Partida Rol por web

"¿Qué cojones es esa maldita voz?" - pensé, casi parecía una voz en mi cabeza.

Pero lo más probable es que hubiera alguien más allí dentro, y me jure que si así era le pondría una bala en la cabeza antes de que pudiera decir una puta palabra. Había que actuar rápido, si había alguien escondido podía sorprendernos, de modo que mejor lo sorprendería yo primero.

Con todos mis sentidos puestos en lo que iba a hacer, avancé rápidamente hacia el interior de la casa apuntando con mi revólver a la puerta que estaba abierta a mi derecha, que era de donde pensaba yo que venía aquella voz.

" Vamos, cabrón... alégrame el día" - me dije.

-¡Noooo!- Marión sintió el disparo y como el cuerpo de Henry se convertía en un inerte fardo inmediatamente después, sin un ápice de vida en su interior. Ya al amparo de la casa lo puso en el suelo y comprobó que, efectivamente, estaba muerto. Entonces  no pudo evitar llorar desconsoladamente, mientras sus lágrimas del ojo bueno se mezclaban con la sangre que manaba de donde estaba el otro. Con las manos temblorosas buscó el arma de Henry y algo de munición extra. Cuando levantó la cabeza vio como Lew se adentraba pro la puerta de la derecha. Creía recordar que Cole lo había hecho pro la de la izquierda pero no había tiempo para andarse con tonterías. Sólo esperaba que a Leonard no le estallara la escopeta en la cara como a ella. Armándose de coraje e instinto de supervivencia, Marion siguió a Lew temerosa de lo que pudieran encontrar.

Cuando Lew casi había llegado a la puerta, vio cómo Leonard salía a la carrera de la habitación y aputo estuvo de pegarle un tiro, como Leonard llevaba tanta velocidad, no pudo detenerse e iba directo hacia Lew.

Lew no pudo esquivar a Leonard que salía  a la carrera y ambos cayeron al suelo del recibidor de la casa en una maraña de brazos y piernas. Detrás de ellos, Marion vio cómo aparecía de la puerta abierta Cole con una mirada extraña cargada de ira. Llevaba la pistola en su mano derecha cuyo cañón aún humeaba.

Alejaos de Cole- grita el periodista a sus compañeros- se ha vuelto loco y ha intentado matarme- intenta levantarse lo más rápido posible para salir de allí.

Cole vio salir a aquel malnacido a la carrera y, en cierto modo, se sintió complacido. Si al menos pudiera limpiar aquella casa. Si pudiera erradicar el mal de aquel lugar en dónde se había construido un infame cubil... quizá con ello pudiera volver a vivir en paz. Pudiera rehacerse y permitirse mirar al sol de un nuevo día con la esperanza de que no todo estaba perdido. 

Con todas sus fuerzas... como si con ello pudiera sacar la rabia que le atenazaba gritó con la garganta abierta como un rugido oscuro y primario. Tras esto dirigió el arma contra la cabeza que pendía del techo y disparó sin contemplaciones haciéndola estallar como un melón maduro.

- ¡Huid... atrás todos! - continuó gritando. - ¡Acabaré con todos vosotros! ¡Demonios!

Me levanté cabreado, un puñado de pirados nos había emboscado y encima había que lidiar con las inestabilidades de los propios compañeros. Procuré no apuntar a Cole con el revólver aunque tenía claro que no pensaba soltar el arma, si la cosa se ponía fea tenía claro que mejor él que yo.

- Tranquilo, Parker... vamos a salir de la casa, dejaremos atrás todo esta mierda, pero no hace falta que nos apuntes con eso - le dije mientras daba pasos hacia atrás sin dejar de mirarle.- No salgáis del todo, hay un tipo en el tejado... Vamos Parker, enseguida nos olvidaremos de todo esto, no va a pasar nada... todo va a salir bien...

Actuaba con calma, pero sabía que no me temblaría el pulso si tenía que pegarle un tiro a aquel negro.

¿Qué estaba pasando? ¿Acaso Cole había perdido la cabeza?

- Cole por lo que más quieras, para ya. Hay que salir de aquí. ¡Henry ha muerto!- Marion llevaba la cabeza vendada de mala manera, tapando el ojo izquierdo que ahora no era más que una mancha sanguinolenta tras las improvisadas vendas. En su mano portaba, temblorosa, el revolver de Henry. Se fijó en Leonard pro si llevaba también la escopeta que habían cogido en la leñera.- Leonard, me explotó la escopeta en la cara, creo que podrían estar manipuladas, ten cuidado.- Sollozaba al recordar el momento en el que había perdido el ojo izquierdo y entonces el dolor volvía a hacerse presente con toda su intensidad. Entonces lo vio claro. Debían acabar con aquella casa aunque no comprendieran lo que allí estaba sucediendo.- Quememos la casa. En la leñera hay botes de queroseno. Quememos en el infierno al hijo de puta que nos ha disparado. Si no quiere morir tendrá que salir de allí arriba.- Con el rostro ensangrentado, temblorosa, Marion parecía fuera de sí.

- Aaaaah! - chilló Cole. Su grito, primario y brutal acompañó la detonación del arma en sus manos. Sus ojos, sin duda, revelaban que las palabras de sus compañeros no hacían el efecto tranquilizador que pretendían.

Leonard, herido por los disparos, se levanta finalmente para salir del alcance de Cole. Suficiente había recibido ya como para seguir siendo un blanco fácil.

Cole dispara al tuntún y las balas rebotan por todas partes, rozando sólo el hombro izquierdo de Leonard y haciéndole sangrar pero sin ningún impacto directo. Leonard aprovecha para salir corriendo.
 

Me debatí un momento entre si debía dispararle o no. Me importaba una mierda su vida en realidad, pero era importante para la misión contar con efectivos. Recordé otros momentos de locura anteriores y no conseguí establecer una duración clara para aquel arrebato, a veces duraba más y otras veces menos... y otras veces tenías que pasarte unos meses en una habitación acolchada escuchando las idioteces de algún medicucho de tres al cuarto.

Ese instante no duró nada, la decisión estaba tomada y Parker se había vuelto peligroso. Enseguida decidí que haría lo que hacía siempre: primero disparar y luego preguntar.

- Nooooooooooooooooo.- Marión gritó al ver como Lew disparaba a Cole. Enseguida se abalanzó sobre el cuerpo sangrante del negro apartando el revolver de sus manos, por si acaso, y tratando de frenar la tremenda hemorragia de la herida provocada por la bala. Era una situación horrible. Ya habían perdido a Henry, ella un ojo, casi matan a Leonard y ahora...ahora Cole no era más que un cuerpo sin vida y sanguinolento.

El negro cayó al suelo como un guiñapo al que su titiritero ha dejado de manipular. La sangre bermellón comenzó a impregnar el suelo a la vez que él trataba de boquear buscando un hálito de vida que se le escapaba a cada segundo. Alguien se acercó... una sombra... un ángel... Su voz sonaba hueca y lejana mientras todo se cernía sobre el cuerpo de Cole que se quedaba blando e inerte a cada segundo.

La oscuridad hizo finalmente presa de él. Sin remedio.

Lew estaba salvando el culo del grupo con sus disparos, al menos hasta ahora. Ya había abatido al tipo del jardín y ahora había hecho lo mismo con un enloquecido Cole.

Leonard había corrido hasta la leñera y se había quedado hecho un ovillo en uno de los rincones mientras Lew acababa con Cole. Marion se acercó hasta el esclavo para comprobar que aún vivía, aunque estaba muy grave. Le había dado un tiro en el pecho y a buen seguro le habría dado a algún órgano vital. No había ningún hospital cerca y pese a que Marion lo intentó, no pudo contener la hemorragia, Cole moriría en unas horas como muchísimo si no recibía aistencia, aunque cuaquiera sabía en qué estado podía volver al mundo de los vivos, en qué estado volvería su mente. Lew había pasado por algo parecido y podía compadecer al esclavo, él mismo había tenido que recibir tratamiento y sabía que igual podría curarse, pero llevaría mucho tiempo y el problema fundamental era que había un tipo armado en el tejado que os iba a dispar en cuanto saliéseis.

- ¡Joder! Esto es una maldita mierda - exclamé mientras el cañón del revólver aún echaba humo.- Estoy hasta los cojones de esta mierda, ese hijo de puta nos ha vendido ¡Esto es una maldita trampa! No sé quienes son estos mamones pero no pienso subir ahí a que ese cabronazo me reviente los sesos...

La cosa estaba clara, subir ahí era una muerte segura, el tipo del tejado cubriría la única zona por la que se podía subir y nos dispararía en cuanto asomásemos el primer pelo de la cabeza. Además era difícil hacer blanco desde fuera porque el tejado le cubría e intentarlo nos dejaba expuestos a sus disparos. Entonces se me ocurrió una idea.

- Voy a hacer bajar a ese hijo de puta - guardé el revólver y saqué mi fiel recortada, la misma que le había volado la cabeza a John Scott.

Después me coloqué debajo de dónde creía yo que estaba ese tipo, más o menos bajo aquel cuartucho dónde guardaban la leña. Apunté al techo, acercando la escopeta todo lo posible y disparé.