Partida Rol por web

Otra vez el mismo problema que la noche anterior. La falta de lo que podría llamar "un refugio" consiguen que añore pensativamente por unos instantes mis posesiones de Creta. Distraído miro por la ventanilla del coche, con una sensación extraña por haber pasado del bullicio del asalto a esta situación de tranquilidad y vacío; como si todo lo anterior hubiese pasado en otra ciudad, a cientos de kilómetros de donde nos encontramos ahora.

-Está ahí, a mano. Lo fácil que sería conseguir el dinero de ellos... ¿Quién está por encima? ¿Ellos acaso?- Las frases las lanzo al aire de forma distraída, pensando en voz alta mientras sigo mirando al exterior del coche -Pero no; nos sentimos impotentes porque no somos capaces de arreglárnoslas para pasar el día.

Centro la atención dentro del coche, y hablo pasando mi mirada de uno a otro de los ocupantes.

-Bueno, algo hay que hacer. ¿Bajamos entonces?

- ¿Impotentes? ¿Por no tener dinero? - pregunta Llúcia, mirando con cierta curiosidad a Saul. Luego, sonríe - Yo me siento impotente cuando ya no hay salida, algo que no creo que suceda cuando no hay dinero de por medio - una mirada por la ventanilla refleja en sus ojos, oscurísimos, las luces intensas de la ciudad - Sí, debemos bajar y buscar algo.

Al ver que nadie más comenta nada, mira a Edgar de nuevo por el retrovisor.

- ¿Estacionas, Edgar?

Edgar asiente con la cabeza ante lo que le dice Llúcia y para el carro, apagando luego el motor.

Este cacharro se quedará aquí... suerte para quien lo encuentre... por lo menos que traiga gasolina, porque sino no va a andar pa' ningún lado.

Una vez que el auto esta apagado, abre la puerta del conductor y baja del vehículo, en espera de lo que hacen sus compañeros. Mientras espera para ver qué deciden los demás, pone sus manos en los bolsillos de su pantalón, mirando a deredor de aquel lugar desconocido.

¡Bendita suerte! ¡Otra vez a la buena de Dios! Y ahora sí que la vaina se puso chiquita, en esta mierda 'e ciudad sin saber qué hacer y sudando la gota fría por conseguir un refugio. Esto le pasa a uno por ahuevoneado. ¡Ya yo estuviera en mi rancho, con mi jeva, de lo más tranquis! Hay que ver...

Edgar palpea inconscientemente sus bolsillos, sólo para acordarse de que le habían sacado todo lo que cargaba consigo. ¡Cómo le hubiera gustado conseguir allí su paquete de cigarrillos y su arma! Por lo menos, así pensaba él, pasaría el mal trago con más enteresa.

Todos están cómodos en el carro, mirando por la ventanilla pensando donde buscar un refugio cuando de repente sienten algo que ninguno de ustedes  pensó  que fuera a suceder.

Edgar esta fuera del auto, y aunque ha salido algo extraño ocurre, el vehículo que, como si hubiera chocado con algo vuela por los aires, y cae de medio lado haciendo un gran estruendo.

Han volcado.

 Sólo ves que el vehiculo vuela, pero no sabes que ocurre. Estas asombrado.

-¡Pero qué coj!...

Una sucesión de imágenes se agolpan en mi cabeza mientras el coche sale despedido por los aires. Lo súbito del golpe hace que resulte imposible que me lo espere y me proteja, por lo que mi cuerpo va rebotando dentro del habitáculo de manera que para un humano hubiese resultado mortal.

Cuando recobro el sentido trato de buscar una forma de salir del coche. Arrastro mi cuerpo con esfuerzo hacia fuera a través del hueco de una ventanilla. Las esquirlas del cristal me provocan arañazos en brazos y piernas, pero concentrado como estoy en abandonar el vehículo apenas me resultan molestas.

Paolo, haciendo gala de sus nervios de acero adopta una forma con la que sea facilp protegerse y asi minimizar los efectos del golpe que de manera sorprendente se acaban de llevar.

Llúcia estaba distraída, o su mente había volado hacia el futuro, a través de las posibilidades de las que venían hablando, o se había sumido en una serie de recuerdos. Quizás esa era la única forma de explicar por qué alguien tan activo como ella no había bajado del automóvil inmediatamente tras Edgar, aún cuando había sido evidentemente su intención. Quizás eso explicaba por qué, cuando el mundo se puso de cabeza y el impacto los volteó sobre sí mismos como tortugas, Llúcia no reaccionó.

El automóvil queda dado vuelta y ella, enroscada entre algo que no sabe si es un cinturón de seguridad, un pedazo de asiento, el brazo de alguien o su propio cuerpo, no se mueve. El olor a vitae comienza a inundar el ambiente, y el ruido de la chapa, de los pequeños cristales bajo el cuerpo de los que se arrastran, pero Llúcia no se mueve. Su rostro ha quedado oculto por su cabello y sus manos están quietas. Quizás lo que necesita es un momento de ubicación para encontrar la forma de salir del coche. Quizás, lo que necesita es que alguien la saque de allí.

Edgar, al ver que sólo Paolo y Saul salen del auto, busca la manera de ayudar a sus compañeros que aún se encuentran dentro del automóvil.

¡Versia! ¡Estos carros europeos son bien locos! ¡Juro que lo apague!

Paolo, por favor, ayúdame a sacar a Daniel y a Llúcia del auto - dice Edgar, acercándose al automóvil.

!Qué demonios!

De repente todo da vueltas,  lo cual no es lógico pues Edgar se acaba de bajar de el auto, lo primero que pienso es una emboscada.

¿Esto no tiene sentido que esta ocurriendo?... ¿estan ustedes bien?, ¿Edgar viste que pasó?

Edgar se acerca al auto volcado y ve que la situación además de ser confusa  es alarmante, el auto ahora esta de cabeza y el único que parece estar bien es Daniel y Paolo, mientras que  Saul y Llucía parecen desorientados, esta última está más herida que los demás pues una placa de metal con el volamiento se le ha clavado en el pecho. Ella parece estar atrapada.

Hay un silencio absoluto,  no es un silencio normal, nadie se asoma por las ventanas y el sonido, sí ese sonido  tan natural parece como si se hubiera extinto.

Sin embargo las malas noticias no terminan ahí detrás de ustedes ven un hombre  en el techo de una de las tiendas. A unos 10 metros de ustedes.

Nunca habían visto, su risa les provoca escozor, parece como si disfrutara lo ocurrido.

Parece que los pajaritos se cayeron del nido, lástima que deban ser aplastados.

Y en ese momento hace un movimiento con su mano como quien aparta una cosa, y Edgar quien estaba tratando de ayudar a sus compañeros siente como es lanzado hacia un cúmulo de  botes de basura, nuevamente aunque su caída es muy sonora a nadie de esa comunidad parece afectarle.

Edagar queda a unos 7 metros del carro, y unos 20 metros del sujeto en el techo.

Con dificultad salgo del automovil aun sorprendido por el vuelo que ha dado Edgar inexplicablemente, un poco desorientado pero en mis cabales observo hacia todos lados y en especial hacia donde provienen las voces

Desgraciado!!!...Le grito y le señalo Baja aqui mismo y te destrozo las visceras!! Ahora poco a poco voy perdiendo la paciencia.....