- La tummmmmmbaaaaaaah... La tumbaaaaaasssssz de losssssss reyessssss de antaño.- Siseaba el crío. - Nuesssssstra tumba... Abierta... Una vezzzzzzzzzzz mássssssssssssssss... Al esssssssssssssssste.- Lo más inquietante era que Skarlkja palideció un poco más si tal cosa era posible, pues creía reconocer a la dueña de aquella voz. Su hermana, que había desaparecido al iniciar una incursión en un edificio que había surgido de la nada cerca de su poblado para volver a desaparecer menos de media jornada después cuando eran niñas.
¿Sería cierto que la mítica tumba de los reyes sangrefrías, antepasados de los serpentinos mestizos, aquella que había desaparecido de la faz de aquel mundo doscientos años antes, había vuelto a materializarse en este plano de existencia y que este fuese el lugar donde su hermana se había extraviado, siendo dada por muerta?
Aquella sombra desapareció del rostro del niño, revelando su verdadera faz, inconsciente y tiritando.
Tendrían que llevar a los niños de vuelta a Clacwin, y puede que Salter necesitase echar mano del sanador del pueblo, peor parecía que nuestros personajes tenían un nuevo objetivo tras la limpieza de aquellas tierras.
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Agk!!- un grito más parecido a un graznido sale de mi garganta cuando reconozco la voz de mi hermana y permanezco inmóvil, sin pestañear siquiera, mientras escucho las palabras. Tras ésto, avanzo hacia la cría humana desvanecida y me quedo mirando su rostro de cerca, cara con cara, durante un rato que se hace larguísimo.
-Tenemss que ir a ssa tumba, como ssa. ¡Tssorss, riquezss!¡¡ Loss viejoss ssangre fría, loss creadorss de la Antigua Lengua y suss secretos!! Miro a Zoex, el elfo podía leer mi mente como un libro abierto. Tanto que jamás le había ganado a las cartas. -Ssi, elfo. También quiero resscatar a mi hermana, ¿No te parece bien?
Tan pronto salimos, busco a un sanador. No me importa gastar toda la recompensa en una curación exprés..o incluso dejar una deuda para lograrlo ¡La tumba no va a explorarse solita!
Allí estaba intentando liberar a los niños que se encontraban en los sacos y al ver que dos de ellos le obedecían para así poder protegerlos, el otro tenía en su rostro un rasgo diferente, algo que le extrañó. Eso sí cuando comenzó a escuchar esa voz, en un acto reflejo miró a su compañera porque de alguna manera tenía que ver con ella.
Y a los minutos llegaron sus palabras, que acertadas hicieron que el elfo se incorpore mientras carga al niño que ahora ha salido de ese trance y esperó que los otros niños le sigan el paso.
—Lo sé, iremos. Cuenta conmigo Skarlkja.
Sin más que decir, avanzó a paso firme con los niños ya que quería sacarlos de allí, que vean la luz.
Al escuchar a sus compañeros, Fette se acercó a ellos y a ver a los niños. Se sacó algo de comida de la mochila y lo repartió entre ellos. Pero cuando vio al niño con cara de serpiente quedó alucinado ¿mutante, maldito? No lo sabía, pero era algo raro.
—¡Ostia! ¿qué le ha pasado? Espero que le puedan ayudar en el pueblo...—sabía de los milagros de algunos clérigos, pero tampoco los había visto mucho en acción. Deseó para sí mismo que el zagal tuviera suerte y se pudiera curar.
—Eso, Skarl, te acompañaremos. Pero no te creas que es por ti, ¿eh?—dijo en tono jocoso.