Gael y Rodrig hacían todo lo posible para mantener el acero enemigo alejado de Eyvind. El místico estaba ensimismado en una especie de violento trance mientras que la Piedra Solar relumbraba cálida en su mano. Los dos compañeros hacían lo posible para atraer la atención de los bandidos aunque sus vidas estuviesen corriendo peligro al hacerlo... ¿Qué más les quedaba además de pelear por sus vidas? Sabían que si uno de los dos caían, Mal-Rogan no escatimaría en reducir el molino a escombros con tal de asesinar a todos los que se hallasen ahí dentro.
Gael apenas podía contener el ataque del bandido, levantó el espadón con rapidez para evitar perder la vida con una estocada y esto le causó un inmenso dolor en el pecho. El acero sucio rebotó con la blanca espada del pansar y esto fue aprovechado por Rodrig... quien atacó con la velocidad de una víbora al bandido y hundió su lanza a través de la armadura de su abdomen. No bastaría para matarlo, pero al menos lograría desviar su atención. Apenas pudo reaccionar al ataque de su propio contrincante, y ahora sus tornas se habían decantado a un combate dos contra uno.
Por orden de Rodrig (antes del post de Gael), cancelo las tiradas de ataque gratuito ya que se ha echado para atrás con el ataque ventajoso. No puede realizar movimiento de destrabar o flanquear ya que estáis todos trabados los unos con los otros.
Rodrig ataca al bandido de Gael igualmente, aunque su daño no basta para derrotarlo.
Orden de turnos: Mal-Rogan > Eyvind > Eilene > Demeon > Bandidos > Gael > Rodrig
Mal-Rogan observó furibundo a Gael tras su provocación. El caballero no muerto estaba a punto de responder algo, pero uno de los bandidos se atravesó en su camino tras ser ensartado por Rodrig, dando traspiés hasta chocar con el maligno señor de los bandidos. Apartó al estorbo con un empujón y los músculos de su podrido rostro se contrajeron en una expresión odiosa hacia el Pansar. Levantó el lucero del alba con ambas manos y mientras lo hacía le dedicaba unas palabras de despedida al pansar.
—¡Silencio, escoria! ¡Me aseguraré de convertirte en un descerebrado dragul una vez te arranque la cabeza! —gritó, ebrio en enojo, antes de descargar el tremendo ataque.
Por fortuna para todos, Bedlam ya había anticipado este ataque y con asombrosa agilidad se apartó de la trayectoria del golpe. Al chocar la maza contra el suelo, astillas y trozos de roca volaron en todas las direcciones como una repentina erupción. El pansar se había salvado... y era la hora de devolver el golpe.
Motivo: Defensa Gael
Tirada: 1d20
Dificultad: 10-
Resultado: 1(+3)=4 (Exito) [1]
Logras esquivar con un 1... me has sorprendido, debo admitirlo.
Eyvind, Eilene y Demeon ¡Ahora con todo, ya casi los tenemos!
La luz anaranjada contrarrestaba el molino sombrío y violento en el que se encontraba Eyvind. Estaba enervado contra la Piedra Solar, dolorido por las brutales visiones arrejuntadas en su mente, paralizado por el vinculo salvaje que había desatado.
En un comienzo, todo miembro de la Ordo comienza su instrucción con agotadoras y tediosas lecciones acerca de las leyes de la naturaleza que sus maestres doblegan a voluntad. En su equidistancia de lo que conoce y lo que desconoce, tanto colono como ajeno a ambos extremos, Eyvind había sido solo capaz de encantar suaves brasas en viscerales corrientes de fuego.
En su mente prendía la llama del conocimiento encendida gracias a su maestro, como místico era su responsabilidad mantener la brasa encendida reuniendo experiencia y absorbiendo letras de sus tomos. Pero la Piedra Solar que como una hoja se vinculó violentamente en su mente, mostró al hechicero que en realidad, el verdadero símbolo del intelecto no era una simple llama.
El verdadero símbolo del Conocimiento era el Sol.
Su cabeza se inmoló con la energía de la Piedra Solar. Con su espíritu renovado por ese poder, Eyvind recuperó el control de su cuerpo entre jadeos exhaustos y embobado, como si hubiera recorrido grandes millas sin descanso con la sangre hirviendo en su piel enardecida por el uso de magia. Hizo un movimiento con su bastón al volverse contra el caballero no muerto.
— ¡Igni! — Con una mano en el bastón y otra en la Piedra Solar, encandeció las runas de ambos objetos con la luz anaranjada. Como una serpiente, una corriente de fuego se propagó en el campo de batalla abrazando a Mael-Rogan como una capa ígnea.
Motivo: Tenaz
Tirada: 1d20
Dificultad: 15-
Resultado: 5 (Exito) [5]
Motivo: Golpe de Fuego (Daño)
Tirada: 1d6
Resultado: 3 [3]
Motivo: Golpe de Fuego (Duración)
Tirada: 1d4
Resultado: 4 [4]
Uso Avivar Llama para subir de 1d4 a 1d6 el daño de Golpe de Fuego.
Los ruidos de pelea en el piso inferior se colaban por el hueco de la escalera. Debía haber montada una buena ahí abajo. Los rugidos de las brasas que subían hasta ellos y las luminicencias anaranjadas que bañaban las paredes de la escalera le indicaban que el magi estaba haciendo su parte. Quizás tuvieran alguna oportunidad después de todo.
Demeon blandió la hoja de nuevo frente a las narices del bandido, pero volvió a fallar por unos centímetros. La espada nunca había sido lo suyo. Observó a Eilene combatir entrecerrando los ojos, incapaz de llegar a hasta ella.
Motivo: Diestro
Tirada: 1d20
Dificultad: 11-
Resultado: 14(+1)=15 (Fracaso) [14]
Ni con el bonif de precisa, no hay manera.
Eilene retrocedía poco a poco, ya que las tornas se habían vuelto en su contra ahora luchando contra dos oponentes a la vez. Apenas podía atacar antes de ser detenida por un arma enemiga. Poco iba a durar si continuaba con esa desventaja. Guardó la daga con velocidad relámpago y desenvainó la espada para defenderse mejor. Ahora solo podía hacer lo mejor para salvarse el cuello de el par de bandidos que le atosigaban.
Motivo: Golpe Bajo
Tirada: 1d20
Dificultad: 15-
Resultado: 20(+2)=22 (Fracaso) [20]
PJNotizada
Mientras más tiempo pasa en el combate contra los bandidos que acompañan a Mal-Rogan, os dais cuenta de que parecen luchar sin muchas fuerzas pero con la misma voluntad inquebrantable. Como muñecos al mando de su titiritero. Las miradas vacías que ofrecían sus ojos daban cuenta de ello, aquellos pobres bastardos estaban siendo controlados por el caballero no muerto... era difícil saber si rematando al oscuro señor que los comandaba sus aquejadas mentes serían liberadas. Hasta entonces, la única forma que podían hallar para evitar ser asesinados era devolverles el acero y esperar que no se levantasen. Los viajeros resistieron ataques que sacudían hombros y temblaban espadas. Ni una sola gota de sangre se derramó, pues la ventaja estaba en que ellos si estaban conscientes de cada uno de sus movimientos.
A pesar de todo, Demeon y Eilene estaban luchando en una clara desventaja... y aunque sus lentos contrincantes tuvieran movimientos predecibles seguían siendo rivales formidables que les ofrecían un desafío al contar con superioridad numérica. Iban a tener que despacharlos rápido antes de que el cansancio hiciera mella en ellos. Pero cuando menos se lo esperaban, las armas cayeron de las manos de sus enemigos, el metal resonó estruendoso al chocar contra el suelo y sus cuerpos se desplomaron repentinamente junto con ellas. Un rápido vistazo confirmó que aquellos hombres habían perdido la vida en el acto.
Mientras tanto...
Un torrente de fuego salió disparado de la Piedra Solar con la orden de Eyvind. Como si de una extremidad adicional se hubiese perdido y volvió a su dueño; las llamas atraparon en su totalidad a Mal-Rogan y solo podía verse su silueta ennegrecida intentando luchar contra las llamas. Pero el fuego mágico era demasiado poderoso incluso para la no muerte... todos tuvieron que apartarse para evitar ser alcanzados por la combustión, y cuando solo quedaron ascuas podía apreciarse el cuerpo del caballero no muerto tendido en el suelo intentando levantarse... aquella abominación había sido derrotada y como consecuencia cada uno de los bandidos que le acompañaban cayeron como muñecos de trapo junto con él. ¿Había terminado aquella noche de pesadilla?
Motivo: Defensa Eilene
Tirada: 2d20
Dificultad: 13-
Resultado: 8(-3)=5, 3(-3)=0 (Suma: 5)
Exitos: 2
Motivo: Defensa Demeon
Tirada: 1d20
Dificultad: 8-
Resultado: 7(-3)=4 (Exito) [7]
Motivo: Defensa Gael
Tirada: 1d20
Dificultad: 10-
Resultado: 1(-3)=-2 (Exito) [1]
Motivo: Defensa Rodrig
Tirada: 1d20
Dificultad: 12-
Resultado: 14(-3)=11 (Exito) [14]
Mal-Rogan cae moribundo al suelo, los demás bandidos son derrotados automáticamente.
FIN DEL COMBATE
Experiencia Obtenida: Rodrig+16px > Eyvind+16px > Demeon+16px > Gael+16px > Eilene+16px
Eilene obtiene una Ballesta con 6 virotes.
Demeon obtiene flechas dentadas (Perforante, 6) y rellena su carcaj.
Las fichas han sido actualizadas.
Podéis actuar libremente, el botín obtenido será repartido equitativamente.
El caballero no muerto hacía lo posible por levantarse. Sus extremidades temblaban levemente al intentar alzar su propio peso... Tenía la armadura medio derretida sobre su cuerpo y los ropones que lo tenían cubierto humeaban chamuscados. El arma había caído al suelo. Había perdido. Empezó a arrastrarse hacia las escaleras con las pocas fuerzas que le quedaban mientras que murmuraba maldiciones con la voz ahogada.
Se dejó caer sobre el suelo con un ruido metálico y rodó escaleras abajo, causando un chirrido al caer sobre cada escalón hasta llegar al suelo. Miraba a la luna con un único ojo cuyo brillo menguaba a cada instante que pasaba.
—... No... La Piedra Solar... Debe ser... —Se quedó en silencio, cerró un puño—. Malditos... Mil veces malditos... Escoria mortal... Los encontraré y su castigo será inaudito...
No podía moverse, no podía hacer más que maldecir. Sin la Piedra Solar en su poder, Mal-Rogan se encerraría en su derrota.
Demeon se detuvo con sorpresa en medio de un lance mientras su enemigo se desmadejaba en el suelo como un muñeco roto. Miró a su compañera Eilene y asintió comprendiendo que el mago habría derrotado al caballero nomuerto. Eyvind les había salvado. Jadeando, tomó resuello apoyando la manos sobre sus rodillas. Había ido de poco, pero verían un amanecer más. Eyvind tenía muchas cosas que explicarles pero esta noche se había ganado su crédito, ni siquiera el cínico Rodrid podría negarse a ver eso. Habían combatido todos juntos a un enemigo claramente superior y habían vencido. Por fin, después de todas las hogueras que habían compartido desde el Fangal eran por fin un grupo. El explorador no se hacía ilusiones, pero quizá habían construido algo importante esa noche, los amigos escaseaban estos días.
Demeon palmeó el hombro de su compañera y revisó sus heridas. Tras registrar a los bandidos caídos y recuperar cualquier cosa de valor bajaron del piso superior para reunirse con el resto. Junto a los restos del malvado nomuerto Demeon asintió a todos por turnos.
Estaba a punto de ser superada por una de las estocadas cuando mi contrincante cayó. Al principio enarqué una ceja, luego le di un puntapié al cuerpo inerte, y finalmente devolví con una sonrisa la mirada de mi compañero.
-Lo tenía bajo control -mentí.
Los habíamos derrotado. A pesar de que nos superaban en número, habíamos conseguido superarles. Así que, tras recoger y guardarme la ballesta así como los virotes que pude recoger del suelo, fui hasta donde estaban mis otros compañeros para celebrar la victoria... a mi manera. De hecho, una vez les vi, lo primero que salió de mi boca fue:
-Ya era hora... Os ha costado, ¿eh?
Minipost de móvil.
Rodrig sonrió con sorna ante las palabras de la muchacha, al poco pareció recordar algo y salió fuera por unos instantes. Ahora que el peligro había pasado ta vez pudiera dar con el maldito caballo, eso y el cepo podrían facilitarle mucho el viaje. Independientemente de aquello antes de salir dedicó unas palabras a Eyvind.-No esta mal para un hechicero, la próxima vez procura tener esa piedra a buen recaudo. Los combates con palos mejor déjalos de lado por tú propia salud, deberían haber hablado en privado directamente con Argasto, si te hubieran roto la cabeza durante la prueba de poco nos habrías servido.-aquel hombre se encontraba dividido entre la utilidad de viajar con el hechizo y el peligro que representaba de per se; sin embargo al menos aquella vez había cumplido.
El Pansar se sorprendió gratamente cuando vio que los enemigos caían inertes. Desengarrotó los músculos que estaban preparados para defenderse de un nuevo ataque y respiró aliviado. Luego fue siguiendo con pasos pesados al líder de los bandidos mientras este se arrastraba jurando venganza. –Búscame en la otra vida, Mal-Rogan, pero me aseguraré de quemar hasta el último hueso de tu maldito ser para que no vuelvas a alzarte y perseguirnos en esta.– Ya fuera del molino, el Pansar dejó caer su cuerpo sobre sus rodillas a la vez que su espadón lo hacia sobre la calavera del perverso dragul, destrozándola. Allí permaneció unos minutos en silencio.
El caballero dio las gracias a sus compañeros y les pidió ayuda para quemar los cuerpos. –Mas tarde hablaremos sobre lo que ha pasado aquí. Alguien nos debe una explicación, y no me refiero sólo a ese malnacido.– dijo mirando al ladrón con desprecio. –Tú, andando. Si fuera por mí, te degollaba aquí mismo por lo que nos has hecho pasar.–
Tras revisar y terminar con los cuerpos, volvería con el resto hasta la caravana, con la esperanza de que un sanitario pudiera verle la pierna.
Si hay uno disponible, me gustaría coger un escudo.
La paz había vuelto finalmente al claro abandonado. Y era momento de prepararse para volver al campamento antes de que Argasto decidiese dar marcha atrás. Rodrig se apresuró a buscar el caballo que, como quien no había estado al tanto de la batalla, pastaba libre cerca de una vivienda reducida a los cimientos. Rodeado por un cerco reventado como si en otros tiempos el equino hubiese pertenecido a aquel lugar.
Mal-Rogan todavía se removía en el suelo, dirigió una mirada al Pansar y su único ojo se iluminó con maligna inteligencia. Pero esta vez, no ocurrió nada con el encantamiento del no muerto.
La reluciente espada del Pansar se alzó y la luz de la luna le confirió un aspecto puritano a la hoja. La cual hundió con poderío en el cráneo del caballero no muerto. Trozos de hueso y carne podrida a medio quemar salieron volando en todas las direcciones, un charco de sangre ennegrecida empezó a rodear lo que quedaba de la cabeza del villano... y el brillante collar que pendía de su cuello se desprendió. La brillante gema que allí estaba atada saltó y rodó por el cesped a pocos centímetros del caído dragul. El pansar coge el collar con curiosidad y observa la gema... brillaba con una tenue luz verdosa aunque la cubriese con su mano enguantada.
Keler se asomó con timidez a través del arco de entrada. Tuvo que patear lo que quedaba de la destrozada puerta para salir, la espada de Demeon le punzaba la espalda y le hacia andar. El ladrón continuaba asustado, la visión de Mal-Rogan en el suelo le causó absoluto terror... incluso cuando su cráneo había sido aplastado por el mandoble del Pansar. Detrás de ellos venían Eilene y Eyvind; la primera con un saco repleto. Espadas, lanzas, munición... Todo lo que pudiera ser de utilidad para la caravana. También tenía en el cinturón una gorda bolsa de monedas, el botín que había reunido con Demeon al registrar los cadáveres.
Una vez Rodrig regresó con el cepo cerrado y a lomos del caballo, los viajeros de la caravana maniataron al ladrón a la montura del caballo. Tras revisar rápidamente las alforjas del corcel de Mal-Rogan, encontraron pocas cosas de utilidad más allá de una carta sellada y varios táleros que pronto se repartieron antes de iniciar el viaje.
El grupo partió con la noche a sus espaldas, y al cabo de un par de horas habrían vuelto al campamento con sus pertenencias recuperadas.
Demeon obtiene un tálero, doce chelines, tabaco de mascar, un escudo, una lanza corta, un rollo de cuerda con gancho
Eilene obtiene un tálero, doce chelines, un estuche de virotes, séis virotes de ballesta, un estilete, un rollo de cuerda con gancho
Rodrig obtiene un tálero, doce chelines, un cepo, tabaco de mascar, una carta sellada, una daga de parada
Gael obtiene un tálero, doce chelines, un escudo, el Amuleto de Mal-Rogan, un lúcero del alba
Eyvind obtiene un tálero, doce chelines, una espada de esgrima, un rollo de vendas, un vial con elixir
Las fichas han sido actualizadas.
El resto del botín está repetido y no puede ser acumulado por los jugadores, así que lo dejaremos en el saco hasta que se le halle un nuevo uso:
Espadas (x8)
Lanzas (x3)
Arcos (x2)
Escudos (x5)
Dagas (x10)
Flechas (x34)
Llegáis finalmente al campamento donde todos estaban ya despiertos y preparándose para partir. Al parecer la noticia había llegado rápidamente a los oídos de los demás viajeros y el mal humor era palpable en el ambiente. Argasto estaba organizando a todo el mundo hasta que ve como se acercan las siluetas de los guerreros que había enviado a por Keler.
El ladrón no pierde tiempo en ser recibido con insultos, piedras y barro. Incluso una logró derribarlo contra el suelo, del cual Rodrig se apresuró a levantarlo. El patrón de la caravana rápidamente decide arrebatarle toda herramienta y alimento que pudiese llevar encima antes de dictaminar su sentencia.
—Conque has sido tú, ladrón de segunda... ¡Espero que te pudras en el bosque de camino al Fangal, lárgate de mi caravana antes de que te mande a desollar con mis muchachos!
Argasto cortó la cuerda que le unía al caballo, pero no la de sus manos. Keler echó a andar con temblores en dirección al bosque, miró por encima del hombro una sola vez, melancólico, para encontrarse que estaba siendo apuntado por al menos tres ballestas distintas.
No volteó una segunda vez.
Después de aquello, el patrón de la caravana recibió con asentimientos de cabeza y apretones de manos a los cansados luchadores del molino.
—Estuvimos a punto de dar media vuelta y regresar, creímos que habíais muerto... o peor, que trabajaban con los ladrones. Ya tendré tiempo a escuchar la historia después, por los momentos pongámonos manos a la obra y salgamos de aquí cuanto antes.
Tras recibir los mapas, y dar las suficientes ordenes, Argasto pone en marcha a la caravana que se dispone a avanzar. El cielo había adquirido un tono azulado presagiando el amenecer y los pájaros silvestres empezaban a cantar sus tonadas conforme los caballos relinchaban, los vagos se desperezaban y las ruedas empezaban a avanzar.
Los Titanes esperaban...
Os muevo a III. El Peaje de las Montañas