Partida Rol por web

-Bueno, todavía tenemos unas horas por delante. Veamos qué otras posibilidades tenemos. Y de paso, demos un trago para entrar en calor...

-Eso, eso. Un trago vendría bien ahora mismo. Seguro que también nos aclara las ideas.

Farid continuó.

-Es verdad que lo más directo sigue siendo el barco, pero tarde o temprano descubrirán los cadáveres, si es que no lo han hecho ya, y entonces corremos el riesgo de que lleguen hasta nosotros. Yo lo dejaría sólo como última opción. Si no me equivoco, estas tierras pertenecen al Reino de Dinamarca. Seguro que aquí habrá gente que mantenga algún medio de transporte y comunicación regular con el viejo continente. Fijaos en esa saca de correos. Si tienen alguna aeronave estacionada en la isla sería una oportunidad de oro. Creo que llevo suficiente efectivo encima como para pagarnos unos "pasajes" improvisados. Voy a empezar a tantear al encargado.

El diletante se aproximó al tabernero.

-Saludos buen hombre. ¿Podría servirnos un trago a mis compañeros y a mí? Algo para calentar el cuerpo...

En cuanto le hubieran servido, Farid volvería a dirigirse a él.

-No he podido evitar fijarme en esa bolsa. ¿Quién se encarga del correo en este territorio?

Después de que Farid me avisara sobre el saco de correos y explicara su plan, decidí darle una oportunidad a la idea, así que me dispuse a tomarme el trago a pesar de la incomodidad que me causaba aquel local.

El tabernero atiende tu petición y os sirve tres cervezas con una agradable sonrisa.

—Da gusto ver caras nuevas de vez en cuando, uno se harta de los mismos rostros ajados y vetustos de siempre..— por un momento para de hablar con vosotros y se dirige a una persona de las mesas — ¡Jensen! si quieres volver a beber aquí tendrás que liquidar tu cuenta pendiente primero..—

—¿Lo ve?.. son todos un atajo de sanguijuelas,...pero son mi única clientela..— sonríe.

—¿Qué me había preguntado?...¡Ah! sí, el correo, verá, viene cada dos semana, lo transporta Lars en su avioneta desde el continente, y hoy es día de correo, por eso he sacado la saca, para que se lo lleve.—

-Gracias-dijo Farid mientras daba un sorbo a la cerveza-¿Y está ese tal Lars aquí?.

—No. Estará en la pista de aterrizaje, al oeste, en las afueras, descansando con su avión, preparándose para partir hacia el continente. Pero, no tardará en aparecer, tiene que venir a recoger la saca..—

No parecía haber otra opción que esperar a que viniera a por el correo. Cogí mi cerveza y le di un trago; no era una bebida que me gustara pero tampoco era cuestión de ser exquisita en aquel lugar.

Farid lanzó una mirada a Joan y en seguida vio que ambos estaban pensando lo mismo. Miró a Adam y este asintió también. No había más que hablar. Esperarían a que Lars llegara, confiando en poder negociar un acuerdo para llevarles hasta Europa.

En un momento dado aparece por la puerta el hombre que esperabais, ataviado con su uniforme, se dirige hacia el tabernero y con un rápido gesto le señala que le sirva una cerveza. Este se la sirve al tiempo que le ofrece la saca de correos que tiene que llevarse.

El piloto, sentado en la barra, bebe su cerveza.

-Esta corre de mi cuenta-dijo Farid, acercándose al piloto, en referencia a la cerveza que había pedido-. Hola, mi nombre es Farid. Si me lo permite y dispone de unos minutos, me gustaría proponerle algo.

El diletante tomó asiento a su lado.

-Tanto yo como mis dos colegas aquí presentes venimos de Estados Unidos. Hemos llegado a bordo de ese crucero que habrá visto atracado en la costa. Nos dirigíamos rumbo a Escocia, y ya íbamos con retraso cuando para nuestra desgracia la nave ha sufrido algún percance que demorará todavía más nuestro viaje. Tenemos asuntos muy importantes entre manos, de manera que nos hemos planteado la posibilidad de contratar un transporte alternativo. El problema es que, si no me equivoco, no tenemos muchas opciones donde elegir en este lugar... a excepción de usted. Y eso, amigo mío, puede convertir ese problema en toda una suerte. Para nosotros y para usted. Para nosotros porque estaríamos encantados de viajar con un piloto experimentado. Para usted porque podría ganarse un dinero extra y la eterna gratitud de estos americanos-dijo con una amplia sonrisa-. ¿Qué me dice? ¿Podría llevarnos hasta las islas británicas? ¿Cuánto nos costarían los pasajes?

El piloto se muestra extrañado ante vuestra petición, aunque tiene sitio de sobra en el avión. Un Douglas Cloudster americano de recién fabricación, con una autonomía de vuelo de cerca de 4.000 km. Su ruta vuela directamente hacia Dinamarca, aunque por unos dólares podría hacer un pequeño desvío hacia Escocia, repostar allí y terminar su viaje en su tierra natal, sin mayor problema, en principio. 

El piloto acepta la propuesta avisando de que el viaje durará 12 horas aproximadamente, os comenta también que él es un piloto experimentado que ha realizado esta ruta varias veces —12 horitas se pasan volando— dice en tono jocoso. Sugiere que hagan las compras necesarias y que recojan sus pertenencias, partirá en media hora desde la pista de aterrizaje situada a las afueras de Qaqortoq.

-¡Estupendo! Acaba de ganarse un amigo, caballero.

Después de todo lo vivido, aquella noticia era lo mejor que había escuchado en mucho tiempo. Farid se acercó a sus compañeros y ultimó los detalles para el viaje.

Esperé a que termináramos las bebidas y saliéramos rumbo a la pista para felicitar a mi compañero:

- Creía que estábamos varados de verdad y la misión iba a fracasar. Muy bien jugado, señor Farid, a pesar de nuestro desafortunado viaje por mar parece que llegaremos a Escocia, yo ya había perdido la esperanza...

Os preparáis con todo lo necesario para pasar 12 horas de vuelo. 

Llegáis a la zona acordada, aquí el terreno es llano y además ha sido acondicionada para poder despegar y aterrizar avionetas. Allí permanece esperando el avión. En cuanto os acercáis Lars, el piloto, os ayuda a cargar vuestras pertenencias.

—Vosotros vais atrás, junto con la mercancía— dice abriendo una compuerta lateral que muestra la zona de carga del avión. Además de la saca de correos y algunas cajas hay cuatro asientos para la tripulación y ayudantes.

Os sentáis, os abrocháis los cinturones, los motores comienzan a rugir y en un instante os eleváis camino hacia vuestro destino, dejando abajo el transatlántico, y los recuerdos de un viaje de locura, recordando con cierto pesar que esta misión no ha hecho nada más que empezar.