Partida Rol por web

Mi plan para que dos de los más poderosos vampiros se destruyesen mutuamente estaba encaminado a la perfección. Seguro que pronto recibiría la visita de ese advenedizo de Vincent, pero antes debía trabajar en el verdadero motivo de mi visita a Londres. Tenía un objetivo y no debía dejar que las luchas intestinas de poder entre vampiros, por muy deliciosas y estimulantes que estas fueran me distrajesen.

Con mis mejores modales, me despedí de Catalina. Indicándole, por si quería acompañarme, que mi intención era buscar a mi querido profesor Van Helsing y emplazándola, en caso contrario, a una nueva reunión en la biblioteca mañana por la noche a la misma hora.

Habia sacado varias cosas en claro tras aquel encuentro con Dracula. La primera de ellas, que o se creia demasiado listo, o me creia demasiado estupida. Desde luego, no era tan ingenua como para no saber que lo que Dracula habia hecho habia sido ponerme la miel en los labios. Tenia claro que, si algo no se habia esperado, es que fuera capaz de atar cabos con tanta facilidad y, a aquellas alturas, no tenia demasiado claro si de verdad pensaba que podia camelarme hasta aquel punto, o si habia fingido todo aquel interes al verse cogido en un renuncio.

En cualquier caso, lo provechoso de la situacion estaba más que claro: si Dracula me ayudaba con Vincent, seria mucho mas sencillo derrotar a Dracula. Eso si, tenia que asegurarme de que la sangre de Vincent seria mia, a cualquier precio. Lo ultimo que queria era un Drácula mas poderoso y necesitaba hilar bien mi plan si queria que todo saliera a pedir de boca.

Para ello, habia varias cosas que deberia hacer: la primera, hablar con mi nuevo amigo, con mi querido profesor. Sin duda, necesitaba saber más sobre las visitas de Dracula. Queria saber si era cierto que habia estado acechando a Van Helsing y necesitaba poner al profesor en sobreaviso, por si a Dracula se le acababa la magnanimidad de repente. Seguramente el fuera capaz de reunir más informacion que pudiera usar a mi favor, eso estaba claro.

Lo segundo que se me pasó por la cabeza fue una idea tan descabellada que no tuve más remedio que considerarla firmemente: tenia que ver a Vincent. Una visita de cortesia para tantear hasta qué punto sabia hacerme la tonta, y hasta qué punto Drácula estaba en lo cierto.

Y tambien estaba Dracula. Debia ser lo suficientemente amable y considerada con el, y al mismo tiempo mostrarme tan despechada y desconsolada como para  que no sospechara lo mas minimo de mis intenciones. Asi que quizás, despues de todo, seria una buena idea volver a concertar una cita con el. Todo ello sin olvidar, por supuesto, al verdadero motivo de mi vista a la universidad: el profesor Van Helsing. Necesitaba ponerlo de mi parte, si queria acabar con todos de una vez por todas.

Asi pues, mis planes a corto plazo se antojaban de lo mas interesante... ¿Quien decia que Londres era aburrido?

Ambos vampiros aún caminaron un rato juntos por las frías calles de Londres. Estuvieron deacuerdo en que sería conveniente una nueva cita en la póxima velada, Drácula volvió a proponer como lugar de reunión la biblioteca. Si querían darle una lección a Vincent lo que debían hacer era ponerse deacuerdo en los planes a seguir, no podían tener margen de error, ni dejar nada al azar... Vincent era demasiado poderoso como para cometer ningún fallo.

Daniel ya más relajado fue contestando las preguntas que ambos caballeros le formularon.

- Sí sería posible profesor- comenzó el joven aspirante a médico- como Emilie perdió a sus padres decidí hacerme cargo de ella... es sólo una niña y después de vivir tan de cerca su dramática historia, no podía dejarla a su suerte... la pequeña Emilie se encuentra en el Orfanato New Hope. Yo estoy corriendo con los gastos de la niña y nunca me impiden visitarla.

Después miró al duque al tiempo que le dedicaba una nueva mirada al profesor, le pareció curioso que tuviese tanta información sobre los sintomas de la desgraciada familia Portman, pero lo más probable es que Van Helsing ya lo hubiese puesto al corriente, así que limitó a contestar.

- Señor Richelau, la enfermedad se presentó como una aguda anemia. De echo pusimos en practica el protocolo que que requiere este tipo de enfermedad... pero después se agrabó hasta terminar derivando en algo mucho más extraño. Sufría alucinaciones y cada vez se encontraba más débil hasta el punto que al final terminó por derivar en perdida de sangre pero lo peor es que comenzó a ser contagiosa puesto que de la madre pasó al padre... y ahora que lo dice si que recuerdo ver alguna herida en el seño Portman... era como dos heridas provocadas por alfireles, bastante juntas entre sí... las tenía en el cuello, pero nunca nos dijo como se las hizo, puesto que no se acordaba... el caso es que no conseguimos averiguar a que se debía esa continua falta de sangre.

Van Helsing recordó más detalles del caso Portman. El profesor supo desde un principio que aquella anemia no era normal y las marcas en el cuello no hicieron más que corroborar sus sospechas. De manera que se limitó a tratar de impedir que la familia siguiera sufriendo más ataques, e incluso llegó a destruir a un vampiro que merodeaba por la zona, sin embargo aquello no fue suficiente, al parecer el ser que los acechaba era poderoso... pero lo que más lo frustraba era no saber de quien se trataba.

PD: Van Helsing también realizó varias transfuisones de sangre, y defendió la casa lo mejor que pudo con el uso de flores de ajo. Tras matar al vampiro de los alrededores, los pacientes mejoraron e incluso llegó a pensar que el caso estaba resuelto, por eso dejó de vigilar la casa. La noticia de que había fallado protegiendo a aquella familia supuso un duro golpe para el bueno del profesor.

No dejé de tomar notas en aquel cuaderno, ni siquiera cuando Goldman contestó a Van Helsing. No me importaba lo más mínimo la vida de aquella niña, no podía dejar que estupideces melodramáticas turbiaran mi juicio y razón cuando estaba tan cerca de ponerme en pista tras tales seres.

Hice una pausa cuando Goldman usó la palabra "Anemia". Volví a mirar el papel, por que aquellas palabras me habían dejado algo descolocado. Aun así, tomé nota de todo, mientras Goldman seguía hablando. Yo no era un experto en medicina, pero tenía claros algunos conceptos fundamentales sobre mi trabajo e investigación. Los sintomas que estaba describiendo no correspondían a enfermedad ninguna. Si no a un parasito.

Un parásito llamado brucolaco, nosferatu, strigoï, pricolici, vrolok, draugr, upir, tympaniaios, vampyrus...

...Vampiro.

- Los sintomas que describe son de un choque Hipovolemico, al igual que la causa de muerte. - tomé alguna nota más. - No de una anemia. - Miré un solo segundo a Goldman, sin mostrar expresión alguna. Pocas cosas había en este mundo en el cual pudiera disfrutar tanto como ganando a alguien en su propio terreno. - Aun así su información nos aportó datos muy interesantes. Efectivamente, se trata de una extraña enfermedad contagiosa procedente de lo que actualmente llamamos "Zona de los Balcanes".  - Miré entonces a Van Helsing, para que comprendiera que aquello era un eufemismo muy bonito para decir "Vampiro". Pero todo aquello ya lo sabíamos, o al menos, lo intuíamos. - No se preocupe, Señor Goldman, usted no presenta los síntomas. Pero es posible que el agente que inició la infección aun se encuentre en Londres... ¿Podría decirme si los Señores Portman frecuentaban alguna compañía nueva últimamente, o algún lugar nuevo? ¿Asistían asiduamente a algún lugar? ¿Tenían servicio en su casa? -

Y fui tomando nota de lo que iba diciendo, sin demorarme, como si fuera algun tipo de automata que ya sabía que debía decir, o lo que estabamos hablando.

-No sabia que ahora te dedicaras a hacer vida social en Londres... - dije, esbozando una afilada sonrisa, nada más salir del edificio, aquel territorio neutral. Aquella, sin duda, era la prueba de fuego de que mis intenciones estaban bien lejos de atacar a Drácula. No, nada más lejos de la realidad. Mis objetivos, desde luego, estaban bien lejos de aquello. - Y mucho menos a la lectura... -añadi, en una clara referencia al bibiotecario- ¿Que viniste buscando aqui, Dracula? - pregunte, sin ningun tipo de acritud, más bien presa de una profunda curiosidad.

- A propósito... ¿Que haces mañana? -mi sonrisa se afilo en mis labios ante mi propuesta. Estaba claro que ambos acabariamos quedando y, despues de que hubiera sido él quien diera el primer paso en la anterior ocasion, no estaba de más que esta vez fuera yo quien solicitara el vernos. Una de cal y una de arena, no iban a ser todo despechos- Podriamos quedar para... "cenar"... y ver de paso cuál seria el siguiente paso..Ademas, no estaria mal ir dejandonos ver, por si nuestro amigo está... "atento" a lo que hacemos estos dias... -dije, con una sonrisilla y cierto aire encandilador y astuto, tan propio en mi.

-¿Que me dice, señor Conde? ¿Podra hacerme un hueco o está demasiado ocupado?

Van Helsing escuchó la conversación sin decir mucho más. Parecía que Daniel había tomado algo de confianza en si mismo y no quería aturdirlo de nuevo. Dejó que Sir Alexander tomase notas y guiase las preguntas.

El profesor se acercó a la mesa de té para ofrecer otro al duque. Cogió la tetera que aunque no humeaba como al principio si mantenía el calor del líquido. Sirvió un poco en una taza y se la ofreció al duque para posteriormente acercarse de nuevo a por el plato de pastas y ofrecer de nuevo a sus invitados. 

Aunque el golpe fue doloroso al haberse visto incapaz de proteger a la familia, no debía dar la impresión de hundimiento. Sería algo que pagaría antes o después y no tenía intención de que así fuese.

-Señor Goldman. ¿Hay algo que le contase Emilie que le pareciese extraño? Tal y como comenta Sir Alexander, consideramos la posibilidad de un contagio.

Entré para preguntar una dirección. Era lo único que estaba abierto y tenía ciertos indicios que me indicaban que el octogenario bibliotecario podía saber dónde encontrar a ese gusano llamado Van Helsing. - Confieso.- Tras hablar con él se hizo más que evidente que esos indicios estaban bastante equivocados.

Escuché atentamente las palabras de Catalina, su proposición era realmente tentadora.- Querida, me pones en la obligación de comprobar mi lista de actos sociales para mañana noche, y anular todos y cada uno de ellos, pues nada me haría más ilusión que compartir cena y velada contigo.- Sonrió adulador a la vampiresa y le beso la mano a modo de educada despedida.- ¿Mismo lugar misma hora?

Daniel pareció molesto con el duque cuando este le soltó lo de la Hipovolemia, ¿Que podía saber él de síntomas y de enfermedades? ¿Es que ahora también pretendía saber más que un estudiante de medicina y su profesor? Sin embargo el muchacho prefirió ignorar el comentario y centrarse en la pequeña Emilie, por nada del mundo quería que aquella chiquilla acabara padeciendo la misma enfermedad que sus progenitores así que colaboraría en todo lo que pudiese.

- Pues lo cierto es que la familia Portman no podía permitirse tener servicio, vivían en uno de los barrios industriales de Londres. El señor Portman andaba escaso de dinero y llevaba tiempo sin encontrar trabajo con el que poder mantener a su mujer y su hija. Sin embargo poco después de que comenzaran a presentar los síntomas encontró trabajo... creo que fue como vigilante o transportista de algo... no lo recuerdo bien. Por lo demás creo que no pasó nada fuera de lo normal... pero si quieren saber más datos podrían hablar con la propia Emilie. Ya les he dicho que estoy corriendo con sus gastos de manutención y que puedo visitarla.

Drácula y Catalina al final acordaron volverse a ver en otro sitio, frecuentar demasiado la biblioteca terminaría por llamar la atención y eso no era conveniente para ninguno de los dos.

El tablero estaba a punto, los jugadores preparados y las piezas listas para ser usadas... ambos vampiros actuaban movidos por sus propios intereses, que en este caso tenían un nexo de unión... pero, serían ellos los jugadores o meras piezas de un entramado mucho más profundo... Aquello era algo que sin duda les había pasado por la cabeza y precisamente por eso acaban de acordar dejar sus rencillas a un lado.

El primer acto de aquella obra de teatro acababa de echar el telón... ya era hora de comenzar con el siguiente...

Pero lo más importante era que la sangre debía correr... porque la sangre, la sangre amigos míos lo es... TODO...

Van Helsing observó a Daniel y asintió a sus palabras. Por parte del profesor todo estaba hablado. Preguntar más sería absurdo, pues toda la información que podían conseguir de su ayudante estaba dada y como mucho conseguirían hacerle sentir incómodo. Acercándose a su ayudante le agradeció la información:

-No le entretendremos más, señor Goldman. Le agradezco la ayuda y el tiempo que nos ha prestado. Esta tarde tras salir de la Universidad me gustaría ver a Emilie. Si hay algo que pueda hacer por ella no dude ni un segundo en pedírmelo, señor Goldman. Estaré encantado de poder ayudar.

Recordando las palabras de su ayudante, concluyó:

-Hablaré con el profesor Keane para que le conceda una prórroga para su trabajo. No se preocupe por ello.

Van Helsing creía haber conseguido una pista por dónde comenzar a investigar. Quizá no tuviese las influencias del duque, y no fuese tan rápido obteniendo la información, pero estaba claro que era capaz de llegar al final de ese asunto sin mayores problemas. No era necesario pertenecer a la alta sociedad inglesa para poder moverse. 

Daniel se mostró bastante solícito en ayudar a Van Helsing, pero cuando mencionó al profesor Keane torció el gesto. El joven Goldman era un gran estudiante, brillante y educado, pero con un carácter tan tímido y reservado que ante un profesor tan rígido y severo como Keane se sentía muy intimidado, por eso siempre que podía lo evitaba y eso era algo a lo que Van Helsing no era ageno.

- De verdad... no es necesario profesor...- volvió a balbucear- el profesor Keane está muy atareado... y... no será necesario una prorroga... de verdad... no lo inoportune por mi.

Aun estaba tomando notas, letras tras letra y palabra tras palabra, cuando en mi campo visual apareció Van Helsing, ofreciendome una taza de té.

Miré de reojo aquella taza. 

La mirada se alargó durante varios segundos. ¿No querrá de verdad que me beba esto, no? ¿Eso es... té? ¿A eso lo llama té? ¿de verdad? Parece... orina de perro mezclado con hierbabuena. Yo solo bebo el mejor té importado directamente desde la india, de plantas preselccionadas por expertos en el campo. - Lo lamento, pero ni como ni bebo mientras trabajo. - Mentira. Más bien quería decir "En virtud de mi salud y de mi paladar, no comeré ni beberé eso que te esfuerzas en llamar té con pastas".

Por favor... espero que no se lo beba, que no se lo beba, que no... Por la Reina Victoria, lo hizo. Que asco. Miré de reojo a Van Helsing durante unos segundos, como si tuviera la esperanda de que no fuera a beberse el té, cosa que acabó por hacer. Entonces miré a Goldman, dejando hablar al profesor mientras iba tomando notas.

El profesor lo despidió demasiado rápido. Al menos, podía haber alargado el interrogatorio más de tres horas y reducir el tiempo de busqueda global al menos seis días. Pero claro, debía recordar que no estaba trabajando con profesionales. Cuando Van Helsing preguntó que si podía hacer algo por Goldman, una frase acudió a mi cabeza. "Claro, Profesor. Ayudeme a salir de este agujero y enviemé a una universidad de verdad." Pero no podía engañarme. No, a mi mismo, ni yo mismo podía engañarme. Odiaba ser tan perfeccionista conmigo mismo. Es verdad. Ha dicho "Que yo pueda hacer". Es natural que Goldman no le pidiera nada. 

- Una última pregunta, Señor Goldman. - Interrumpí antes de que se marchara. - Desde que este... problema, esta enfermedad azotara a la Familia Portman... ¿Ha tenido usted perdidas de memoria, se ha levantado por las noches cansado, o se ha visto más pálido que de costumbre? -

Daniel miró al duque con extrañeza.

- ¿Pérdida de memoria, palidez?- la mirada de Daniel buscó la del profesor, como si no entendiera el por qué de aquella pregunta para después volver a mirar a su interlocutor- No señor, no tengo ni he tenido ninguno de esos síntomas. Si la enfermedad se me hubiera contagiado el profesor Van Helsing o yo mismo, ya lo habríamos detectado y desde que se iniciaron los acontecimientos ha pasado un tiempo más que suficiente.

Daniel se fue del despacho una vez que Van Helsing y Richelau terminaron con el interrogatorio. El joven Goldman pareció haber querido añadir algo más, pero en vista a que ambos caballeros tenían cosas más importantes que hacer que discutir sobre los miedos o temores de un joven estudiante de medicina, decidió que lo mejor era marcharse.

Ambos caballeros aún se quedaron un tiempo más denatiendo sobre el asunto, aún le quedaban unas horas hasta la visita al Orfanato, para después ir a la cita con Fizban... en verdad el día se presentaba agetreado y casi con más incógnitas que respuestas.

¿Tendrían base los temores del joven Goldman sobre las sombras que se cernían en la Universidad? O ¿Tal vez se debían tan sólo al producto de la desbordada imaginación del muchacho? ¿Habría alguna relación entre el asesinato de la familia Portman y la tal Carmila? o ¿Era el acto impulsivo e indiscriminado de un solitario vampiro?

Fuere cual fuere la respuesta lo que si estaba claro es que los pasillos de la Universidad albergaba sombras... y las sombras solían albergar secretos... y otras cosas...