Partida Rol por web

Las Sombras de Yog-Sothoth V

Epílogo

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11/11/2014, 18:42
Director

Leonard corría y corría mientras una fina llovizna le iba dando en la cara y le hacía bajar la vista. Varias enfermeras habían acudido a la sala de locura mientras él escapaba en dirección contraria del hospital, un policía le había dado el alto en el aparcamiento pero él había continuado corriendo.

Cruzó medio pueblo en un santoyamén y al pasar de largo frente al puerto vio una muchedumbre reunida allí que le hizo detenerse un momento. Pudo enterarse de que el barco del señor Edwin se había hundido esa misma tarde, hacía apenas un par de horas.

Al parecer todos habían visto a un hombre con gabardina y una mujer muy atractiva partir de puerto en él y Leonard ya tenía la confirmación de que ese hijo de la gran puta de Edwin les había tendido también una trampa a ellos. No sabía lo que le había pasado a Caro hasta que llegó a casa de Edwin y lo vio.

Edwin no era más que un muñeco, un trozo de piel y huesos en cuyo interior vivía una criatura similar a una babosa o a un hongo gelatinoso que huía por la ventana dejando atrás su disfraz humano. Pero Leonard no podía permitirlo, buscó algo con lo que dar caza a la babosa y se fijó en una escopeta en el salón y tal cual la tomó, la cargó y dio alcance a la criatura colina arriba donde no hay camino. La babosa gigante no dijo nada: ya estaba todo dicho y Leonard acabó con ella de tres disparos.

Pero no podía dejarla allí, ni siquiera se podía a arriesgar a enterrarla, así que rápidamente la metió en el maletero y entonces recordó que no había registrado la casa, quizás hubiese algo importante allí. No podía tardar mucho o le encontrarían y le harían dar muchas explicaciones cuando no detenerle.

En la habitación de Edwin encontró cosas propias de un ser humano y se preguntó si aquella cosa no habría suplantado al verdadero Edwin justo en el momento del "accidente".

Encontró la siguiente carta:

Y,tthkapg-Nyarlathotep:

Estás en lo cierto. Debemos destruir a los intrusos que nos impiden disponer del disco de R´lyeh, y que puedan haber descubierto el arco de Vlactos. Su muerte había sido ya ordenada por los Primigenios, ¡alabada sea Sub-Niggurath!, pero es a nosotros, a sus instrumentos a quienes corresponde ejecutar sus actos.

Tu plan de hacerte primero amigo de ellos para luego eliminarlos es bueno. Ahora que los demás tenemos que dirigirnos a la Isla de Pascua y esperar, junto con los Guardianes, el gran día de la aparición de Nuestro Señor, eres el más potente de los que quedan de nuestro grupo en América. El día está cercano y aún sin el disco y el arco mágico hemos amasado suficiente poder y suficientes magos como para ayudar a la liberación del gran Cthulhu.

¡Cthulhu fhtagn! Sólo necesitamos que mantengas alejados de nuestro destino en el Pacífico Sur a esos ignorantes que pretenden impedir que se cumpla nuestro destino. Es difícil que puedan frustrar nuestros planes, pero no podemos correr ningún riesgo.

En la isla, es más probable que la soldadesca chilena les ayude a ellos que a nosotros, y muchos de entre los nuestros en el crepúsculo de plata, aún son vulnerables al acero y a las balas. Haz lo que teníamos proyectado.

¡Cthulhu fhtagn!

Carl Standford.

 

 

Cargando editor
11/11/2014, 19:01
Director

Leonard conocía tan bien como el resto la historia de Standford, la verdadera mente pensante detrás de la Hermandad del Crepúsculo de Plata, el rango más alto del que se tenía noticia. Todos con los que se habían ido encontrando era sicarios a sus órdenes. El tal Standford sólo se postraba ante las horribles criaturas que iban precisamente a intentar despertar. Tenían que impedirlo, pero... ¿cómo?

Mientras Leonard conducía iba pensando en todo aquello... la carta la llevaba  a buen recaudo pero no le quedaban apenas aliados ni gente de confianza.

El coche con la babosa se despeñó por el acantilado mientras Leonard echaba a andar hacia Portland con su maleta. En el camión que le llevó hasta la capital del estado pensó en el tal Smith, ahora su único aliado. Un tipo extraño para enfrentarse a la Hermandad en la Isla de Pascua, aunque por lo que había visto, tampoco aquí los tipos duros servían de mucho. No, tendría que hacerse con más aliados si quería continuar la guerra contra la Hermandad.

FIN