-Hemos llegado hoy. Esos perros eran aún más pobres que nosotros, me temo que este invierno será duro.
Paso la mano por la cara de mi esposa, apartando los cabellos que la ocultan. Es agradable ver su rostro perfecto después de todas las desagradables sorpresas de estos días. La acerco a mí hasta que su cabeza descanse sobre mi pecho.
-¿Ha pasado algo en mi ausencia?- Enseguida me doy cuenta del cansancio que también tiene Finna, así que probablemente no sea el mejor momento para hablar. -No importa, duerme ahora. Yo también estoy cansado, y mañana debo irme temprano otra vez.- No doy más explicaciones, y sé que Finna tampoco va a molestarse en pedírmelas. Saber que la expedición no ha ido bien ya será suficiente para darle en qué pensar.
Mi cama me resulta incómoda. Pese a que es menos dura que la tierra en la que he dormido todos estos días en territorios lejanos, nunca es fácil para mí conciliar el sueño en casa; pero debo forzarme a dormir algo, mañana necesitaré las fuerzas.
Mi intención es despertarme antes de que amanezca, desayunar e ir a reunirme con el resto.
Lo imaginaba .- respondí escuetamente.
Ivar tenía algo pensado. Algo que pensaba que saldría bien. Es evidente que no ha salido bien porque si mi marido hubiera considerado que no iba a venir hoy a la noche a casa nos lo habría comentado para no preocuparnos - echo una mirada en la dirección en donde están durmiendo mis hijos y suspiro. Era la primera noche después de mucho tiempo que pasarían en familia... habría avisado...
No me gustan los dramas. Ni las conspiraciones - dije mirando a los allí presentes - Pero tenemos que aceptar que algo ha pasado. No voy a poder dormir mientras mi marido está saben los dioses dónde y en qué condiciones. - digo encogiéndome de hombros - Volveré al barco para revisar todo lo que trajimos y todo el equipo que volvió con nosotros. Quiero saber qué se llevó con él a "sus planes" - digo - Tal vez eso nos de una idea de qué quería hacer - aseguro.
Esto pasa por su manía de no contar nunca todas las cosas...
Si pensaban que me iba a echar a dormir mientras mi marido andaba por ahí... estaban muy equivocados.
Una cosa máster. Ahora estamos en casa de Karl y Bera, no? En ese caso quiero ir a mi casa a revisar todo para ver si Ivar pasó por ahí antes de ir a donde quiera que fuera. También quiero revisar que esté todo en orden en la tienda.
Ante las funestas palabras de Karl, la mayoría del grupo decide que ya es suficientemente tarde como para hacer algo, pero Ishild no parece estar de acuerdo. Se la nota inquieta, y no sin razón, pero nadie ignora el hecho de que el día siguiente será duro y que mejor estar descansados.
Todos se meten en la cama y pronto el sonido de las respiraciones de los allí presentes es regular y profundo. Todos duermen. Todos menos Ishild que, agazapada en su catre, ha estado esperando a que todos durmiesen. Sabe que si habla sobre sus intenciones, el resto querrá seguirla, pero es algo que debe hacer sola.
Con cuidado, la mujer sale de debajo de las pieles con las que se tapa en su cama y se ha levantado hasta la puerta, tras sortear a sus amigos y familiares. Antes de introducirse en la noche, Ishild mira a la cama donde descansan sus hijos. Eleva una silenciosa plegaria a los dioses, en especial a Freya para que proteja a sus hijos y a Thor para que la proteja a ella misma.
Horas después, Ishild vuelve a la casa. Todos duermen, ignorantes de la marcha de la mujer. Sigue inquieta, pero de alguna manera consigue dormir algo.
Fin del Prólogo
Sales a la calle y todo está oscuro. Las antorchas apenas iluminan algunas calles, dejando el resto sumidas en la oscuridad. Con precaución, avanzas hasta el puerto gracias a la poca luz de luna que atraviesa las nubes. La lluvia continúa cayendo con fuerza y comienza a calar tu capa que apenas se había secado la primera vez.
Una vez en el barco de Gunnar y en el que habéis vuelto, comienzas a investigar y rebuscar en cada rincón, buscando la más mínima pista, pero no encuentras nada.
Desesperada, decides volver a tu casa, donde el resto del grupo espera. Con suerte no se habrán despertado e ignorarán tu aventura nocturna. ¿Dónde estás, Ívarr? Es tu último pensamiento, antes de caer dormida por el cansancio.
No ha pasado nada esposo. Dice Finna apoyada en tu pecho. Piensas en la extraña relación que tenéis con tu hermano de por medio mientras aspiras el aroma de su cabello. Sonríes para tus adentros con ironía.
Los músculos te duelen por el esfuerzo del día y la propia tensión. Escuchas la persistente lluvia fuera de la casa. Te recuestas junto a tu mujer y pronto te quedas dormido. Al día siguiente madrugarás para empezar un largo y duro día. ¿Qué pasará?
Fin del Prólogo.