Día 1. Extraños compañeros de cruzada
Tras haber estado trotando por los picos de los Reinos del Este en el viejo continente, llegué de regreso a Forjaz. Ah, la Fragua de Hierro. Siempre que pongo mis pies en la ciudad me invade cierto sentimiento de melancolía.
Apenas había tenido tiempo de dejarme caer sobre la cama cuando tuve una visita inesperada. Era Belm, el dueño de la destilería local, y probablemente la persona que me ha visto borracho en mayor número de ocasiones. Me trajo buenas y malas noticias. Las buenas, traía consigo un poco de cerveza orca. Todo un detalle. Las malas, un grupo de matones humanos buscaban a Azar y puede que le den problemas a Belm.
Siendo Azar mi mentor, y Belm un buen amigo, no podía darles la espalda así que me embutí en mi armadura y acompañé a Belm hasta la taberna. Mala elección. Aquellos payasos ya estaban allí. Nos provocaron sin motivo aparente e iniciaron la pelea. Esta vez fueron ellos quienes eligieron mal. Mi martillo y una jarra de cerveza de Belm dieron buena cuenta de ellos aunque la taberna se incendió.
No la hubieramos podido salvar de no ser por la ayuda de un extraño hombre-oso de color blanco y negro que posteriormente se presentó como Wu Brisa Fría. Parco en palabras, pero amistoso y solícito a la hora de ayudar.
Resultó toda una sorpresa. Wu buscaba a Azar. Necesitaba que intercediera por su pueblo ante nuestro Consejo de los Tres Martillos. Pero Azar estaba lejos, muy lejos, combatiendo a los bandidos Defias. Agradeciendo la ayuda de Wu me ofrecí a hablar con el Consejo en su nombre.