Partida Rol por web

Una sonrisa afilada se contornea en el rostro de Pride al escuchar la idea de Rasheed...

-Estoy de acuerdo pero no es momento de atacar, sera mejor aprovechar que están subiendo para pegarnos al risco y esperar hasta al anochecer, aunque den la voz de alarma atacaremos con el doble de sorpresa si están dormidos los que se encuentran abajo, y tal vez podremos acabarlos si dar la voz de alarma... no soy un guerrero, prefiero la deshonra del asesinato a sangre fría por eso tiendo a tener facilidad para moverme por las sombras y ser lo mas silencioso posible, creo que ese debería ser nuestro plan A y el B ponernos a repartir mamporras a diestro y siniestro

-Sinceramente, yo estoy a favor del pland de Pryde, el enfrentamiento directo no es lo mío y si estamos cerca quizá podría hacer algo con su hoguera para distraerles...-

-Sí, pero es perder el factor sorpresa. Yo creo que somos capaces de darles un buena zurra a esos orcos... erm, nada personal, Abrek. En fin, que si nos ponemos a ello, podemos vencerles si atacamos ahora.-

Se vuelve a Abrek en busca del desempate.

— Ni lo uno, ni lo otro —Comento para salir desempatar, y ver cual será nuestro próximo movimiento— No hace falta que esperemos para atacar. No obstante, no tenemos porque hacer un ataque directo. Podemos acercarnos de forma cautelosa, buscando la manera de que los guardias no nos vean. Y, entonces, atacar. — Sentencio, mientras golpeo con el puño derecho en la palma de la izquiera, para dar más énfasis a mis palabras.

— Movamonos hacia un lugar que no nos vean. Desde allí, podremos ir los más sigilosos, y después, atacar el resto. No hay necesidad de esperar a que caiga la noche, ni de hacer un ataque directo. No esperarán un ataque sorpresa a plena luz del día...

El sarcosano se reclinó un poco hacia atrás y alzó el mentón, asintiendo pausadamente con la cabeza. Era el típico gesto de aquellos que se encontraban satisfechos con lo que oían, y quizás también algo sorprendidos. Tal parecía que aquel saco de músculos tenía algo de cerebro entre las orejas, después de todo. Quién lo hubiera dicho con semejante rostro…

- Estoy con Abrek. – dijo finalmente con determinación – Si nos movemos con cuidado, pronto estaremos sobre ellos, y llegaremos a tiempo para sorprenderlos cuando aún están divididos. Yo no me preocuparía por los que subieron al risco. Imagino que deben estar bastante ocupados mirando donde ponen los pies.

- De todos modos, creo que deberíamos apresurarnos. No hay forma de sabe si esperan refuerzos.

Mirando sin mucha confianza a Abrek y saltando sus ojos a Rasheed...

-Muy Bien, que así sea

Dice mientras comienza a bajar la pequeña colina y a correr hacia el risco, sin mirar atrás

Usando los montones de nieve como cobertura, intento avanzar hacia los orcos con cautela, sin ser descubierto. No obstante antes de avanzar, indico que si las cosas salen mal y perdemos el factor sorpresa, tendremos que recurrir al ataque directo, así que estén preparados.

El sarcosano asintió levemente a las últimas palabras del elfiano, satisfecho por la resolución que habían tomado sus compañeros. Estaba ansioso por ponerse en marcha, y refregó sus manos con vigor para intentar devolverles algo de calor. De sus labios escapaba una suave neblina blanca, acompañando cada suspiro. Con aquel clima, aguardar la noche sería un suicidio.

Esperó pacientemente algunos segundos, dando tiempo al enorco para que abriera el camino. Aquella impresionante masa de músculos no era una figura que pudiera pasar desapercibida con facilidad, pero había demostrado una llamativa capacidad para moverse con soltura por el inclemente terreno. No era mucho, pero era lo mejor que el grupo podía ofrecer.

Quitando aquellos pensamientos de su cabeza, el sarcosano se apresuró a seguir los pasos de su compañero.

El elfiano se independizo del grupo a comenzando a rodear a el grupo de orcos, si Abrek iba a chocar de frente el lo haría contra sus costillas, para subsanar y coordinar el mayor tiempo que le tomara dibujar la media elipse que es su camino y aun pese a la nieve y el cansancio, sus pies se mueven mas rápidos que los de la mayoría de los seres bípedos de todo Midhnight.
Apoya su mano en su espada corta listo para desenfundarla, mientras se agazapa detrás de los distintos montículos que va encontrando, pega una rápida mirada sobre el y corre hacia el otro.

Lyrah miraba a sus acompañantes sin decidirse por nada. Miró a Pride alejarse con un cierto dejo de nostalgia en sus ojos, aunque pareció considerar que podía hacer menos daño quedándose con los que avanzaban de frente que intentando seguir los sigilosos pasos del elfiano. Así que avanzó detrás de Abrek, detrás de Rasheed, esperando no dar un paso en falso que pudiera comprometer a todos los demás. En su mente comenzó a reproducir, con lentitud, la letanía que iba a traer consigo lo que podía llegar a ser una distracción. Tenía que recordarla, sin dudar, cada letra y cada arista. Tendría una sola posibilidad de sorpresa, y si fallaba... quizás podía susurrarlo, pero si fallaba...

Se sintió tan inútil que agachó la cabeza, y la capucha la cubrió entera, como si no tuviera rostro. Bajo su capa, aferraba el mango del cuchillo, pero sabía que llegado el caso no podría hacer nada con él. Por eso pensaba en la letanía, una y otra vez. Una y otra. Sigilo, sí, detrás de Abrek y de Rasheed, Erbasto detrás. Una y otra. Concentración. Tendría una sola posibilidad.

Os acercáis rápido, sin dejar de moveros pero procurando no ser vistos ni oidos. Cuando llega el momento en que estáis muy cerca, os detenéis y observáis. La hoguera os permite ahora ver que se trata de cuatro orcos, (puntos negros y rojo) uno de ellos no sólo más grande, sino adornado con signos de grado militar (rojo). Recostado junto a ellos, medio dormido, está el hombre al que veníais a buscar, un hombrecillo pequeño, de pelo blanco y largo, que tiembla mientras los orcos hacen bromas sobre el pedazo de carne que se asa en la hoguera: un torso femenino.

Alzo el puño, como señal para que el grupo se detenga. Price parece que aún puede acercarse algo más, así que tal vez sea buena idea dejar que se acerque. No obstante, si es descubierto, no duraré en lanzarme al combate.

Pride tiene contacto visual con Abrek y con la mano extendida mostrandole la palma le pide calma mientras mira a los ojos de los orcos frente a el para saber cuando moverse solo un poco mas cerca de ellos, mientras que su espada se desenfunda solo un par de centímetros probando el aire frió por primera vez