe de dicho linaje.

Un hombre con barba y mirada inteligente los recibe. A la derecha de él hay una mujer  con peinado alto que al parecer solo observa. 

Antes de acercarse ven  unas sillas organizadas en el salón.

El hombre los mira llegar, y murmura algo a la mujer que esta al lado.

¿Quién sois?, ¿y porque vienen a mi ciudad?

En ese momento, justo detrás de ustedes entra otra mujer joven que nunca habían visto, al parecer, también a cumplir la tradición

Miro al principe y me siento algo incomodo tanto por mi vestimenta como porque hubiesemos interrumpido algo importante asi que solo bajo la cabeza y medito las palabras que le voy a decir, tampoco pienso quedar como un idiota delante de el y de las personas que le acompañan

Vamos Daniel Sam...no la vayas a embarrar, tu cabeza depende de esto... Miro a Edgar esperando que el sea quien hable pero sin mas abro mi boca

Principe, mi nombre es Daniel Sam del clan gangrel y me presento ante usted para cumplir con las tradiciones.... Guardo silencio pues no se como explicar todo lo que nos ha sucedido desde que despertamos en ese cuarto juntos

Llúcia había asentido hacia Saul, y permanecía en el asiento del conductor, a la expectativa. Los minutos iban pasando y el silencio se mantenía en el automóvil, entre ambos, pero era un silencio tranquilo. No había tensión entre ellos, a pesar de ser dos completos desconocidos, pues habían logrado llegar a un estadío de tranquilidad que era de agradecer. Llúcia no hizo nada que pudiera poner al Malkavian nervioso, si no por el contrario, se mostró un acompañante respetuoso de la intimidad y el espacio de Saul, y lo único que interrumpió esa calma fue la notoria pero contenida impaciencia con la que Llúcia miraba de tanto en tanto hacia el exterior.

Al final, la aparición de la comitiva la hace ponerse en guardia. Escucha, y mira a Saul. Sólo necesita esa mirada para creer, o al menos hacerse la idea, de que el Malkavian escuchó lo mismo que ella. Pero lo que tarda en cerciorarse y reaccionar, es lo que tarda la comitiva en entrar al Elíseo sin permitirles hacer nada antes.

- Es Reich. Tendremos que entrar, Saul... - dice Llúcia, abriendo la puerta del automóvil para bajar. Aún así, cuando baja, se detiene a mirar al Malkavian - O no. Como tú quieras. Si quieres alejarte de aquí, te dejo el automóvil y nos encontramos a la salida. ¿Qué quieres hacer?