Estaba anocheciendo. Una fina neblina cubría el suelo del cementerio por el que rodabas. Un lugar bastante raro en el que uno de tus contactos había estipulado quedar para hacerte, según dijo en el mensaje, un ``encargo bastante especial´´
Si hubiese sido uno más de los muchos que recurren a ti, al mercenario inmortal sediento de sangre, no le habrías prestado la más mínima atención. Pero, curiosamente, el pago que ofrecía este por tus servicios era extraordinariamente más elevado de lo que habitualmente te ofrecen. Y a uno de los mejores mercenarios del mundo como tú, los pagos que sueles aceptar son bastante elevados.
Apenas se oía nada más que el ligero susurro del viento, meciendo los pocos árboles que había por la zona.
Acabas de entrar en el cemeterio, te encuentras a escasos metros de la puerta. No ves a nadie cerca y es la hora de la reunión. Sin embargo, algo te hace pensar que seguramente el contacto esté algo más adentro, perdido entre las lápidas...
Hola?
Al viejo y polvoriento mercenario ya no le gustaban los misterios ni las adivinanzas. Odiaba perder el tiempo con gilipolleces. Y eso que de tiempo, precisamente, iba sobrado. Para él la vida se había reducido a tres momentos claves: El contrato, el trabajo y el cobro. Todo lo demás era aquello que los que no se descomponían hacían para cubrir las horas del día. Joder, si hasta envidiaba a los que estaban ahí bajo tierra, descansando tranquilamente sin tener que preocuparse por mantener la mente más o menos clara. Jonnhy odiaba ser un puto muerto viviente, por eso siempre aceptaba cualquier trabajo. Y cuanto más suicida, mejor. A ver si tenía suerte y alguna vez no se volvía a levantar.
Por eso escupió al suelo con desprecio mientras dibujaba una sonrisa macabra y descarnada. Se encaminó hacia el interior del cementerio, tarareando una vieja canción de Jonhy Cash, "The Man Who Couldn't Cry", mientras el cañón de su escopeta repiqueteaba contra las rejas de aquellas tumbas que estaban protegidas. Sus huesos crujían como la tierra bajo sus pesadas botas y el viento hacía ondear su gabardina como la mortaja de una Muerte que hubiera vuelto a visitar a aquellos a los que ya envió al otro lado. No tenía miedo de la muerte, es más, la esperada con bastantes ganas. Quería explicarle una o dos cosas a aquella puta huesuda sobre hacer esperar a la gente.
- Porque el pago es bastante bueno, sino, te iban a ir dando mucho por el culo... - Masculla mientras sigue buscando a su contacto, atento a cualquier luz o sonido que pudiera indicarle dónde se había metido ese bastardo.
No pasa mucho, apenas un par de minutos, hasta que empiezas a escuchar el sonido de unas pisadas. Una figura negra sobresaliente en la neblina que cubre el suelo, se dibuja en la distancia, la cual se dirije hacia ti con tranquilidad caminando entre lápidas.
Es un sólo hombre, enfundado también en una oscura gabardina que apenas deja ver nada de él, salvo un pequeño maletín que porta en la diestra.
Al llegar, se detiene a escasos metros, mirándote con aire serio y firme. Te resulta curioso, pues nomralmente llegas a ver como mínimo cierto temor o fascinación cada vez que te has topado en persona con algún que otro tipo que hasta ya le habían contado cómo era tu aspecto.
Sin embargo, este hombre no parecía inmutarse ante tu, peculiar aspecto.
Buenas noches, señor Zombie... - Dice con un tono de voz ronco y agravado. - Hace una noche preciosa, ¿No le parece? ...Fría, oscura y lúgubre.
Johnny le devuelve una mirada fría aunque algo arrogante y le saluda con un gesto impertinente de cabeza, alzando la mandíbula y ampliando ligeramente su descarnada sonrisa.
- ¿Es que acaso hay otro tipo de noche? - Responde con sorna, cruzando los brazos sobre el pecho.
- Bueno... Parece que le echas un par de huevos a la vida, socio, porque ni te has inmutado al verme. Y te juro que si yo no fuera yo, me hubiera acojonado al encontrarme conmigo en un puto cementerio en mitad de la jodida noche. - Los maletines presuntamente cargados de dinero le soltaban la lengua cosa mala. Formaban parte de esas pequeñas alegrías que daba la vida cuando estabas medio muerto.
- Cuando quieras, hablamos de negocios. - Dijo yendo directamente al grano. No necesitaba su nombre ni sus motivos, solo saber qué quería hacer y cuánto estaba dispuesto a pagar por ello.
Por supuesto. - Dijo, esbozando una ligera sonrisa durante unos segundos en su maduro y arrugado rostro.
Coloca el maletín sobre una de las lápidas junto a las que os encontráis, y lo abre. Dentro hay dinero. Mucho dinero. Te muestra el tiempo suficiente como para que lo vayas contando por encima. Sólo con lo que logras ver, es uno de los mayores pagos que te han llegado a ofrecer.
Sin embargo, el hombre cierra el maletín.
Tengo entendido que es usted de los mejores en su trabajo. - te dice con un tono serio y frío. - ¿Es eso cierto? ¿O voy a paagrle todo esto a alguien que puede llegar a decepcionarme?
- Nunca fallo. - Responde con voz seria y cascada, similar al sonido que harían las hojas secas de un árbol muerto mecidas por la brisa del mar, aceptando el desafío lanzado por aquel hombre. Su expresión cambió ligeramente, adoptando un porte mucho mas firme. Inspiró con fuerza y se quedó expectante, esperando conocer los detalles del trabajo.
No le gustaba admitirlo, pero aquella vez sentía cierta ansiedad, cierta emoción, por desvelar el misterio del encargo. Y parecía que no iba a decepcionarle por las altas expectativas que le había generado ese maletín.
Cuento con ello.
El extraño homrbe bajó el maletín de la lápida sobre la que lo había posado para abrirlo, y vuelve a sostenerlo en su posición inicia. No parecía estar dispuesto a dártelo, quizás al menos hasta haber cerrado el trato por completo.
Iré al grano. Quiero que encuentre y capture a esta chica. - Dice seco, mientras se saca algo del bolsillo de la gabardina. Al sacar su enguantada mano, te muestra una pequeña fotografía de una mujer jóven, de largo pelo moreno. la foto está algo deteriorada, pero se distingue perfectamente a la retratada. - Su nombre es Alexia Sebold*. Ahora mismo es una fugitiva. Viaja sola y desarmada. No debería ser un problema para alguien como usted. - te va informando, mientras te ofrece la fotografía para que la cojas.
*Mirar en PJ´s
Zombie alarga una de sus apergaminadas y enormes manos y toma la fotografía con lo más parecido a la delicadeza de la que puede hacer gala. La observa durante unos instantes, valorando la expresión de la muchacha que tiene que cazar.
- ¿Sola y desarmada? - Pregunta con sorna, emitiendo un desagradable ruido que podría ser la perfecta burla de una carcajada - ¿Dónde está el pero? - Pregunta clavando una mirada inquisidora en el hombre al que ya había aceptado como cliente - Porque nadie se gasta esa cantidad de pasta en atrapar a alguien fácil de atrapar. O tiene algo que vale mucho más dinero, o es jodidamente peligrosa como para tener que contratar a un tipo como yo... - Niega con la cabeza y se cruza de nuevo de brazos, habiendo guardado la fotografía en uno de los bolsillos interiores de la gabardina - Detalles. Los detalles son la sal de la vida. Desembucha.
Por una ligera mueca que se dibujó un instante en su rostro, pareciste notar que al homrbe no le gustó tu trato hacia él, sobretodo en la dejedad de tus últimas palabras.
No le hace falta saber nada más, a parte de que posee ciertos poderes telepáticos que ha hecho casi imposible que hayan podido tenderle una emboscada hasta el momento. - Te explica. - Su dominio sorbe ellos son bastante avanzado, en cuanto tenga un segundo sabrá por qué está ahí y para qué le he enviado. Más le vale ser rápido y precavido. A algunos de los que he enviado antes que usted han llegado a ser tan inútiles que hasta le ha dado tiempo a borrar parte de su memoria.
Además de eso, es capaz de crear escudos mágicos protectores, lo que ha hecho aún más difícil su captura.
Silencia un momento, serio y con el ceño fruncido como desde el principio, esperando tu reacción al haberte concedido la información pertinente.
- No será un problema, entonces. - Comenta adoptando una expresión relajada, haciendo crujir las vértebras de su cuello en un movimiento brusco de cabeza. - Muy bien, acepto el encargo.
- El pago se hará según mis condiciones. El diez por ciento por adelantado para que los dos sepamos que vamos en serio, ingresado en un período no superior a doce horas en una cuenta que tengo en las Caimán. - Explica con voz seca, repitiendo lo que tantas veces había dicho ya a todos sus clientes - Un veinte por ciento cuando yo lo reclame, para gastos derivados del propio trabajo. Ingresado igualmente en la misma cuenta en el mismo periodo. El resto, cuando acabe el trabajo y entregue el paquete, en persona y metálico. - Dice lanzando una clara mirada al maletín cargado de billetes que ya le había sido presentado formalmente.
Se rebusca en los bolsillos de la gabardina y extrae una pequeña caja que lanza con cuidado hacia el cliente. En uno de los lados se veía el dibujo de un teléfono móvil de última generación y por el tamaño de la caja, debía ser muy pequeño y moderno.
- Ese será el teléfono que usaremos para comunicarnos única y exclusivamente para hablar de dinero. El número de cuenta va en el interior de la caja. Cuando reciba el primer diez por ciento, llamaré. Cuando necesite el segundo adelanto, llamaré. Y cuando tenga el trabajo finalizado, llamaré. No intentes ponerte en contacto conmigo si no es estrictamente necesario. ¿Entendido?.
- Si en algún momento rompes el trato, te convertirás en mi siguiente trabajo. Si en algún momento rompo el trato, devolveré todo el dinero que haya recibido como adelanto más un cincuenta por ciento en concepto de pérdidas. - Hace una pequeña pausa y clava una intensa mirada en el hombre. - Estas son mis condiciones y debes aceptarlas. Cuando lo hayas hecho, necesitaré la última localización conocida de la chica para poder empezar a trabajar.
El hombre escuchó con atención tus exigencias laborales. Apenas pareció inmutarse, sin emabrgo, viste como por un momento elevaba ligeramente una de las comisuras de los labios, quizás en señal de agrado. De vez en cuando asentía ligeramente con la cabeza. parecía aceptar sin ningún pero cada una de las cláusulas del contrato vocal que ordenabas establecer.
Lo cierto, es que lo aceptaba todo muy de buenas. Demasiado. Aunque tu imponente persona ha dado poca baza a la mayoría de tus clientes para que pudieran reprocharte algún punto de tu forma de trabajar.
Bien. Acepto. - Sentenció, dando un profundo suspiro que te resultó difícil justificar.
La última vez que supimos de su paradero fue en el pequeño pueblo de Clayton*. pero, francamente, dudo que se encuentre allí a estas alturas. A pesar de sus limitaciones, se mueve deprisa y es difícil encontrarla. - Hizo una pequeña pausa. - Sin embargo, por la trayectoria que ha ido llevando... Creo saber hacia dónde se dirige.
Hacia un pequeño pueblo llamado Larmah. ¿Lo conoce?**
*geográficamente, estás en los EEUU, pero por comodidad y por razones de la historia de la aprtida, me ivnentaré algunos lugares XD Pero serían lugares fácilmente reconocibles con una pequeña tirada bonificada de con. generales.
**Tira Con. generales. +25
- No. - Respondió sin problema alguno, haciendo gala de su ignorancia. - Soy un mercenario, no un maldito universitario. Cuando necesito saber algo, lo busco. ¡Estamos en la era de la información! Todo está a un par de cliks o a un par de huesos rotos, dependiendo de la naturaleza de la información y la fuente.
- De todas formas, hábleme de Larmah, no parece un nombre muy americano. - Pidió relajando un poco más el tono. Clayton si le sonaba. Y aunque no lo hiciera, parecía un pueblo tan americano como las patatas fritas. Sin embargo, Larmah le sonaba más a la vieja Europa y eso le traía amargos recuerdos de la guerra. Se cuidó muy mucho de dejar aflorar su malestar ante el desconocido.
Tirada: 1d100(+53)
Motivo: Con Generales
Resultado: 94(+53)=147
Tirada: 1d100
Motivo: Con Generales
Dificultad: 53-
Resultado: 93 (Fracaso)
Tiradita: Fracasooooorl! No tengo ni idea de qué es Larmah xD
El hombre asintió ante tus palabras.
Ha estado bastante acertado con lo de europeo. - Señala, mostrando un atisbo de asombro. Algo bastante peculiar, por lo que ves, ante su total inexpresividad. - Larmah no es un pueblo normal y corriente. No sé si creerá o no en este tipo de cosas. pero el que crea o no me trae sin cuidado, es información que va a necesitar para cumplir su trabajo.
Larmah es un pequeño pueblo que data de la época colonial, fundado por una basta comunidad de magos que emigraron de Europa, se dice que en busca de un sitio más tranquilo donde vivir y desarrollar su comuna. Sólamente podrán entrar al pueblo aquellos que saben de su existencia. para el resto pasarán por su lado sin percatarse de nada, como si miraran los árboles del bosque. Al contarle esto, usted ya debería poder divisar el pueblo sin problemas.
Se saca un pequeño papel del bolisllo interior de la gabardina, confiñandotelo. Es un mapa con un punto bien señalizado en rotulador negro, de forma bastante tosca.
Esa es su indicación exacta. No lo encontrará en los mapas. Y descuíde por la comunidad de magos. Según nuestras fuentes abandonaron el pueblo hace más de un siglo.
La chica a la que busca cree ser un alma maldita, y creerá que puede encontrar su salvación en el pueblo. Si la chica llega al pueblo significará que se le estará acabando el tiempo a usted. es de vital importancia que la capture lo antes posible. - Dijo, esperando ver tu reacción.
Según el cliente le describía el pueblo y la historia de su fundación, Zombie iba entrecerrando los ojos y frunciendo el ceño. Su gesto era el de alguien que podía creer en muchas, muchas cosas, pero no que le gustaran por ello. Al fin y al cabo, él mismo era una rareza de la naturaleza, un hombre muerto que se alimentaba de la vida de los demás para mantenerse. Aunque era producto de los locos experimentos nazis por crear supersoldados, no de magos...
- ¡Claro! ¿Por qué no? Magos... - Comenta asintiendo - Y no solo eso, sino magos europeos nada menos. - Aguarda un instante y se aclara la garganta, escupiendo al suelo polvoriento una mezcla de sustancias de colores desagradables. El esputo de un hombre literalmente muerto por dentro.
- No me gusta la magia. Y no me gustan los europeos. - Dice adoptando un tono un poco más agresivo - Pero un trato es un trato y ya me he comprometido. Me la ha jugado pero bien, abuelo, eso se lo tengo que reconocer.
- ¿Hay algo más que tenga que saber? - Pregunta con sarcasmo, alzando una ceja - Lo normal, duendes, dragones o estrippers asesinas de más allá de Orión... Lo digo por no perder más tiempo y ponerme en marcha. Quiero localizar el paquete antes de que llegue al pueblo.
No, eso es todo. - Dijo con firmeza. - Que nosotros sepamos, Larmah está abandonado desde hace más de un siglo. A no ser que en la última semana se haya instalado allí un demonio de los avernos o una serpiente cósmica. - Comentó, demasiado serio como para ser de broma, aunque su tono lo denotaba.
Esa chica es muy importante para nosotros. Sobra decir que la queremos viva y de una pieza.
Bueno pues, si no vas a hablar más con el tipo, coméntame así por encima cómo pretendes llegar al pueblo y tal :)
Pd: El 10% inicial del dinero te lo transmiten bastante pronto. El mismo día tras hablar con el tipo.