Partida Rol por web

Llegas a la dirección indicada y resulta ser un piso de apartamentos. Son de un nivel medio, pero parecen cuidados y limpios. Preguntas al conserje y éste te indica que debes subir al 1º C.

Una vez allí, llamas a la puerta y el hombre que te abre responde a todo lo que te habían contado y aún más. No te cuesta trabajo imaginartelo vestido sólo con unos pantalones de cuero, un casco y un hacha en la mano, como esos vikingos de las leyendas, pues es alto y bajo su ropa, completamente negra, se adivina que es fuerte.

Buenas tardes, ¿en que puedo ayudarla? - una voz levemente gutural pero sin ser desagradable te saca de tus ensoñaciones.

Cuando descubro que se trata de un piso y no de un comercio a pie de calle, mi nerviosismo se multiplica. Una vez arriba, el anfitrión no defrauda las expectativas creadas.

-Eeehh... Ah hola. Buenos días Sr.Wvinch. Me llamo Ingrid Ford y me han dicho que usted puede ayudarme a hablar por última vez con mi difunto marido - menos mal que nos encontrábamos solos, me moría de vergüenza por el simple hecho de pronunciar estas palabras-. He traído una gorra que le pertenecía.

Del bolso saco una gorra de color pardo, con la visera bien calada.

Siempre la llevaba cuando salía de noche  a colgar carteles.

Pase, por favor, señora Ford - se hace a un lado invitándote. Cuando entras, cierra suavemente la puerta y te indica que le sigas a una sala lateral.

Una vez allí, no te encuentras con la típica tienda de feria, adornada con colores chillones y extravagancias múltiples. Más bien parece una sala de estar de una casa normal, aunque las ropas son de tonos oscuros y la iluminación es muy tenue. Las paredes están llenas de estanterías con libros, pero en la penumbra no logras ver bien de que tipo de libros se tratan. En el centro, hay una mesa redonda con ropajes negros y un par de sillas que acerca Gerrhardt. Cuando os acomodáis en ellas, vuelve a hablar.

Bien, quizás pueda ayudarla, pero no es seguro. Le diré mis condiciones: serán 20$ por sesión. Tendremos un máximo de 2 sesiones, pues si no consigo contactar, ya no podré hacerlo y no quiero engañarla fingiendo lo que no hago. Además, deberá pasar una semana como mínimo entre ambas sesiones. ¿Acepta?

Las condiciones que proponía este hombre no se parecían en nada a lo que cabía esperar de un estafador. Bueno mejor, así solo perderé el tiempo y no el dinero -pensé para mis adentros-.

Está bien, me parecen una condiciones justas.

Intento discernir sin éxito el título de alguno de los enimgáticos libros que llenan las estanterías, pero finalmente desisto y me siento. Sin más salida que afrontar el motivo de mi visita, le expongo mi objetivo.

Mi marido se llamaba William Waters y murió en el frente de la gran guerra, en Francia. Mi deseo és escuchar su voz por última vez, tan solo... des...

Perdone. Tan solo despedirme de él.

No tenía previsto acentuar mi actuación con nada de dramatismo, pero la verdad es que las palabras se entrecortaron en mi garganta sin avisar.

Esto va a ser más difícil de lo previsto.

Tranquilamente, sin mayores aspavientos, Gerrhardt toma la gorra de entre tus manos, la mira intensamente y posteriormente cierra los ojos.

Con una voz serena, vuelve a hablar, pero esta vez dice ser tu marido y no puedes evitar que un estremecimiento sacuda tu espalda. Comienzas a hablar con él y efectivamente parece saber cosas que solo vosotros conocíais, pequeñas bromas hechas con juegos de palabras. Puedes tener una última charla con tu marido y por sus insinuaciones, parece al tanto de tu "trabajo". Se despide cariñosamente de tí y promete velarte desde el más allá.

Tras esto, Gerrhardt vuelve a hablarte recuperando "su identidad". Le pagas sus 20$ y sales de allí, totalmente convencida de que esto no ha sido ningún truco, que ha sido muy real.

No, empezaré la partida totalmente consternada.