Jotnar levantó un dedo como si fuera a decir algo. Tras tres segundos enteros de silencio con el dedo en alto, terminó por señalar a Nepthis.
—Lo que ha dicho.
Puede que fueran una compañía de mercenarios, pero no del tipo de mercenarios que hacían "lo que sea". El enano tenía sus propios principios. Y aunque no iba a hacer tonterías como jugarse el cuello de gratis (eso se lo dejaba a los paladines que a veces parecían masoquistas) tampoco iba a hacer como si aquello se tratara de una simple infestación de cucarachas en el sótano; había muerto gente sólo porque el tal Naguat había querido ahorrarse el papeleo de unos baños de vapor. No quería ser cómplice de tamaño angurriento.
Se acercó al tipo y le estrechó un carillo como quien consuela a un chiquillo que acaba de hacer una trastada.
—Oh, y como consejo amistoso: ni se te vaya a pasar por la cabeza el hacernos "guardar silencio" de otra manera, ¿eh? Ya sabes a qué me refiero—comentó de modo casual—. Eso sería increíblemente estúpido, sólo la embarrarías aún más y te aseguro que el resultado sería cien veces más desagradable que una bronca. Apechuga como un hombre, se inteligente y haz caso a la señorita, ¿sí?
Apostilló aquello soltando el carrillo y dándole unas cachetaditas de ánimo en la mejilla. Aunque lo cierto es que se la dejó ligeramente rojiza. Pero porque el tipo era un blandengue, no porque él tuviera demasiada fuerza.
Claramente.
—Pero sí, primero tenemos que limpiar este desastre—dio un par de palmadas como quien urge a algo—. Así que, andando; haz el favor de apuntar todo el tema de los honorarios por escrito que yo lo vea. Cuanto antes esté listo, antes nos podremos poner en marcha.
- Evidentemente, como ya he comentado... - Resopló. - Me equivoqué. - Bajó la mirada. - No le hice caso a mi amigo, el clérigo que me advirtió y bueno... pensé que si abría la tumba no sucedería nada. - Respondió a la pregunta de Amessis. - Ya he dicho que pude salvarme por los pelos... - Hizo una pausa. - Eso creo que responde varias de las preguntas subsiguientes. - Se llevó la mano al bigote y lo peinó reflexivo. - Rompimos el sello y la compañía mercenaria se introdujo en la tumba. - Confesó. - Momentos después sucedió aquello. - Resopló. - ¿Alguna pregunta más?
Tras las respuestas, sinceras o no, Naguat se apresuró a coger pluma y papiro y a rellenar rápidamente un contrato bastante simple en el que se comprometía a cumplir con lo pactado. Firmó de forma inmediata y estampó un sello de cera sobre su firma. acto seguido se lo entregó a Jotnar para que comprobara si todo estaba correcto y éste, viendo que no había nada que objetar, también estampó su firma.
Si no hay nada más que añadir, podemos seguir. Ponedlo por aquí o en el off.