Al Padre pareció sorprenderle la impetuosa reacción de Elouan pero, una vez recuperado de la sorpresa inicial, lo miró fijamente. El joven, lejos de ver cualquier atisbo de ira, o incluso miedo, reacciones que hubieran sido lógicas en un hombre mayor que está siendo zarandeado violentamente, sólo vio comprensión y consternación en los ojos del párroco.

El clérigo agarró, muy fuertemente, los brazos de Elouan para intentar pararle. No fue un gesto agresivo, casi dulce, de hecho, pero definitivamente firme.

- No creas que no comparto tu dolor, hijo mio. Mi corazón sangra por Eric y por Reynaud. Yo también quiero respuestas. Vayamos a la Iglesia, allí podremos hablar más tranquilamente y... todos tendremos tiempo de calmarnos - añadió esto último, bajando la mirada, con infinito pesar. Pareció, incluso, que se le quebraba algo la voz, normalmente firme, al final de la frase.

Sorprendentemente el ¿plan?, lo cierto es que dudaba mucho de que aquel muchacho tuviese algún tipo de plan en esa cabezota, pero la idea de Elouan parecía ser buena. Al menos daba sus frutos. El padre Claudio parecía dispuesto a hablar, aunque no allí.

Espero que todos tengamos fuerzas para regresar al pueblo. Acaricié con disimulo el cuerpo de Jean-Paul con mi mano. Esta vez caminaremos juntos. Le dije con cariño al soldado. Todos juntos. Añadí para los dos jóvenes y el Padre Claudio.

Estaba tan dolorido como nosotros, de alguna manera... parecía que más. Estaba claro que algo sabía sobre lo que estaba ocurriendo, pero en ese momento me preocupaba más la presencia del hijo de Roldán y sus hombres en Sèrezìn. Habían venido a por el Padre Claudio desde muy lejos y temía que nos lo arrebataran de nuestro lado. Quizás junto a sus feligreses y tras lo acontecido, le dejasen en paz.

Aprieto los dientes, cierro los puños y miro al Padre Claudio como si me acabara de ofender personalmente. Necesito de unos largos segundos para calmarme y aceptar que no sabremos nada antes de volver a la Iglesia. Poco a poco empiezo a calmarme, aunque tampoco es como si pudiera pensar racionalmente ahora, ya que estoy totalmente en blanco. ¿Qué es lo que sé? Que Reynaud y Eric están muertos. Y una especie de conjuro. Seguro que es eso. Magia pagana.

- No dejaréis el cuerpo de Rey ahí, ¿no? -Digo finalmente, intentando no mirar hacia el río. A cambio, decido distraerme preocupándome por el estado de las chicas, sobretodo Daphné, ya que supongo que es la primera vez que ve un cadáver. - ¿Estáis bien?

Como un muñeco privado de voluntad, Daphné comenzó a caminar junto a Justine y Elouan rumbo a la iglesia del pueblo. Parecía ausente, con la mirada perdida en el infinito. Trataba de asimilar lo que había ocurrido pero era complicado. ¿Cómo iba a asimilarlo si apenas podía creerlo? Tenía la sensación de que vivía una horrible pesadilla de la que podría escapar si lo deseaba con la suficiente fuerza.

No tenía muchas esperanzas en la conversación con el Padre Claudio, no sólo por la información que les podría brindar, sino por si llegaría a hacerlo. El párroco tenía por costumbre postergar todas las respuestas que le eran demandadas. Casi tenía más fe puesta en Romuald. Cuando pasó a su lado, clavó la mirada en sus retinas, atravesándolas, de hecho, como si quisiera tatuar en su alma su voluntad. ¡Romuald debía actuar, debía atrapar al asesino! Porque... si no era ese el motivo de su presencia allí, ¡ahora por fuerza tenía que serlo! Solo un cobarde y un desalmado daría la espalda y el caballero no parecía ninguna de las dos cosas, o eso es lo que deseaba creer.

-Sí... -mintió a Elouan cuando le preguntó si estaba bien, esbozando una leve sonrisa y apoyando sutilmente la mano sobre su hombro. ¿Quién iba a estar bien viviendo esa barbarie? Agradecía su interés, especialmente porque se preocupaba por ella cuando él estaba destrozado. No quería ni imaginar el infierno que estaría pasando el cazador con la trágica pérdida de su mejor amigo- ¿Cómo estás tú? -le preguntó temiendo una respuesta que en cualquier caso disculparía.

A medida que se acercaban al poblado una sensación de angustia le embargaba. ¿Y si... y si había ocurrido algo más allí? Dos días antes solo veía alegría y flores. Ahora en cualquier dirección que mirase temía hallar la sombra de la muerte.

-¡Apresurémonos por favor! -dijo aligerando el paso hasta casi echar a correr.

Poco a poco la conmoción y el espanto inicial fue dando paso al pesar y la tristeza entre los allí presentes. Mientras os retirabais del río, siguiendo al Padre Claudio, cabizbajo, de vuelta hacia la aldea, oísteis cómo Romuald daba órdenes de recoger el cuerpo del joven Reynaud y, a los aldeanos que habían llegado hasta allí, de que volvieran a sus casas.

Aunque el día acababa de empezar, se os había hecho largo. Cada paso que dabais hacia Sérézin, cada instante que pasaba antes de hallar las respuestas que buscabais, que necesitabais, se os hacía eterno. No podíais sacaros de la cabeza la tétrica imagen de vuestros amigos muertos, mutilados. Ni tampoco aquella voz, aquella terrible voz, cuyos ecos aún parecían reverberar en vuestro pecho.

Cuando tomasteis el último recodo del río y vuestro pueblo apareció de nuevo a la vista, el Padre Claudio apretó algo el paso, todo lo que le dejaban sus ancianas y fatigadas piernas.

- Aprisa, ya estamos cerca. Será mejor que hablemos antes de que Romuald y sus soldados lleguen.

Puntos de Experiencia Daphné

Interpretación: 2/2
Avance de trama: 1/1
Victoria: 0/1
Objetivos: 0/1
Extra: 0/1

TOTAL CAPÍTULO II ----- 3

Puntos de Experiencia Elouan

Interpretación: 2/2
Avance de trama: 1/1
Victoria: 0/1
Objetivos: 1/1 - Se enfrentó a Romuald
Extra: 0/1

TOTAL CAPÍTULO II ----- 4

Puntos de Experiencia Justine

Interpretación: 2/2
Avance de trama: 1/1
Victoria: 0/1
Objetivos: 0/1
Extra: 0/1

TOTAL CAPÍTULO II ----- 3