Partida Rol por web

Tras lo sucedido Lew se alejó del bullicio y se sentó en un café después de haber llamado a Escocia. Pidió un whiskey doble y luego otro, intentó comer un bollo pero el estómago estaba cerrado después de haber visto morir a todos sus compañeros. Un policía fue a media tarde y al ver a Lew sentado en un rincón se acercó.

Informó que todos habían muerto, todo su grupo y los delincuentes. Al parecer la policía les seguía la pista, un tal Jonas Woodie y sus dos hijos Ezequiel "Zeke" e Isaías. El padre había cumplido condena durante casi diez años por asesinato en Portland (luegar del crimen y de la condena) pero hacía unos veinte años se había fugado. El hombre fue a ver a su pareja (no se había casado) y tras matarla se llevó a sus dos hijos con él, unos niños por aquel entonces.

No se sabía su paradero, pero había sido visto en media docena de pueblos y los hijos habían salido al padre, se cree que podrían estar detrás de cuatro asesinatos y dos violaciones. Unos criminales de lo peor. De hecho el policía confirmó a Lew que al tal Jonas le esperaba la silla si lo atrapaban.

Lew no supo muy bien qué pensar, quedó un buen rato pensando, debía volver a la mansión Edwin, allí estaban sus cosas y había quedado con el teniente Sharp.

El teniente encontró a Lew cuando éste remontaba la calle de ascenso hasta la colina donde estaba la mansión Edwin. El policía detuvo el coche

- Señor... veo que no falta a su cita usted tampoco. Suba

condujo hasta la puerta y detuvo el coche. Ambos se encaminaron a la entrada y llamaron. La puerta se abrió y por ella asomó Edwin.
 

En su silla aún muestra un aspecto peor que el de esa misma mañana. Al ver la cara de Lew hace una mueca de sorpresa que a su afeado rostro no le sienta en absoluto bien

- ¿Qué ha ocurrido Señor Harper? ¿dónde están los demás? ¿qué hace aquí teniente? -se ve que ya se conocían.
 

- Se lo diré, señor Edwin, los demás están criando malvas - respondí, sin esconder la ira que llevaba por dentro.- No había precisamente fantasmas en esa casa encantada... Le sugiero, señor Edwin, que se deje de gilipolleces y empiece a hablar de lo que sabe porque le aviso que no estoy de humor para más tonterías...

Me encendí un pitillo, confiando en que aquello calmase mis ánimos. Existía una remota posibilidad de que Edwin no tuviera nada que ver con la emboscada, pero aún así, por remota que fuera quizás fuese cierta.

Tuvo que mediar el Teniente

- tranquilo Señor Harper, no se exceda. Bien, todo cuanto acaba de escuchar es cierto. Este hombre dice que usted le contrató a él y al resto. ¿Es eso cierto? ¿qué querían que investigasen? ¿conocía usted a los Woodie?

- De verdad que lo siento muchísimo. Le acompaño en el sentimiento señor Harper... era una gente estupenda. ¿Los Woodie? ¡ No sé de qué me están hablando! sus compañeros eran gente estupenda y yo sí... les contraté para investigar esa casa. ¿Habrá escuchado lo que se dice de la casa abandonada? lo de los fantasmas y lo de aquel tipo que llegó al pueblo y desapareció sin más. En fin... que siento mucho su pérdida, ¿han muerto... todos? no se preocupe, me haré cargo de todos los gastos de los entierros y escribiré a sus familias si es menester. Si quiere que hablemos claro lo haremos, ya sabían que se exponían a un peligro, aunque siempre pensé en peligros... mentales, ya sabe a qué me refiero Lew. ¿Qué piensa hacer ahora?

- Encontrar al culpable, porque tengo claro que nos tendieron una emboscada... esos tipos no estaban ahí por casualidad, nos estaban esperando - respondí, aún sin fiarme del todo del viejo.

- Es comprensible que tenga dudas, pero puedo asegurarle que yo no tenía conocimiento de la existencia de esas personas. Por favor, acepte mi hospitalidad todo el tiempo que necesite, le ayudaré en cuanto pueda para que descubra quién o quiénes están detrás del atentado contra usted  y los suyos, aunque ya sabe de quién sospecho.

- Que nosotros sepamos -dice el teniente -esos desalmados trabajaban solos. No les conocemos compañeros... son de esa clase de bichos raros que son incapaces de relacionarse con el resto. Bueno... señor Harper, le tendré informado del resultado de las autopsias y le avisaremos para que se haga cargo de los entierros. Sólo le pido que no trabaje por su cuenta, que nos deje hacer. Y ahora si me disculpan me voy, si quiere venir conmigo al pueblo adelante y si no les dejo.

La lógica y tu instinto de detective te dice que no deberías fiarte de tipo que os mandó a una casa en la que acabásteis tiroteados pero no parece que esté mintiendo, al menos su sorpresa parece verdadera y se le ve con ánimo de ayudarte. Odia a muerte al Crepúsculo y parece estar convencido de que hay que borrarles del mapa. No tienes nada sustancial en lo que basar tus sospechas, de momento.

- Está bien... me quedaré aquí a esperar a mis otros compañeros - respondí a regañadientes.- Voy a necesitar refuerzos si alguien nos quiere muertos... Gracias por su ayuda, teniente, y no se preocupe, no interferiré en el trabajo policial.

Decidí que todo lo que podía hacer era seguir tirando del hilo de Edwin hasta que consiguiera una nueva pista. La casa estaba vacía, no había nada de interés, y eso hacía que no dejase de cuestionarme la veracidad de las palabras de aquel hombre. No tenía pruebas concluyentes a favor de su culpabilidad pero tampoco en contra. En aquel momento poco podía hacer más que tener el revólver cargado y dormir con un ojo abierto.

Tras despedirse Harper entró y sintió un escalofrío cuando la puerta de la casa se cerró a su espalda. No obstante, durante la semana que pasó entre el incidente de la casa y la llegada del resto, Lew estuvo muy agusto en casa de Edwin, fue tratado con distinción y de forma benévola.

Intentó averiguar algo en el pueblo, dedicaba el día a pasear y a entrevistarse con todos los del pueblo. Pero no había más. Era muy raro, pues pocas veces un tipo con tanta experiencia como Lew Harper se había encontrado con que no había ni rastro de aquel tipo de la Logia que supuestamente había vivido allí, ni de los Woodie ni de fantasmas. No había más. Del Crepúsculo de Plata no hubo ninguna noticia y Edwin se limitaba a decir que sus espías seguían trabajando pero que no había nada nuevo. Seguían buscando los fragmentos del Disco sin éxito y tenían algo preparado para emerger la ciudad sin el disco aunque se desconocía el resto.

Ya empezaba a impacientarse Lew cuando fue notificado de que venía el resto, dos días después llegaron todos y se reunieron en el café "Shaylar´s" del centro de Salk.

Lew puso a todos en atecedentes...

Estaba anocheciendo cuando volvieron caminando a casa de Edwin, cada uno cargando con su respectiva maleta, esa noche Edwin tenía preparada una cena especial para los nuevos. Esa misma mañana había dicho a Lew... ¡que por fin había novedades !

Serían debatidas en la cena.

- Andaos con ojo con ese Edwin, sigue habiendo algo que me escama, no es de fiar - les dije antes de llegar a la casa del susodicho.- Me ha dicho que tiene novedades que nos dirá esta noche... no sé qué pensar pero yo no voy a ningún lado sin mi revólver cargado... os sugiero que hagáis lo mismo.

En otra situación Leonard hubiera pensado que Lew estaba paranoico, pero la demoledora noticia de la muerte de tres de sus compañeros le hacía parecer que toda precaución era poca.

- Por supuesto, Lew.- Dijo abriendo su americana para tomar un paquete de cigarrillos casi agotado. Se podía ver que Milton llevaba también su revolver. ¿Y si todo era una maldita trampa?- Pero no entiendo Lew, hablabas de una trampa. ¿Cómo sabían que ibais a la casa si no no fue Edwin quien les advirtió? ¿Quiénes eran sus ocupantes?

- Eso es lo que no encaja, Lenny - respondí.- Estaba claro que fue una trampa porque aquellos tipos nos estaban esperando... uno estaba apostado en el tejado y otro enterrado en una montaña de huesos esperando a que alguien apareciera. La policía buscaba a esos cabrones así que, o se habían refugiado allí y montaban guardia o alguien les pagó para que nos quitaran del medio, cosa que me parece mucho más probable. Dado que Edwin fue quién nos mandó allí, para mi sigue siendo el principal sospechoso, pero... sin más pistas es más útil vivo que muerto... además, siempre existe la posibilidad de que el plan haya sido gestado por Stanford a alguno de sus lacayos. Parece que estamos otra vez en un maldito callejón sin salida, para variar.

- Entiendo. Nada de fantasmas entonces.- Se notaba un deje de decepción en su tono.- Veamos entonces qué tiene que contarnos y decidamos después.

   Viajar tanto tiempo era cansador y volver a los Estados luego de tanto tiempo fuera no era algo que tenía planeado pero esta misión lo requería. Haber sufrido tantas bajas de una forma tan repentina fue un impacto para todos y, si bien era un riesgo que decidimos asumir, creo que nadie estaba preparado para morir en un abrir y cerrar de ojos; nada más y nada menos que por manos humanas, de una trampa, nada de criaturas extrañas o esos seres temerosos de los libros que estuve leyendo antes de venir a América, sólo humanos...Y eso era molesto en cierto punto. Pero bueno, no es algo que yo pudiera entender demasiado porque no he presenciado lo que la mayoría aquí ha visto, en especial Lew, quien ha estado aquí desde que todo esto comenzó y, aunque esta campaña haya cobrado su precio en él, la firmeza con la que se mantiene es algo envidiable.

   Por otro lado, no tenía muchas ganas de seguir especulando mientras cargaba mi enorme valija. Los libros estaban pesados y la caballerosidad se había perdido por completo asi que me veía obligada a incursionar en mis habilidades de esquiva para no chocar contra postes o tropezarme por el peso que traía y me era inevitable quejarme por momentos. Sin embargo, mis quejidos se ven aplacados cuando Lew y Leonard rompen el silencio al intercambiar un par de teorías sobre la trampa a los anteriores miembros de la orden y si bien me mantuve en silencio, también ya estaba desconfiando de ese viejo Edwin. Si no era él quien les había puesto la trampa, seguramente era algo que lo dominase por momentos o algún sirviente de confianza que tenga los recursos para moverse libremente por la casa. De todas formas, no pude mantenerme callada -O tal vez sea un fantasma el que siga al viejo o lo posea, como para variar- interrumpo entre respiración pesada y quejido por cargar la valija. Sé que ameritaría una explicación, asi que antes que preguntasen, directamente explicaría todo de manera corta y concisa -Bueno, piénsenlo. Quizás el viejo no haya puesto la trampa pero algún ente o "fantasma", digamos, lo posea y vea su mente y los haya llevado hasta la casa para eliminarlos; el viejo no sabría lo que fue por lo que sería creíble insistir en que no fue- empiezo a suponer que no suena tan impresionante como sonaba en mi mente la teoría y decido concluir rápido -O, me inclino por un sirviente con acceso a todos los cuartos de la casa, lacayo de este Stanford. A estas alturas, yo consideraría lo que fuera- me defiendo y prefiero mantenerme en silencio hasta llegar a la casa.

- ¡Oh! ¿Tú crees?- Dijo entusiasmado ante la fantástica teoría de Caro.- No sería el primer caso de posesión demoníaca, en absoluto.- Leonard dejó escapar el aire respirado pro la boca en un rápido soplido que elevó en el aire el lacio cabello de su flequillo que luchaba pro metérsele en los ojos.- Si ese hombre, Edwin, visitó la casa de los hermanos puede que fuera poseído pro uno de esos espíritus. Me muero de ganas por encontrarnos con ese hombre...- Entonces se dio cuenta de lo desafortunado de su expresión, sobre todo porque la posibilidad de morir era realmente alta.

En éstas llegaron a la puerta de la residencia Edwin. Lew llamó a la puerta y acudió a abrirles (no literalmente, pues la puerta tenía un mecanismo que la hacía abrise sola) el mismísimo Christopher Edwin, un hombre postrado en una silla de ruedas con un rostro ceniciento y una piel casi traslúcida. El hogar de Edwin estaba limpio y ordenado. Como la vez anterior, el Sr. Edwin indicò el camino de las habitaciones a los nuevos integrantes del grupo y Lew y él tomaron una copa en el salón mientras los otros dejaban sus respectivos bultos.

Una vez hubiéronse acomodado, todos descendieron hasta el salón y Edwin les condujo a la enorme mesa que haría las veces de soporte para los suculentos platos que estaban allí preparados sobre hornillos para que no se enfriasen. Sus criados le habían dejado todo preparado al dedillo.