Mas allá de las grises colinas de lo mundano
Encerrada en lo mas profundo de vuestros corazones
Esta la llave del Ensueño
Soltad vuestras cadenas
Y arrojas lejos los grilletes
Venid Changellings
Y unios a la danza del sueño
O llegara el invierno
Convirtiendo el Ensueño en un recuerdo
¡Reclamad vuestra herencia!
¡Que empiecen los juegos!
En la época más antigua, el tiempo de leyendas, el mundo de los sueños existía junto al reino mortal. Ninguna barrera separaba las dos realidades, y las energías mágicas corrían libremente por las tierras mortales. Cada vez que estas energías tocaban una roca o árbol o bestia, nacían extrañas y fabulosas criaturas. Las jadas –Las hijas del Ensueño- pasaban sin problemas entre los bordes de ambos reinos, mezclándose entre las tribus de los humanos que vagaba por la faz de la tierra y enseñando a estas criaturas dinámicas de corta vida el arte de soñar. Esta habilidad de dar forma a nuevas cosas a partir de las esperanzas, fragmentarias y las visiones elaboradas en el sueño profundo les ayudaban a mantener fuertes las conexiones entre Arcadia, el reino de los sueños, y el mundo mortal. Al dar el secreto de su fuerza vital –los sueños- a la humanidad, los duendes se aseguraban su supervivencia y la proliferación. Nacidos de los sueños, extraían su existencia continuada del poder de la imaginación que los creaba.
De vez en cuando, los hijos del Ensueño deberían mostrarse a los mortales con diversos aspectos, puesto que las formas de las hadas eran tan fluidas como los sueños de los que procedían. En algunas tierras, los duendes se convirtieron en dioses para los Hijos de Adán y las Hijas de Eva; sus poderes de engaño y encantamientos les hacia ser amados y temidos por quienes les encontraban. En irlanda, las hazañas de las hadas antiguas que se llamaron a sí mismas Tuatha De danaan inspiraban fascinación y maravilla en los corazones mortales, creando leyendas que persistieron mucho tiempo después de su partida del mundo físico.
Demasiadas hadas vieron a los humanos como simples objetos de juegos, conductos de sueños (o pesadillas) Las impresionables mentes de los mortales no tenían defensa contra los caprichosos afectos e iras de estas criaturas similares a dioses. Igual que los humanos aprendieron a soñar, y también aprendieron a temer a sus sueños. Fue este miedo lo que se convertiría en el desastre para los duendes. Puesto que cuando la Edad de Oro de las leyendas dio paso a las sucesivas edades de Plata. Bronce y Hierro, los humanos aprendieron a protegerse de sus miedos. El acto de auto preservación, comprensible hizo aparecer la lenta ruptura entre el Ensueño y el reino mortal y trajo el fenómeno conocido como la división.
Algunos dicen que la División emergió simultáneamente a la Edad de Hierro, cuando los humanos aprendieron el arte de construir armas duraderas que podían causar un grave daño tanto a enemigos mortales como a inmortales. Otros afirman que tan pronto como los humanos aprendieron a soñar, también aprendieron a no creer en sus sueños, negando a la luz del día los fantasmas que acechaban en sus noches. Conforme las tribus crecieron y se convirtieron en comunidades sedentarias, las ciudades anclaron a los humanos a un lugar, rodeándoles con casas de madera o piedra. La propia realidad empezó a asentarse en una única forma inmutable. Los sueños –y los Verdaderos Soñadores- se convirtieron en la excepción en vez de en la regla. Gradualmente el reino mortal y el Ensueño empezaron a separarse conforme los humanos situaban barreras de incredulidad y muros de explicaciones entre ellos y las criaturas nacidas de su imaginación. El daño, sin embargo, ya estaba hecho.
Una vez dada a los humanos, la facultad de soñar no podía quitarse tan fácilmente. Donde antes controlaban las visiones de los hombres y mujeres, las hadas se encontraban con que ahora estaban inseparablemente ligadas a los sueños de los mortales. Sus vidas empezaron a imitar a la sociedad a su alrededor, y la existencia feerica pronto fue un reflejo de los sueños de desarrollo de la humanidad. Los jefes feericos evolucionaron hasta convertirse en reyes, los guerreros adoptaron la apariencia de caballeros, y las tierras feericas se convirtieron en feudos y estados. Del mismo modo, las guerras y conflictos entre las tribus humanas –ahora naciones emergentes- proyectaban su reflejo en el mundo del Ensueño.
Como resultado, las hadas empezaron a erigir defensas para protegerse de las visiones no deseadas de la sociedad mortal. Las Nieblas se alzaron para obnubilar las mentes de los humanos y que sus sueños no pudieran penetrar mas allá del reino mortal, e Arcadia. Esto solo sirvió para hacer que ambos mundos se separaran aun más.
El establecimiento de la inquisición en 1233 llevo a la División a su culminación, mientras las persecuciones doctrinales de la Iglesia pugnaban por eliminar todos los elementos sobrenaturales –incluidas las hadas- del mundo. Para protegerse a sí mismas de la horca y la hoguera, las hadas se retiraron aun más al Ensueño, en algunos casos aislándose del todo a sí mismas del mundo mortal o limitando él trafico entre los bordes de ambos reinos a ciertas épocas del año como Sanhain (todos los santos), Beltaine y el solsticio de verano. Otros duendes probaron fortuna a través de los pasos, huyendo de sus hogares en Europa en búsqueda de nuevas tierras aun intactas por la Banalidad.
Finalmente, las hebras que conectaban el Ensueño con el mundo mortal se volvieron tan finas que empezaron a romperse, una tras otra. Esta ruptura final de los lazos entre los dos reinos se conoce entre las hadas como la Ruptura, puesto que no solo rompió los tenues lazos entre Arcadia y el reino humano, sino que tan bien rompió el sueño de que la División podía repararse.
Él termino “Ruptura” hace pensar en un repentino suceso cataclismico –como un terremoto o el lanzamiento de una bomba nuclear- pero en realidad, la Ruptura describe un proceso de pequeñas catástrofes conforme los portales que unían a Arcadia con el mundo mortal se fueron debilitando uno a una hasta caer, impidiendo el acceso al Ensueño por sus lugares concretos de contacto.
Muchos sabios apuntan a la erupción de la Peste Negra en 1437 como el catalizador para la Ruptura, Entre 1347 y 1351, 75 millones de personas de toda Europa –incluyendo un tercio de la población de Inglaterra- fueron presa de esta virulenta enfermedad. La ola de miedo y desesperación que cayo sobre el mundo en este momento causo ecos a través de las Nieblas, que reverberaron en los reinos feericos.
En el sigo XIV, el mundo humano experimento los dolores de parto de una nueva era, los profetas de la razón, cuyos esfuerzos darían como resultado el Renacimiento y la génesis de la teoría científica moderna, empezaron a racionalizar los eventos misteriosos e incomprensibles tales como pandemias. La gente común se refugio en la religión, olvidando sus antiguas creencias en lo sobrenatural a favor de la seguridad que les proporcionaba la Iglesia, una institución en la que no había lugar para la magia fuera de la suya.
Conforme portal tras portal se desvanecían en la nada o estallaban en miles de esquirlas que desaparecían tras su primer encuentro con la mortalidad, los hijos del Ensueño se dieron cuenta que la inacción solo serviría para destruirles. En los años que englobaron la Ruptura, todas las hadas hicieron una de estas tres elecciones que determinaron para siempre su destino.
Algunas se retiraron a sus lugares de poder, sus feudos o cañadas feericas, y realizaron grandes rituales de magia feerica para aislarse del mundo mortal. Aquí siguen morando las hadas conocidas como las Perdidas… perdidas en su propia realidad inmutable.
La mayoría de las sidhe, con tan solo un puñado de excepciones, huyo a Arcadia a través de las puertas que quedaban. En algunos casos, feroces batallas fueron libradas a las puertas de los portales en proceso de destrucción, mientras los frenéticos sidhe luchaban por su derecho a cruzar hacia el Ensueño antes de que los portales se cerraran para siempre. Las leyendas feericas afirman que la puerta de Plata, junto con su feudo, la corte de Todos los Reyes, fue la ultima de estos portales en caer y que su cierre señalo el fin de la Edad de las Hadas.
Muchos de linaje plebeyo –como los eshu, trolls, boggans y pooka- se vieron atrapados en el mundo mortal dejados atrás por una nobleza aterrada que se preocupo menos del bien de las hadas que de su propia supervivencia. Estas hadas abandonadas lucharon para adaptarse al helado mundo de la cruda realidad. Conforme la Banalidad se extendió por el mundo, no estorbada ya por los lazos con el Ensueño, las hadas que no pudieron retirarse a Arcadia sobrellevaron una transformación desesperada; ocultaron sus verdaderas naturalezas con una capa de Banalidad que les permitiría existes en un mundo que ya no creía en ellas. Se convirtieron en Changelings y durante los siguientes seis siglos, lucharon por mantener vivos los fragmentos del Ensueño.
Siguiendo a la Ruptura, el periodo conocido como el Interregno vio grandes cambios en las realidades humana y feérica. La humanidad redescubrió la antigua sabiduría de los pensadores griegos y romanos, y lentamente se aparto de la superstición religiosa hacia la experimentación científica y el racionalismo. La Era de las exploraciones y su compañera la Era de la invención se alimentaban mutuamente; se descubrieron nuevos mundos y nuevas ideas llevaron a rupturas que harían la vida mas fácil y transformaron a los campesinos en trabajadores y a los monarcas en señores de la industria. La humanidad entra en una época de progreso rápido y cambio social
Las hadas atrapadas ahora en carne mortal y solo conectadas marginalmente con su yo feérico, experimentaron cambios que fueron mas devastadores pero no menos arriesgados que los de la sociedad humana. La partida de los sidhe deja a los plebeyos feéricos carentes de las estructuras sociales de las que habían empezado a depender. Lejos quedaban las casas nobles, los señores y las damas, los caballeros feéricos y el sistema feudal que había mantenido unida a la sociedad feérica. Abandonadas a su suerte, las hadas formaron pequeños grupos para su mutua protección, o también intentaron introducirse en comunidades humanas, ocultando sus verdaderas naturalezas a la humanidad y, a veces, unas a otras.
Con la aparición de ciudades para reemplazar las fortalezas feudales, muchos de los duendes se hicieron errantes. Incapaces de encajar en la urbanización creciente de la vida humana, vagaban de pueblo en pueblo, uniéndose a circos ambulantes, vagabundos y grupos de juglares. En compañía de estos elementos marginales de la sociedad humana, muchos de los cuales eran monstruos de la naturaleza o descastados, los plebeyos hallaron refugio, así como un lugar para sus impulsos creativos. Entre el submundo de los interpretes, las hadas también descubrieron una gran fuente de Glamour, suficiente para preservar su unión con los trozos y restos del Ensueño que aun permanecían a pesar de la determinación del mundo por extinguirlos. Muchas de las tradiciones que caracterizan la existencia actual de los duendes datan de esta época de viajes y redefiniciones, mezclando la terminología del circo y el teatro en muchas de las Artes y costumbres.
Las antiguas costumbres no morirían fácilmente sin embargo, y muchas hadas seguían sintiendo la necesidad de una clase noble que marcara los estandartes y proporcionara un sentido de estructura a sus vidas rotas. Emergiendo de las filas de los plebeyos, algunos de la Estirpe asumieron los antiguos títulos nobles y reclamaron los feudos abandonados creando una subcultura que tomo el lugar que una vez ocuparan los desaparecidos sidhe.
Antes de la Ruptura, los duendes Luminosos y Oscuros mantenían una rivalidad constante. A pesar de los acuerdos entre las dos Cortes que dividían el año en dos partes, gobernando respectivamente los luminosos sobre la mitad estival y los Oscuros sobre la invernal, los conflictos surgían a menudo. La Ruptura también cambio este aspecto de la vida feérica. Para sobrevivir, las hadas Luminosas y Oscuras tuvieron que dejar de lado sus antipatías. En un acuerdo sin precedentes, conocido como el COMPROMISO, las Cortes declararon una tregua y acordaron el cede de hostilidades entre ellas “durante la duración” de la Ruptura. Los territorios gobernados por los Luminosos permitieron el viaje libremente a los Oscuros dentro de sus limites, mientras que los feudos Oscuros se abrieron a los visitantes Luminosos.
Conforme las dos Cortes se mezclaban mas libremente, cada una adopto algunas costumbres de los otros, y la sociedad feerica pronto se convirtió en una mezcla de los conceptos y actitudes Luminosos y Oscuros. La ley, la formalidad y el honor aprendieron a coexistir con el desorden, el caos y la impulsividad…una dinámica mezcla de opuestos que ha persistido hasta el presente.
Los fríos siglos pasaron lentamente. Para la humanidad, la ciencia y la razón pavimentaron el camino hacia la Era de la Tecnología. Uno por uno, los misterios del universo cayeron balo la embestida del microscopio y el telescopio, revelando el microcosmos de la teoría atómica y el macrocosmos de una galaxia en expansión. Mientras las avenida del asombro se cerraban, explicadas por un descubrimiento tras otro, las hadas se amontonaban donde quiera que quedaran pequeños refugios de Glamour y susurraban la llegada del Invierno Sin Fin, el momento del triunfo final de la Banalidad
Entonces sucedió el milagro, El 21 de julio de 1969 millones de personas de todo el mundo miraron fascinados sus televisores mientras los astronautas llegaban a la luna. El Glamour sacudió el mundo, liberado de siglos de encierro por el redespertar simultaneo de la capacidad de maravillarse de la humanidad. Del vientre del acero de la ciencia, la magia –al menos durante un instante- renació.
Un momento fue suficiente. La explosión de Glamour abrió los portales a Arcadia, reabrió los pasos feéricos que habían estado durmiendo desde la Ruptura. Los feudos perdidos reaparecieron, con su gloria restaurada por el poder de los sueños de la humanidad de caminar sobre la luna.
Al otro lado del Ensueño, el renacimiento del Glamour en el mundo resonó a través de los antiguos reinos feéricos de Arcadia. Las brillantes huestes de los sidhe retomaron al mundo a través de los recién abiertos portales para enfrentarse a una realidad muy diferente de la que habían dejado siglos atrás. La mayoría de estos recién llegados, llegaron como exiliados el resultado de su tumultuosa aparición en Arcadia había causado la desaparición de cinco de las trece casas que originalmente huyeron del mundo mortal. Las Nieblas enturbiaron los recuerdos de estos retornados, dejándoles solo con el conocimiento de que habían sido expulsados de Arcadia como castigo por su participación de algún gran disturbio en su hogar feérico.
Desgraciadamente, la explosión de Glamour causada por el viaje a la luna no podía prevalecer demasiado tiempo contra los siglos acumulados de incredulidad que perneaban el mundo. Las puertas de Arcadia se cerraron de golpe una vez más. Los sidhe tuvieron que actuar rápidamente para impedir que la Banalidad los destruyera por completo.
Volvieron al método ya probado de intercambiar cuerpo con los mortales, enviando a una hueste de mortales incautos a través de los portales que se habían abierto brevemente. Desde el Resurgimiento, la mayoría de los sidhe han entrado en el mundo como proscritos y exiliados siguen usando este antiguo método para protegerse de la Banalidad, asaltando cuerpos de mortales convenientes para salvaguardar sus delicados espíritus. Aunque el destino real de estas almas humanas desalojadas sigue siendo un misterio, muchos sidhe creen que estos mortales disfrutan de un despertar en el Ensueño. En otros casos, los sidhe recién llegados se avalan a si mismos de la presencia de niños muy pequeños o por nacer en insinúan su esencia en las psiques de estos seres impresionables, coexistiendo en una simbiosis de tomar posesión expulsando el alma mortal.
Aunque el Resurgimiento, tal y como se dio en llamar a la vuelta de los sidhe, tuvo lugar en todas partes, la mayoría de los duendes nobles reentraron en el mundo en aquellos lugares en los que el flujo de Glamour fue mayor, Irlanda, las Islas Británicas y otros lugares de Europa aun irradiaban la suficiente magia feerica como para atraer a muchos de los sidhe, pero la gran mayoría de los nobles emergió en América. En 1969, la Costa Este experimento una revolución en su conciencia. En San Francisco, el Verano del Amor fue su punto culminante convirtiendo la ciudad en un faro de Glamour que sirvió como foco para los sidhe que volvían.
De sus lugares de entrada, los sidhe se esparcieron rápidamente a través de un revitalizado mundo mortal. Una llamada de clarín sonó, convocando a los plebeyos de la Estirpe de los lugares en que se ocultaban para volver a entrar al servicio de los nobles. Al reclamar sus antiguos Feudos, los sidhe Resurgentes se movían con la confianza de su sentido innato de autoridad. A pesar del hecho de que el mundo había conocido 600 años de cambio, los sidhe esperaban restablecer los antiguos reinos feéricos, abandonados tan precipitadamente durante la Ruptura. Se encontraron con la inesperada oposición de la sociedad de la Estirpe.
Durante siglos, los plebeyos habían sobrevivido sin el liderazgo de los sidhe. Habían aparecido nuevos lideres para rellenar el vació y muchas hadas plebeyas habían aprendido a vivir sin ninguna clase de lideres. El sistema feudal, tan querido por los sidhe, había perdido su utilidad. En su lugar, nuevas formas de gobierno humanos basadas en la plurabilidad, la democracia, el socialismo y otros sistemas populistas socavaban la estricta jerarquía de los nobles y plebeyos.
Aunque algunos plebeyos se doblegaron ante la nobleza, otros se rebelaron. Siguió un periodo inquieto de maniobras sociales, que culmino en un suceso que mancho para siempre la reputación de la nobleza. En América los lideres plebeyos, convocados a una reunión en Beltaine bajo el pretexto de establecer un acuerdo con los sidhe, hallaron la muerte por hierro frió en una masacre general que se conoce como la Noche de los Cuchillos de Hierro. Cualquier esperanza de una resolución pacifica de la disputa entre plebeyos y nobles murió esa noche.
Los plebeyos respondieron a la masacre con la revuelta conocida como la Guerra del Tratado. Se produjeron batallas por doquier entre nobles y plebeyos con el resultado de la destrucción de muchos de la Estirpe y que amenazaron con destruir el tejido de la sociedad feerica. Durante tres años de guerra civil asolo el paisaje quimérico, llevando a revueltas y guerras de bandas en el mundo mortal. Aunque los plebeyos luchaban desesperadamente y tenían energía y espíritu en abundancia, la experiencia militar estaba del lado de los caballero sidhe, que destacaban en tácticas.
Los sidhe se reunieron bajo el mundo del general Lord Dafyll de la Casa Gwydion. Dafyll, un brillante estratega y feroz guerrero que inspiraba gran devoción en sus ejércitos y odio rabioso en sus enemigos. Dirigió a la hueste brillante victoria tras victoria, abriéndose paso desde la costa del Pacifico hasta el Este a través del continente. Al final, Lord Dafyll llego a Nueva York donde las fuerzas de los plebeyos se enfrentaron a sus ejércitos con sus batallones mas fieros.
En la batalla cumbre de la isla de Maniatan, las fuerzas de Dafyll chocaron con el ejercito Troll del Este y el Cuarto de Infantería Plebeyo Troll. La batalla de Greenwich empezó en los Strawberry Fields de Central Park, pero se extendió rápidamente a través de la parte bajo de Maniatan hasta convertirse finalmente en asaltos dispersos de lucha callejera. Los trolls urbanos acosaron a las tropas de Lord Dafyll hasta que se vieron forzadas a retirarse y reagruparse, replegándose a la estación del metro de Times Square.
Durante el caos subsiguiente Lord Dafyll cayo mortalmente herido por una hoja de hierro. Su espada encantada Calliburn, desapareció en algún lugar de los túneles bajo las calles de la ciudad. Las tropas plebeyas buscaron el arma en vano con la esperanza usarla para apoyar a sus propias fuerzas. Hay quien dice que Dafyll coloco un sortilegio sobre la espada para ocultarla a los ojos que no la merecían hasta la llegada de su legitimo sucesor.
La muerte de Lord Dafyll insuflo nueva vida a los plebeyos rebeldes, y a las cuadrillas de redcaps y knockers tomaron las calles buscando la sangre de cualquier noble que pudieran encontrar. En mitad del furor, se alzo un nuevo líder de los sidhe. Su presencia y la manera en que apareció trajeron los medios para poner fin a la Guerra del Tratado