¿Nuestros pjs saben eso?
Has de dar un gran rodeo para llegar hasta la zona sur del pueblo y entrar desde allí. Cruzas el río a escondidas por una zona estrecha y te acercas al puente para simular llegar desde ese punto, bien oculto por tu capa. Desde allí ves con claridad la cabaña del hombre al que venís a buscar, Aumid.
Observas algo extraño en ella. Parece inclinada, como si un golpe de viento la hubiese abatido. Un gran golpe de viento, supones. Pero luego ves algo más preocupante. La puerta está hundida y sacada de sus goznes. Para mayores males, en el techo alguien ha dejado clavada una flecha. Esta cabaña fue atacada hace poco.
También observas algo más peligroso. Cerca de la cabaña, apoyados indolentemente en una esquina pero vigilando la cabaña, hay dos trasgos. Son guardias de la aldea, sin duda atrincherados con bastantes más en la cercana guarnición, a unos cincuenta metros de la casa de Aumid. Crees que no te han visto aún.
Cita:
Sí, claro. Lo saben muy bien.
El bárbaro del norte trata de llegar hasta la casa circular, mirando a ambos lados por si hubiera algún goblin mirando.
Una vez comprobado se prepara para saltar la vaya.
El bárbaro llega hasta la cerca del huerto del herbalista y parece dudar antes de saltarla.
Meine, lo he puesto sólo para mí porque no todos pueden verte ahora mismo.
No vuelvo a casa hasta Febrero, así que no tengo acceso a los libros ni notas sobre el PJ. Rasheed va a estar medio insípido por estos días.
Otra cosa. Para bajar, sigo el camino que tomó el Enorco.
Eliges una calle lateral que te acerca hasta la plaza donde está la cabaña de Aumid entre edificios sin habitar. Cuando llegas al límite de la plaza ves con claridad la cabaña del hombre al que venís a buscar.
Observas algo extraño en ella. Parece inclinada, como si un golpe de viento la hubiese abatido. Un gran golpe de viento, supones. Pero luego ves algo más preocupante. La puerta está hundida y sacada de sus goznes. Para mayores males, en el techo alguien ha dejado clavada una flecha. Esta cabaña fue atacada hace poco.
También observas algo más peligroso. Cerca de la cabaña, apoyados indolentemente en una esquina pero vigilando la cabaña, hay dos trasgos. Son guardias de la aldea, sin duda atrincherados con bastantes más en la cercana guarnición, a unos cincuenta metros de la casa de Aumid. Crees que no te han visto aún.
Aún no llegas hasta la cabaña, como puedes ver. Ya puedes decirme qué haces.
Has de dar un gran rodeo para llegar hasta la zona sur del pueblo y entrar desde allí. Cruzas el río a escondidas por una zona estrecha y te acercas al puente para simular llegar desde ese punto, bien oculto por tu capa. Allí ves al enorco, al que has dado alcance por detrás, pues se ha detenido sin cruzar el puente, observando algo al otro lado, en la plaza donde calculas está la cabaña que buscáis.
Erbasto suspira abnegado mientras niega con la cabeza tristemente. Ya sabe la suerte que corrieron otros en la misma situación que el herbalista.
Por lo que una vez ha sopesado sus pocas posibilidades de contactar con el contacto mira detrás de él. En busca de alguna de las cabañas de las que sale humo, y por lo tanto deberían estar habitadas. Procurando no ser visto, tratará de escudriñar lo que hay a su interior, antes de llamar su atención.
¿Debo tirar algo?
Son pocos los edificios habitados por allí. Un par de casas particulares y la posada del pueblo es todo lo que ves. Por las ventanas de las casas no se ve apenas nada, ya que los habitantes mantienen los postigos bien cerrados para evitar la entrada del frío. Sólo alguna grieta en las maderas de las ventanas de la posada y el sonido de voces te hacen entender que allí dentro hay no más de tres personas. El tono de la conversación, que parece versar sobre el sabor a ceniza del agua del río, es apagado y triste.
De las tiradas de Percepción y Discrección me encargo yo, no te preocupes.
Desde su posición trata de ver como está la posada de concurrida y sobre todo la posición del cuartel de goblis.
Vale
Rasheed trata de ver que es lo que llamó la atención del enorco. Si es necesario, se acerca tanto como puede hasta el río,pero siempre por fuera del camino, tratando de que el enorco (ni nadie) no repare en él. Decime si hay que hacer tiradas.
Observas que la posada está cerca de los barracones trasgos, pero entre ambos, además de la plaza hay un edificio que les impediría ver si entras o no en ella. Por las voces que salen del interior, supones que no ebe haber más de tres personas, pero no logras confirmarlo.
Los pasos de ambos os han llevado a encontraros junto a la posada del pueblo, no lejos de la plaza donde está la cabaña y fuera de la vista del barracón de los trasgos. No hay nadie en la calle y sólo murmullos quedos hablando de las cosechas salen de la taberna sita en la planta baja de la posada.
Buscas una mejor posición, rodeando el puente hacia el este para ver qué ocurre en la plaza. Desde allí ves con claridad la cabaña del hombre al que venís a buscar, Aumid.
Observas algo extraño en ella. Parece inclinada, como si un golpe de viento la hubiese abatido. Un gran golpe de viento, supones. Pero luego ves algo más preocupante. La puerta está hundida y sacada de sus goznes. Para mayores males, en el techo alguien ha dejado clavada una flecha. Esta cabaña fue atacada hace poco.
También observas algo más peligroso. Cerca de la cabaña, apoyados indolentemente en una esquina pero vigilando la cabaña, hay dos trasgos. Son guardias de la aldea, sin duda atrincherados con bastantes más en la cercana guarnición, a unos cincuenta metros de la casa de Aumid. Crees que no han visto aún al enorco.
Cita:
En principio las tiradas de Percepción y Discrección las hago yo ocultas salvo excepciones, no te preocupes.
Al reconocer al pícaro de la cima de la colina le hace un gesto con la cabeza indicándole la negativa posibilidad de entrar en la casa del anciano herbalista y las nulas esperanzas de que siga con vida o en libertad al menos, para hablar poco después de unas ráfagas de cruel viento.
¿Nos habremos dado el paseo en balde?
Escucha lo que se rumorea en la posada con desaliento.
No se si será buena idea entrar, pero ¿qué otra opción tenemos a parte de regresar? No les gustará la aparición de extranjeros.
Rebuscando entre sus ropas interiores palpa el salvoconducto de viaje, una mínima esperanza.
Una voz rasgada surgieron de las pesadas pieles, mientras miraba desde la distancia la casa...
-Hay signos de violencia en la casa? la puerta esta cerrada? Tal vez dejo algo tras de si para nosotros. Aunque estoy de acuerdo en lo de ir a la taberna a preguntar con algo de disimulo. Ve tu que eres mas parecido a un hombre que yo, yo iré a revisar la casa con mis propios medios mientras
Podrías alertar a los trasgos de nuestra presencia. - Dice con voz ronca y preocupada. - Si custodian su casa es porque sospechan de él y algo están esprando. Tal vez sea una trampa.
Mira ala taberna de nuevo. Tratando de ver el futuro negro como la noche, que se cierne sobre estas tierras hasta que acaben con La Sombra.
Cualquier extraño es sospechoso, pero lo intentaré. Espera a que salga tal vez averigüe algo y podamos evitar ir al encuentro de esos malnacidos goblins.
Lo miro con sus ojos verdes y se notaba que bajo las vestimentas le estaba sonriendo al oír sus preocupaciones de que cayera una trampa.
Luego lo paso y siguió caminando hacia la casa del contacto solo que estab vez cambio la ruta para ir por la calle que cruza la parte de atrás de la casa y no del frente.
-Por cierto, si nos perdemos, podemos poner la colina en la que estuvimos como punto de encuentro, no? tenlo en cuenta yo lo tendré.
Maldición... Pienso al ver al grupo que estaba custidiando la casa. Sin duda, esto no pintaba nada bien. Ya no para mí, confiaba en mi sigilo para acercarme al lugar. Era por mis nuevos compañeros. No sabía de sus habilidades y capacidades, y no sé que harían.
Aún con todo, decido acercarme en completo sigilo, y escondiéndome cada vez que tenga oportunidad al lugar. Quiero saber qué ha pasado ahí.