Partida Rol por web

Ank Durss sonrió. "Un adelanto", por supuesto. No esperaba menos de aquella rata que había sido su compañero. No recurriría a él de no ser porque era, bajo su estricto criterio, el más preparado para lo que tenían entre manos. Al menos de los locos que se prestarían a una misión de tales características.

- Tendrás un adelanto. - Le respondió. - Ya contaba con ello. - Se le quedó mirando fijamente a los ojos. - ¿Mil rublos? Creo que es una buena cantidad para empezar. - Ladeó cabeza. - Tenemos que viajar al este. Dos jornadas desde aquí. Vamos a la Torre de las Almas Pérdidas...

—Cuatro mil —fue la lacónica respuesta de Destino.

- ¿Cuatro mil? - Esbozó una sonrisa. - Estás loco si crees que te daré cuatro mil por nada... - Se puso en pie. - Hay más como tú. Sólo tengo que buscarlos...

La sonrisa también apareció en los labios de Destino. El tiefling no miró a su antiguo compañero de tropelías, ni se movió de su asiento salvo para contar el dinero que le había ganado a las cartas.

—Te equivocas, figura. No hay nadie como yo, y valgo hasta la última moneda —le corrigió y, ahora sí, alzó la mirada en un gesto sardónico—. Necesitarás algo más que suerte para encontrar a alguien que quiera ir al Gran Abismo por ti por una "cuantiosa recompensa cuando todo acabe". ¿Me equivoco al pensar que se te acaba el tiempo para rescatar de allí a esa persona que mencionaste?

Destino le dedicó a Jaza la sonrisa de un gato que hubiese acorralado a un ratón antes de devolver la atención al dinero.

—Ya sabes dónde encontrarme si cambias de opinión. O no...

- Dos mil es mi última oferta... - Dijo Ank Durss muy serio ante la actitud desafiante de aquel hombre en el que no pudo confiar en el pasado y en el que no podía confiar en el presente. - Lo tomas o lo dejas...

Miró a Subiluntar muy serio y le acercó la mano para estrechársela. Realmente estaba siendo una negociación tensa y no estaba muy seguro de como iba a acabar, como tampoco tenía claro como sería su relación si finalmente aceptaba la propuesta, per la auguraba dura y difícil.

Que era la cifra que Destino había pensado desde el principio, pero le parecía importante que Ank Durss tuviera una pequeña victoria moral después de desplumarle en el juego y en los negocios.

—Tú sí que sabes cómo negociar, compañero —mintió Destino, estrechando su mano con una sonrisa de oreja a oreja—. Te llevas al mejor mago de todo el multiverso por un precio de ganga. ¿Cuándo partimos?

Hacía muchos años que la vida de Destino cabía en la mochila encantada que llevaba a la espalda.

- Cuanto antes... - Respondió Ank con una sonrisa. - Cuanto antes... - Repitió.