Partida Rol por web

-¡¡Lo ssabía!! -grito con una mezcla de susto y asco.  Y me quedo unos instantes más de los necesarios mirando con fascinación y repugnancia como el pudin tomaba forma humanoide. Había muertes malas, muy malas, pero que te devorase un bicho de esos estaba seguro entre las diez primeras.

-Toma essto bicho ssssquerosso.  ​​​​​​Toco la legamosa y pútrida superficie con mi dedo venenoso, inyectando un chorro de veneno.  Los limos eran inmunes a muchas cosas, como golpes en zonas vitales, cortes, golpes.  ¿Pero y el veneno? Nada costaba intentarlo, excepto que me hirieran.  Si el veneno era de tipo nervioso o circulatorio, no le haría ningún efecto.  Pero ¿y si era de esos necróticos, de esos plagados de enzimas agresivas que descomponían la carne y la convertían en fluido? No dañaría eso la cohesión del engendro casi no-muerto?

Cada vez estaba más que convencido de que no era conveniente destapar aquellas cosas, pero es que sin ello muy difícil era encontrar algo interesante. Por esa razón que a una distancia prudencial ya que era bastante previsor por naturaleza, intentó lanzar una flecha a esa cosa que intentaba atacar al mediano. Sólo que con poco éxito, no sería algo fácil a derribar. 

—El fuego le hace daño, me pondré a crear una flecha como este.

Aún no estaba lo suficientemente cabreada como para no prestar atención a las palabras del elfo, pero claro, el problema iba a ser buscar algo a lo que poder prenderle fuego y usarlo para golpear a aquella criatura. 

- ¡Pues vamos apañados! - Respondí de esa forma gruñona que acostumbraba a hacer. 

En ese momento se me ocurrió que quizás pudiera prenderle fuego a mi vara, aunque no sabía si eso cogería fuego pronto o no. 

Así, sin acercarme demasiado a aquella cosa, me dispuse a preparar aquello. Si no sería, siempre podía dejar la vara de lado y volver a mi hacha, pero si Zoex tenía razón, no iba a ser demasiado efectivo con algo así. 

En cuanto conseguí que la vara prendiera, me dispuse a atacar con ella a lo que quiera que fuera esa asquerosidad que nos habíamos encontrado. 

La temeraría guerrera serpiente, que prefería que su nombre fuese pronunciado en susurros y con miedo, osó dar un paso al frente y trató de alcanzar a aquella cosa con la garra que ahora lucía en uno de sus dedos. Al tocarla, su superficie cambió de color, pasando del marrón oxidado a un verde casi fosforesente que hacía pensar que aquel veneno tal vez sí que afectase a aquella aberración, haciéndola latir, como si encogiese por unos segundos, pero al poco tiempo recuperó sus dimensiones y tono normales. Daba la impresión de que había asimilado el veneno. Le había dañado, pero posiblemente ya no volviese a sufrir el mismo efecto. A su vez, aquello cubrió el brazo de su atacante, procediendo a quemarlo con su toque ácido, antes de que esta consiguiese apartarse.

La cosa se movía más lentamente, pero aun así, el amago de ataque de Zoex no consiguió alcanzarle, ya que por un fallo de cálculo, la flecha se consumía más deprisa de lo que el elfo había previsto.

Una suerte similar corrió Lagakh al tratar de prender fuego a su vara. La llama prendió en esta con una intensidad tal que impresionó a la semiorca con un destello cegador, lo que le hizo perder una preciosa oportunidad de ataque.

Así, aquella putrefacta masa seguía bamboleándose a los pies del féretro que la había contenido, emitiendo un desagradable gemido líquido de ultratumba mientras esperaba un nuevo ataque para abalanzarse sobre su próximo blanco.

—Preciosa, esa cosa no le agrada lo que haces con el dedo. La molestaré un poco y aprovecha. 

El plan tal vez funcionaba si al sacar otra flecha de su carcaj, apuntaría a ello con tal de dar un disparo certero. No era fácil en absoluto considerando que la flecha se desvanecía, pero no cesaría en intentos y con suerte tal vez esa mujer serpiente le daría su merecido. 

Ver cómo el veneno de Skarlkja no consiguió hacer mella en aquella criatura no era algo que animara demasiado, pero no nos íbamos a dar por vencidos tan pronto, así que todos continuamos intentándolo, aunque estaba claro que no tuvimos demasiada suerte. 

Eso sí, me hizo soltar unos cuantos juramentos el hecho de haber fallado mi ataque. Ni que aquella maldita cosa fuera lo más ágil del mundo esquivando golpes... 

Decidí volver a probar a darle con la vara, pues aún no sabía si aquello había sido una buena idea o tenía que volver a mi hacha. Claro que en cuanto volví a fallar de nuevo el ataque me di cuenta de que aquello de la vara no había sido una buena idea. Con lo bien que me había quedado el goblin ensartado... 

- ¡HOSTIA PUTA! ¡¿PERO QUÉ COÑO...?! - Sí, me salían ya hasta los subtítulos con el cabreo que tenía en el cuerpo. 

Me dispongo a contestar a Zoexx, a decirle que nanai, que Naranjas de Catai, que mi veneno no le hacía nada al limo, cuando éste interrumpe sin ninguna educación mi conversación con mi queridísimo elfo.

-Auauauauauauugh - el puto limo me había agarrado del brazo, estropeando mi preciosa piel escamosa e intentando digerirme así a las bravas, sin separar el brazo de mi cuerpo.

-Ssueltame, ¡¡bicho ssssquerosso!! - saco mi brazo humeante del viscoso líquido animado con un sonoro 'PLOP'. 

-¡¡Eresss peor que mi tia abuela Najashka! - la cual todavía podía desencajar las mandíbulas y de cuyas fauces seniles habíamos tenido que sacar a más de una de sus pequeñas nietas.

Empiezo a soltar cimitarrazos salvajes hacia la criatura.  No busco golpear su núcleo de agregación, ni romper su estructura coloidal, ni disrupcionar su conciencia a base de fuertes impactos.  Solo quiero que no me vuelva a poner sus sucios y apestosos fluidos digestivos por encima.  Mientras no deje de golpearle, pienso, no tendrá ocasión de acercarse a mi.  

La cara de Fette era un poema muy fácil de interpretar para sus compañeros. De un solo vistazo podrían, fácilmente, saber los pensamientos exactos del mediano: Mierda, mierda, mierda,... ¿por qué no un enemigo normal y corriente? Malditos nigromantes y sus monstruos absurdos.

Sin pensárselo más, viendo que había funcionado su táctica, volvió a alejarse manteniendo una distancia prudencial y lanzó otra flecha incendiada, pero en esta ocasión voló por encima de la criatura.

Los aventureros siguieron tratando de golpear a aquella cosa peor parecía que los hados no estaban de su parte: la flecha de Zoex la alcanzó, pero más allá de tornar una zona del puding de un color oscuro y grasiento, no parecía haberle afectado demasiado. Skarlkja consiguió librarse de aquel tacto corrosivo, peor para poco más había servido su cimitarreo en el aire. Una nueva flecha incendiaria del mediano había sobrevolado la cresta fétida de la criatura, fijándose en la pared a su espalda. Lagakh procedió a zurrarla con su vara en llamas, peor lo que consiguió fue dividir a la criatura en dos entidades independientes más pequeñas, como si al atravesar con aquella llama a la criatura hubiese separado a dos siameses. Pero al dividirse en dos, aquello terminó deslizándose más cerca de Zoex, a quien cubrió momentáneamente con sus corrosivas entrañas.

Conseguí clavar la vara en aquella criatura, pero estaba viendo que me iba a quedar sin ella rápidamente. Claro que aquello me hizo pensar que si le daba con el hacha, podría quedarme sin ella y bueno, eso sí que no podía ser. Me fijé en nuestra compañera, que estaba intentando darle con la cimitarra, a ver si su arma salía ilesa o no. Eso sí, como no estuvo demasiado acertada, tuve que quedarme con las ganas. 

Ya que tenía la vara en la mano y estaba viendo que después aquello ya no me iba a servir de nada, volví a intentar darle con ella. Claro que esta vez fui incapaz de darle. 

Una voz interior le susurró a Fette que rebuscara entre su equipo algo útil, pero éste no le hizo caso. Creía que se referiría a comida y no era el momento de comer, aunque el pudin parecía tener otro punto de vista.

Sin embargo, la desesperación del momento le obligó a mirar a todos los lugares a su alrededor buscando una solución que no encontraba, y la insistencia de la voz fue tal que terminó claudicando ante ella.

Al comprobar sus enseres, vio las cargas de aceite y entendió qué debía hacer: coger una de ellas y arrojarla a una mitad del mocoso monstruo. Una vez empapada en aceite, con prenderla debería bastar para acabar con una de las mitades y podrían repetir el proceso con el otro.

Ya hastiado de ser un completo inútil, bufó con ganas y apuntó a esa cosa que tenía delante con el arco. El sonido de la flecha silbó en el aire cortándolo en todo su trayecto mientras intentaba ir directo hacia el adversario. Quizás con un poco de suerte, con un poco de precisión esta vez le haga daño. Quizás. 

Fette, haciendo caso de aquella extraña voz en su cabeza, que casi parecía provenir de alguna otra parte, tal vez una Comunidad Umbría en otro plano de realidad, tomó una de sus cargas de aceite, que había guardado hasta entonces, celosamente, para su linterna, y la arrojó con la furia de quien hace algo a regañadientes porque no le gusta que otros se lo digan contra una de aquellas dos atrocidades amorfas. Ahora solo faltaba encender aquella mecha...

Lagakh, sorprendida ante la división de aquella criatura en dos partes, fue incapaz de atinar a alguna de ellas, preguntándose qué magia era aquella. Aparte de eso, su vara terminó de convertirse en simples cenizas, a sus pies.

Zoex tomó otra de sus flechas de su carcaj, la prendió en la antorcha y disparó contra la misma criatura que había recibido los combustibles del mediano. La alcanzó de lleno donde habría estado su cabeza, y aquella cosa comenzó a descomponerse rápidamente en una catarata de llamas y podredumbre.

La criatura que quedaba en pie (Ya que no tenía piernas ni nada con lo que terminar estas) se removió violentamente contra la criatura más cercana, encontrándose de morros (Porque como no tenía cara, tampoco tenía morros propiamente dichos) con la mujer serpiente, a la que cubrió con su corrosivo abrazo, dejándola tirada en el suelo ipso facto.