Partida Rol por web

Te mueves con la destreza que te da tu entrenamiento y atacas al asesino con tu espada. Superas su defensa con tu ataque y hundes la espada en su vientre. La fuerza de tu golpe te permite superar la resistencia de su armadura acolchada como si no estuviese ahí y notas como la hoja se hunde sajando piel, musculo y visceras. Con un lastimero gemido el misterioso asesino se desploma en el suelo.

Mientras recuperas el resuello tratas de entender la situación ¿quien es este hombre? ¿Lo has visto antes? ¿Quien lo habrá enviado? Y lo que es más importante ¿estas seguro aquí o hay otros asesinos en camino?

Con el corazón a cien, pondero mis posibilidades. Si huyo, pensarán que este hombre es inocente y que lo he matado. Seguro que Skade hace que sea así... Si lo llevo ante mi padre, igual incurro en su ira, alimentada por Skade también, ya que me dejó bien claro que desapareciese de su vista. Sin embargo, este hombre acaba de intentar asesinarme... ¿Actuaría solo? ¿Lo enviaría alguien? ¿Estará Skade detrás de esto? Si es ella la actora de todo esto, seguro que está preparada para que yo aparezca para acusarme... No sé qué hacer....

Decido investigar la habitación, a ver si hay algo o alguien más.

Reconoces vagamente al hombre que yace en el suelo. Aunque no consigues  al principio ubicarle si que te parece obvio que no es un hombre de Ullensvan. No es por lo tanto uno de los hombres de tu padre, aun así el hecho de que pudiese pasearse impunemente con una espada de noche por la fortaleza indica que tiene aliados poderosos en Ullensvan. Aliados poderosos que te quieren muerto.

Y tienes muy claro que en la lista de posibles personas que encajen en esta descripción Skade figura a la cabeza.

Aún así estas seguro de que Skade no habrá dejado nada al azar y que probablemente debas permanecer atento a más sorpresas desagradables.

Diantres. Decido arrastrar el cuerpo del hombre de vuelta al salón del festín. Estoy seguro de que mi padre entenderá la gravedad de la situación, a pesar de su enfado conmigo por haber llegado tarde. Solo espero que Skade no me incrimine...

Empiezas a arrastrar el cadaver por el pasillo dejando un rastro de sangre por el suelo. Te das cuenta ahora de que han transcurrido varias horas des de que te retiraste a tu habitación y que probablemente el banquete ya haya finalizado. En la fortaleza reina el silencio de la madrugada.

Pero este silencio no hace si no intranquilizarte. Tras cada esquina podría esconderse otro asesino, en cada sombra anidan cuchillos y traiciones directas a tu corazón. Las pocas antorchas moribundas no hacen si no crear sombras monstruosas a partir de los objetos cuotidianos. 

Sales de tu habitación arrastrando el cadaver, ante ti queda un largo pasillo y al fondo la puerta que da al patio de la fortaleza. La puerta se abre de golpe y la rafaga de frio viento de la noche apaga las debiles antorchas. Recortandose en la puerta, avanzando decidida con gran impetu, una figura avanza hacia ti.

La luz de la luna  que entra por la puerta apenas ilumina la escena, recortando la silueta de la figura, pero gracias a los dioses puedes ver como una hoja de acero brilla en la mano de la figura. Agarras con fuerza tu propia espada y eres consciente que las Norns sostienen en este momento el delicado hilo de tu vida y que la espada que avanza hacia ti por el pasillo bien ha venido a cortarlo.

Dejando el cadáver en el suelo, doy media vuelta y me voy corriendo por donde he venido. Busco algún lugar en el que esconderme, cerca de la sala en la que he visto la figura. Mi intención es tenderle una emboscada. Si huyo dejando un cadáver tras de mí, con el regero de sangre que lleva hasta mi habitación, me incriminarán seguro. Debo actuar, pero no sé cuán peligroso es mi asaltante. Una emboscada es la mejor opción.

Dejas el cadaver en el suelo y te escondes en el quicio de una de las puertas con la espada lista.

Contienes la respiración y lanzas una plegaria al padre Odin para que la oscuridad te oculte como una capa. La figura pasa en la oscuridad por delante de ti sin reparar en tu persona. Los dioses deben estar observando y parece ser que te han favorecido.

Su espalda está descubierta a tu ataque. Si atacases ahora con todas tus fuerzas el combate acabaría antes de empezar.

Protégeme, Odín.

Me lanzo con todas mis fuerzas contra mi asaltante, atacándole por la espalda con furia asesina.
 

Te lanzas contra la figura extendiendo el brazo de la espada en un golpe fulminante, la misma mano de Odín guia tu brazo y el mismo Thor lo ha dotado de fuerza. Te parece notar la presencia de los dioses a tu alrededor en ese instante.

De lo que estás seguro es de que puedes oir su risa.

Justo en el momento en que tu espada está a punto de atravesar a la figura esta se gira y al apartarse las nubes de la luna un rayo de luz plateada ilumina su cara. 

Una cara que te mira con sorpresa, una cara con los rasgos suaves de un niño que aún no es un hombre.

La cara de Svenn, quien te mira fijamente mientras tu espada se hunde en su pecho.

El golpe es tan certero y súbito que Svenn no acierta ni a gritar. Sencillamente las piernas le fallan y con lentitud se desploma en el suelo. Parece hacerlo con gran lentitud como si se hundiese en un lago, deja caer su pequeña espada mientras se hunde con la tuya aún clavada. Cae de espaldas provocando que la punta de la espada que sobresale de su espalda se rompa al golpear el suelo.

Mientras trata de coger aire te mira con ojos febriles y susurra -Hermano...asesinos...te salvaré, seré un guerrero...como tu - apenas puede decir nada más mientras su camisa se empapa de sangre.

A partir de ahí la pavorosa noche toma tintes de pesadilla y solo recuerdas imagenes desgajadas, gritos en la oscuridad y gente con antorchas corriendo.

Recuerdas como los guerreros de Ullensvan te encontraron junto al cadaver de tu hermanastro, empapado en la sangre del niño.

Recuerdas los gritos de las mujeres llorando la muerte de tu padre el jarl envenenado en su cama.

Recuerdas como te acusaron de haber envenenado a tu padre y asesinado a tu hermanastro para hacerte con el poder.

Y por encima de todo recuerdas a Skade. Recuerdas verla en el patio vestida con solo un camisón, la melena suelta, retorciendo las manos y lanzando gritos de pena desgarradora mientras acunaba a su pequeño. Recuerdas esos gritos de agonía y dolor de una mujer que en una noche ha perdido a un marido y a un hijo a manos de la perfídia y la traición. 

Pero lo que nunca olvidarás es cuando vuestras miradas se cruzaron cuando los guerreros te encadenaron, por que en ese momento podrías jurar que viste como sonreía y como sabiendo que la mirabas sus labios articulaban en silencio estas palabras "jeg gjorde"¹.