Cuando salís a la superficie, el fresco aire os azota en la cara. Sienta verdaderamente bien. Habíais interiorizado el hedor a muerte hasta dejar de olerlo allí abajo. Como si en vez de una mañana lleváseis semanas allí abajo.
Salís por el agujero de la muralla y, a vuestros pies, veis el sombrero de Elías, lleno de tierra, que ha caído rodando cuesta abajo. Cuando llegáis a lo alto del montículo donde teníais el campamento, encontráis al escritor con el pecho abierto, jadeando y cubierto de polvo. Según os cuenta, ese maldito De Mendoza apareció de la nada y estaba a punto de abrirle un agujero en el pecho cuando de repente, se convirtió en polvo.
Conseguís volver a Puno, donde las cosas ya están más relajadas, y disfrutáis unos días de la hospitalidad de Nayra. Después, regresáis a Lima de una pieza para coger un avión a vuestros respectivos países, dando por finalizada la expedición de Larkin.
Dos años más tarde, allá por mediados de 1923, recibís noticias de vuestro viejo amigo Elías. Ha escrito acerca de vuestra experiencia en el Perú en su nuevo libro Los muertos hambrientos, omitiendo algunos de los detalles más escabrosos, por supuesto.
Léase primero el post en el hilo de la Cordillera para ver cómo termina el tema de la pirámide.
Aclarar que la aventura termina con este final tan abierto porque es una aventura de introducción a una campaña mucho más larga.
También he dejado un mensaje conclusivo en el Off-Topic.
Por haber alcanzado distintos hitos durante la aventura, recuperáis la siguiente cordura (la cordura máxima no puede superar el nivel de poder).
+1d6 de cordura por derrotar a Luís De Mendoza.
+1d4 de cordura por matar a Augustus Larkin.
+1d8 de cordura por restaurar el mural de la pirámide.
Motivo: Cordura 1
Tirada: 1d6
Resultado: 5 [5]
Motivo: Cordura 2
Tirada: 1d4
Resultado: 4 [4]
Motivo: Cordura 3
Tirada: 1d8
Resultado: 7 [7]
Yass, con esto recupero la cordura perdida PORSIACA.